Cuando en 1979 se creaba el Laboratorio a Color del Instituto Cubano del Arte e Industria Cinematográficos (ICAIC), nadie imaginó que 36 años después las salitas que se utilizaban para el visionaje de los materiales que habían sido sometidos a un proceso químico abrieran al público como dos modernas salas de cine 3D.
“Fue una excelente idea de la presidencia del ICAIC. Eso es algo muy válido. Además, los trabajadores de esa edificación se mantienen realizando sus funciones habituales, ahora relacionadas con temas de patrimonio. El público que asiste a las salas 3D no interfiere en las labores de sus trabajadores”, aseguró José Alberto González Frómeta, especialista del Proyecto 23 del ICAIC.
En la capital cubana existen actualmente cinco salas 3D en instituciones estatales: una en el Centro Cultural El Sauce; otra, en El Cinecito, que pertenece al centro provincial de cine; la sala Charlot, ubicada en la planta alta del cine Charles Chaplin y la sala Patria, en el municipio Cerro. Estas dos últimas forman parte del Proyecto 23 del ICAIC.
A esta iniciativa se sumaron las dos salas 3D inauguradas el pasado 20 de agosto en Tulipán y Bellavista, en Nuevo Vedado. Las salitas tienen muy buenas condiciones técnicas, una climatización magnífica, así como equipos de procedencia china.
Según explicó Mario Fraga, uno de los empleados del Laboratorio a Color del ICAIC, las salas 1 y 2 han tenido gran acogida de público, al punto de que se han visto en la necesidad de realizar tandas extras a las planificadas en los horarios habituales (de martes a viernes a las 5:00 y 8:00 pm; sábados y domingos a las 10:00 am, 2:00, 5:00 y 8:00 pm).
Si realizamos una mirada a las cifras podemos comprobar entre el 20 y el 30 de agosto asistieron a las salas unas 618 personas (dato aportado por el proyecto 23 del ICAIC).
Ante la demanda de la población que no puede acceder a las proyecciones, uno de los temas que quizás debiera analizarse en un futuro sería la ampliación de las capacidades en ambas salas, porque solamente cuentan con 18 lunetas cada una.
Es probable que la creación de las salitas responda a la estrategia de autofinanciamiento por la cual aboga hoy la economía socialista en Cuba pero, sin dudas, el mayor mérito fue darle una nueva vida al edificio del Laboratorio a Color del ICAIC que estaba subutilizado.
“En esa zona no hay salas de cine. Es una localidad alejada del circuito cinematográfico de la calle 23”, advierte Frómeta, y agrega: “La realidad es que en esa área de Nuevo Vedado hay una población numerosa, integrada por los vecinos que habitan en edificios de 12 y 20 plantas y en las casas aledañas. Allí viven personas de todas las edades y de todos los grupos etáreos.
”Las salas cumplen su objetivo social primordial que es el esparcimiento y la sana distracción, en un lugar donde hay algunas dificultades con el transporte. Casi todas las películas que tenemos son de entretenimiento para niños. Los títulos son siempre limitados. Ahora la población cuenta con una programación adecuada para niños, adolescentes y adultos.
”A petición del público, cuando llegan al centro encuentran en la entrada la sinopsis de las películas, para tener mayor información antes de verlas. Además, incluimos otras informaciones como el destinatario de cada filme según las edades.
”El precio de las salas es de 10 pesos en moneda nacional y los adultos no pueden acceder ni en short ni en camiseta”, concluye el especialista del Proyecto 23 del ICAIC.
No cabe duda de que con estas nuevas instalaciones se abre un nuevo camino para la apreciación del cine 3D en la Mayor de las Antillas.
opina
5/9/15 13:30
El artículo me parece bueno, pero sigo esperando una explicación lógica al cierre de las salas 3D particulares que existían en todo el país, nuevamente el estado quiere controlarlo absolutamente todo... ¿no era más sencillo dar licencias, que pagaran impuestos...? Trato de buscar explicaciones lóginas pero no me han convencido todavía, sigue siendo insuficiente y ridículo tener solamente 7 salas 3D para casi 2 millones de personas que viven en la capital, gasto de salario, clima, que paga el Estado por gusto... al final los cuentapropistas pagaban consumo eléctrico, compraban los insumos en las tiendas del estado, y además podían pagar licencias, lo mejor era que había muchas opciones para todos los públicos, muchas de ellas bien interesantes, al que no cumpliera pues se le cerraba y ya está, pero no de golpe y porrazo sin siquiera dar una explicación lógica. Ojalá algún periodista haga un reportaje sobre este tema en la prensa plana, ya en otros espacios donde muchísimos no tienen acceso se ha debatido bastante, y seguimos sin ponerle el cascabel al gato. Saludos y espero escuchar alguna opinión de lgún funcionario del ICAIC.
Términos y condiciones
Este sitio se reserva el derecho de la publicación de los comentarios. No se harán visibles aquellos que sean denigrantes, ofensivos, difamatorios, que estén fuera de contexto o atenten contra la dignidad de una persona o grupo social. Recomendamos brevedad en sus planteamientos.