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sábado, 5 de octubre de 2024

Matthew y la percepción del riesgo

Los habitantes del oriente cubano, acostumbrados a enfrentar otro tipo de desastres, pronto se han olvidado de esos peligros y han puesto su vista en el cielo...

José Armando Fernández Salazar en Exclusivo 03/10/2016
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Aunque es la zona de Cuba que menor cantidad de huracanes ha vivido, el oriente cubano se ha convertido en los últimos años en un corredor natural para fenómenos meteorológicos de gran intensidad. Ello ha incrementado la percepción del riesgo de los habitantes de esta zona, acostumbrados a enfrentar otro tipo de desastres, como la sequía y los movimientos de tierra.

Bajo un intenso sol y calor, que poco advierte de la cercanía de un ciclón de gran intensidad, los orientales se preparan para el inminente impacto de Matthew, huracán de gran intensidad, categoría 4 en la escala Saffir-Simpson.

UNA CASA QUE LOS HURACANES NO PUEDEN DESTRUIR

Una casa de madera de principios de siglos, ubicada en el poblado costero de Guayabal, del suroriente cubano, ha resistido el embate del ciclón de 1932, la mayor catástrofe natural en Cuba, y luego se mantuvo en pie ante los vientos de otros fenómenos meteorológicos, incluido en 2008 el huracán Paloma.

Los habitantes de esta localidad de la provincia de Las Tunas se preguntan, ante el inminente impacto de Matthew, si ahora la vivienda resistirá los vientos de más de 200 kilómetros por hora y la penetración del mar, la cual ha sido tan intensa en los últimos años que fue necesario trasladar el poblado unos dos kilómetros tierra adentro.

Aunque se le conoce con el nombre de Paloma, recordando el devastador ciclón que fue el punto de partida para construirla, el nuevo núcleo urbano se denomina José Martí, pero en él no viven todos los habitantes de Guayabal, porque son varias las personas que se resisten a abandonar el sitio fundacional del poblado costero.

Ahora la Defensa Civil ha priorizado la protección a los habitantes del lugar, quienes advierten en el comportamiento del mar, el viento e incluso los animales, la cercanía de una catástrofe natural de grandes proporciones.

Las vivencias de Paloma, en 2008, no son la única causa para que se haya incrementado la percepción del riesgo en la zona. Desde hace varios años es evidente el retroceso de la línea de costa, que ha provocado la inundación de los patios de varias viviendas.

Quizás la casa que los huracanes no pueden destruir resista los embates de Matthew, pero sus días parecen contados ante el silencioso avance del mar que poco a poco roba centímetros a la playa.

LA ISLA DESIERTA

Cayo Granma, ubicado en la entrada de la Bahía de Santiago de Cuba, parece una isla desierta. Sus pobladores han sido evacuados hacia tierra firme ante la cercanía de Matthew y el peligro que representan sus vientos, lluvias e inundaciones costeras. No fue así cuando el huracán Sandy, en 2012, pero ahora la experiencia ha llevado a que las autoridades adopten esta medida, y la población ha cumplido con disciplina.

De topografía irregular y elevaciones, a principios del siglo XX fue ocupado por familias adineradas santiagueras, que tuvieron allí sus casas de descanso o para veranear. Todo su litoral estuvo rodeado de viviendas de madera sobre pilotes, que por su ubicación dentro del mar sorprendían a los visitantes, pero el poderoso huracán Sandy, en octubre del 2012, borró del mapa muchas de ellas y dejó algunos cimientos como recuerdo de su existencia.

Santiago, cuyos habitantes temen más que a nada a que la tierra tiemble, de pronto se ha olvidado de este peligro y ha puesto su vista en el cielo. El viernes y el sábado, el Instituto de Sismología reportó movimientos telúricos de hasta 4,5 grados en la escala de Richter; sin embargo, casi nadie lo advirtió y en la calle la gente solo habla de Matthew.

Mientras se acometen las tareas propias de cada fase de emergencia ciclónica se rememoran las vivencias de Sandy, que hace apenas cuatro años devastó la mayor urbe del oriente del país en casi un 80 %.

 

No se sabe a ciencia cierta cuál será la intensidad con la que Matthew impactará tierra cubana, pero sus efectos serán fuertes, sobre todo en el oriente del país. Así lo advierten los vecinos de varias comunidades del municipio santiaguero de Guamá, considerado uno de los más vulnerables por su cercanía al mar y la abundancia de ríos que rápidamente se salen de su cauce. Allí ya ha comenzado la penetración costera y el oleaje se ha intensificado. Un anuncio de las fuerzas de la naturaleza a las que se enfrentarán los habitantes de esta región.

 


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José Armando Fernández Salazar

Para mí no hay nada mejor que estar con los que quiero, riendo y escuchando a los Beatles


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