La persecución no acaba. Las sanciones hacia quienes quieren ayudar, de buena fe, no acaban. Las limitaciones y acciones injustificadas no acaban. El gobierno de los Estados Unidos no acaba de entender que Cuba solo busca el bienestar de su pueblo y para ello deben terminar de una vez con el cerco económico, financiero y comercial que tienen impuesto sobre nuestro país que asfixia a su gente.
Mientras 321 delegados de 41 países, representantes de 119 partidos políticos, movimientos y organizaciones que participaron en el XXVII Seminario Internacional "Los partidos y una nueva Sociedad" reclaman el fin del bloqueo hacia Cuba, Estados Unidos busca, a toda costa, darle caza a los pueblos amigos que intentan aliviar las carencias que tenemos.
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Hace unos días, la agencia oficial de crédito, promotora de la exportación y la inversión del sector privado estadounidense en el extranjero, conocida como Eximbank, sancionó a la empresa estatal de Petróleos Mexicanos (Pemex), con la cancelación de un crédito en agosto por unos US $800 millones por exportar petróleo gratis a Cuba durante los meses de junio y julio del presente año.
¿Por qué esta sanción? Pues porque Cuba está sometida a un bloqueo económico por Estados Unidos desde hace más de 60 años y, además, está incluida en la lista del Programa de Limitación de País (Country Limitation Schedule, o CLS) por parte del banco americano. Pero no solo por eso, lo hacen para molestar, para asfixiar aún más al gobierno y pueblo cubano cuando estamos en un momento complejo con la situación del combustible en Cuba. Sin lugar a dudas, este es un acto de naturaleza imperial.
En los detalles de la cláusula de la sanción financiera, se explica que aunque esta va dirigida a la estatal Pemex, no se extiende a todo el gobierno mexicano, por lo que Eximbank continuará apoyando a los inversionistas estadounidenses en sus operaciones en México, excepto en el sector petrolero. ¿Solo en el sector petrolero? ¿Justamente ahora? Más claro, ni el agua.
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Lograr un cambio socioeconómico en la isla para ejercer influencia sobre ella ha sido desde 1959 la gran aspiración de las administraciones estadounidenses. Por eso no han escatimado ni recursos ni esfuerzos para promover y aplicar estrategias que golpeen de manera directa la economía de un país ya de por sí maltrecha y deformada tras siglos de explotación colonial y neocolonial.
El cinismo histórico con el que EE.UU. ha justificado su postura con Cuba muestra a las claras una retórica que se sustenta en una despiadada lógica imperial. Incluso, cuando han reconocido que sus acciones, a pesar del indiscutible daño material, no han logrado rendir nuestro proyecto sociopolítico han manifestado abiertamente la búsqueda de alternativas para continuar con la presión política y la persecución comercial, como esta última con Pemex, de México.
Hablamos, en definitiva, de una realidad, quizás trillada por nuestros medios de comunicación y utilizada en exceso para justificar torpezas propias. Pero una realidad que ha causado y continúa causando daño a varias generaciones de cubanos y que obstaculiza el desarrollo de la nación.
El bloqueo es real; existe, hace daño, asfixia y busca controlar, a toda costa, las acciones económicas, financieras y comerciales que lleva a cabo Cuba. Pero aquí seguiremos... Y no, no estamos solos. Son muchos los pueblos que cada mes se suman y alzan su voz por el fin de este bloqueo injusto.
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