miércoles, 25 de septiembre de 2024

Mi Cumbre

Ver a toda Latinoamérica en La Habana fue una confirmación para quienes creemos que, como nunca, el tiempo está a nuestro favor...

Leticia Martínez Hernández en Exclusivo 03/02/2014
13 comentarios
Raúl en el discurso de la Clausura de la Celac
Fui una de las que dije “al fin se acabó”, cuando el Presidente cubano clausuraba la II Cumbre.

Todo parece haber vuelto a la normalidad. Pabexpo, tan diferente a aquellos días en que se llenaba de artesanía y de gente, retomó el silencio. Casi nadie pasa por allí ahora, mucho menos vestidos de traje, chaqueta, estolas o corbatas. Nadie luce credenciales, nadie parece importante, apurado, circunspecto. Y los hombres uniformados han regresado a cuidar otras calles, otros eventos, otras personas...

Todos hemos vuelto a la realidad, o al menos eso sospecho. Algunos a sus palacios presidenciales, otros al papeleo ministerial, y “los más” hemos retomado la rutina de nuestras vidas. Yo, por ejemplo, he vuelto a recoger a mi hija temprano del círculo infantil, he regresado a la oficina en calma, he vuelto a escribir de cosas menos trascendentes que una Cumbre, me he despojado del zapato de tacón alto, he vuelto a mal navegar por la (des) conexión nuestra de cada día…

Sin embargo, todavía queda una sensación extraña, como de mareo, como aquel batuqueo al bajar de la montaña rusa cuando, aún sabiendo que te has sentido bien, sigues necesitando unos minutos para asentar la sangre. Y sí, fui una de las que dije “al fin se acabó”, cuando el Presidente cubano clausuraba la II Cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños, porque aún no me siento apta para tanta emoción junta. Es que la Cumbre que yo viví me deparó más de una sorpresa.

De repente ver a toda Latinoamérica en La Habana, lugar tantas veces desterrado de las citas regionales, resultó bálsamo para los que creemos que, como nunca, el tiempo está a nuestro favor. Y poder ser parte, al menos desde las letras, de esa especie de rescate al guerrillero caprichoso en que devino esta Cumbre, ha sido sin dudas de lo mejor que me han dado mis pocos años en el oficio de escribir.

Cómo no quedarme ensimismada cuando Pepe Mujica, el viejo sabio, le habla a mi grabadora, cuando a ratos me apunta a los ojos, cuando confiesa que Nuestra América ha rescatado el oficio de mirarse entre sí, cuando le pregunto por Chávez y responde, quizás aguijoneado por la retórica que abunda o dolido aún por la pérdida, que “el mejor modo de honrarlo es seguir el camino”. Y una, que siempre lo ha visto en televisión marcando época, nuestra época, no puede más que pellizcarse y continuar entrevistando o más bien aprovechando la buena racha de esta Cumbre.

Así sucedió con Correa, con Dilma, con Evo, con la encumbrada Portia Simpson, la primera ministra de Jamaica… Todos ahí, tan a la mano, tan solícitos para la prensa cubana, mientras mi cara de incrédula se delata en todas las fotos porque, seamos francos, nuestra cotidianidad está llena de “no”, de permisos enrevesados para acceder a las fuentes, de ojerizas si la prensa se acerca.

Y si de periodismo hablamos, el nuestro se lució: días enteros de transmisiones en vivo por radio y televisión, tabloides de ocho páginas en los periódicos de circulación nacional, noticias de minuto a minuto en las páginas web, despliegues fotográficos nunca antes vistos. Todo ello potenciado por una sala de prensa con todas las de la ley, con una conexión de asombro que dejó a más de uno con deseos de quedarse a vivir allí. Así Cuba entera pudo vivir su Cumbre, esa que la lanzó a los titulares durante dos días e hizo caer en cuentas, a quienes aún lo dudaban, que no estamos tan solos como creían.

Detrás de bambalinas, descubrí a Cristina Fernández de Kirchner, tan elegante, tan linda, tan atinada; me acerqué a Dilma, tan regia, tan segura de sí, para preguntarle sobre nuestros médicos; reproché que el Presidente de la Organización de Estados Americanos (OEA) estuviera trasteando su tableta en un cómodo sofá, mientras la CELAC declaraba la región como Zona de Paz, ¿será que no le interesaba?; divisé el abrazo que le dio el mandatario de Dominicana a Raúl luego que encarara en el plenario al presidente de San Vicente y las Granadinas justo antes de abandonar la sala; comprobé que Peña Nieto no era ni tan alto ni tan apuesto, y que Correa se llevó el diploma del Presidente más fotografiado con la gente. Pero sobre todo, me enorgullecí del General de Ejército que, aun octogenario, dedicó cada minuto de la Cumbre a atender a sus invitados, a escucharlos estoicamente, a brindarles lo mejor de su país.

Y si tuviera que salvar un recuerdo de los primeros días de la semana pasada, rescataría sin dudarlo, la Marcha de las Antorchas. Cuando a los estudiantes universitarios se sumaron los líderes de Latinoamérica para honrar al cubano más digno. ¿Cuántos presidentes de este mundo se pueden dar el lujo de Raúl, el lujo de juntarse a los jóvenes en plena calle, sin peligro alguno? Entonces supe desde los balcones atestados de gente, desde las esquinas abarrotadas, desde los niños que sus padres cargaron en hombros, desde la emoción de aquella mujer que no paraba de llorar, desde el jovencito con cara de reguetonero que gritaba “Te vi, Raúl, te vi”, que la Revolución no tiene para cuando acabar. La Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños fue testigo de ello, y de una Cumbre que todos hicimos nuestra.


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Leticia Martínez Hernández

Madre y periodista, ambas profesiones a tiempo completo...

Se han publicado 13 comentarios


Yaima Pérez Concepción desde FB
 5/2/14 10:12

La patria grande unida cada vez más. Ese es el triunfo de los pobres y los humildes.

Gloria Boza Paniagua desde FB
 4/2/14 13:28

Mi enhorabuena a todos los participantes de la cumbre CELAC.

Fremio Mejìa Dìaz
 4/2/14 12:07

Este artìculo es un testimonio del triunfo de la II Cumbre de la CELAC. Desde la Repùblica Dominicana felicitamos al pueblo y gobierno cubanos.

Mariana Herrera Rubia desde FB
 4/2/14 9:35

viva cuba y su gente

Carlos Lara desde FB
 4/2/14 9:34

Viva Cuba que siempre ha sido ejemplo para latinoamerica.

leticia
 3/2/14 15:29

Gracias a todos por compartir la crónica y el amor por Cuba, abrazos

Inesmaria Escalona Jorge desde FB
 3/2/14 15:06

Magnifica cumbre

Arístides
 3/2/14 14:15

¡... TE PASASTES LETICIA! Tu crónica me ha emocionado como no lo habían logrado todo lo que había leído antes sobre este hecho histórico, de América, la nuestra, y de Cuba, que tampoco es de nadie más. ¡FELICITACIONES!

Delia Adega Mustelier desde FB
 3/2/14 13:15

cuba siiiiiiiiiiiiiiiiii

Javier Alejandro desde FB
 3/2/14 13:13

No vivo en Cuba por la simple razón que mi padre quiso que viniera aquí a Canadá a vivir con el pero amigo dentro de muy poco allá estaré co una simple cubano más

Gloria Boza Paniagua desde FB
 3/2/14 13:12

Enhorabuena y a seguir trabajando por la unidad de los grandes pueblos de America Latina.

Miriam Otero
 3/2/14 12:05

Gracias Leticia por esta crónica, usted como siempre tan creativa en su manera de escribir y expresar sus experiencias.

Mercy
 3/2/14 9:48

Qué bonito, Leticia. Creo que haber estado alló es una experiencia sin par, pero con las redes sociales y la virtualidad, se está aquí, allí, en otras partes, en tiempo real.

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