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jueves, 3 de octubre de 2024

¿Periodista o delegado?

Jorge Pérez intenta preservar la legitimidad de dos arduas tareas: periodista de Trabajadores y delegado de la circunscripción de un modesto barrio de Las Tunas...

José Armando Fernández Salazar en Exclusivo 04/01/2016
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Y aquella vez, la primera desde que tenía uso de razón, el periodista Jorge Pérez no fue el que encendió la grabadora y comenzó a hacer las preguntas. Sentado en la sala de su casa aguantó con paciencia la ráfaga de interrogantes que le disparé casi a boca de jarro, impulsado por la confianza de saber que era una conversación con un colega.

No fue un premio, aunque los ha ganado, lo que me llevó hasta su umbral, sino la curiosidad de saberlo, además de periodista del semanario Trabajadores, delegado de la circunscripción de un modesto barrio de la oriental ciudad de Las Tunas.

Sabía de antemano que en la historia nacional y universal han sido varios los reporteros que han aprovechado de su aureola mediática para lanzar una carrera política, y por ahí mismo comencé el diálogo…

“Me convertí en delegado porque en Cuba es un derecho de todos los ciudadanos a elegir y ser elegido en cargos de representación popular. Aunque, como sabes, aquí no se realizan campañas políticas. En mi caso creo que el hecho de ser una persona mediática potencialmente alimentó la esperanza de muchos electores en torno a la posibilidad de que sus problemas no resueltos, no atendidos, yo pudiera llevarlos a las páginas impresas del periódico, cuyo impacto es muy valorado”.

—¿Finalmente ocurrió así?

—Es difícil deslindar ambos campos de acción: el de periodista y el del delegado de la circunscripción. En ocasiones tienes ante ti un problema y uno se debate entre la legitimidad de darle vida en las páginas del periódico o navegar por los canales institucionales preestablecidos. Por su puesto, los afectados prefieren la prensa, porque los implicados responden con mayor celeridad al señalamiento, lo que legitima entre los públicos el razonamiento.

Uno se estremece en el acto de decidir, pero sí he dejado claro y lo seguiré enfatizando, que tengo, además, un compromiso ético con la profesión a la que no voy a renunciar nunca. Eso puede ser incomprendido, porque a nadie le gusta ser cuestionado públicamente, aunque su desempeño lo tenga bien merecido. Trataré de preservar la legitimidad del periodista-delegado, de evitar que las emociones me cieguen y me lleven a utilizar los medios como una herramienta en beneficio de mi gestión como delegado, pero no voy a admitir que los problemas se hagan eternos por desidias administrativas. Seré cuidadoso, pero no dejaré de llevar a las páginas impresas aquellos problemas que lo requieran”.

—¿Cómo es un día normal de Jorge Pérez, el periodista-delegado?

—Es muy compleja esa dicotomía, un periodista nunca acaba de trabajar, el desempeño de la profesión es muy exigente, nunca dejas en la redacción el trabajo porque te lo llevas para la casa.

“La función  del delegado tampoco tiene márgenes, límites, ni en el tiempo ni en el espacio, por eso es realmente difícil congeniarlas y provoca mucho estrés, solo el hecho de pensar que tienes cuartillas en blanco, y mucha gente esperando que tus gestiones fructifiquen en beneficio de algún caso personal o de asuntos colectivos.

”Es constante la necesidad de planificar bien, pero falta tiempo. Todo fuera más fácil si las respuestas administrativas llegaran con más celeridad, si las organizaciones de masas funcionaran mejor,  si no hiciera falta reiterar y reiterar, a veces hasta el cansancio, la atención a los planteamientos de los electores, eso es todavía una asignatura pendiente en nuestro sistema político, cuyo diseño teórico es casi perfecto, pero a los hombres les cuesta mucho trabajo seguir sus derroteros”.   

—Después de varios años escribiendo sobre las elecciones y el trabajo de los delegados de la circunscripción, ¿qué se siente estar en la piel de uno?

—Es cierto que durante mucho tiempo di cobertura a estos temas, los cual fue algo fascinante por la inmensa carga de humanismo que encierra. Desde esa posición estuve muy cerca —casi me sentía parte— de estos procesos, y considero a los delegados y delegadas como verdaderos titanes de la democracia.

“Son en su mayoría personas comunes, de diversas profesiones, con los mismos problemas que agobian a gran parte de la sociedad cubana actual, pero llevan estoicamente sus zozobras  a un segundo plano y se entregan en cuerpo y alma a tratar de paliar las angustias ajenas.

”Con esas experiencias y vicisitudes acepté el reto, sé que me falta mucho por aprender y me siento obligado a procurar la satisfacción de quienes depositaron confianza en mí. Me siento constantemente retado a superarme a mí mismo y lo estoy tratando de hacer”.

—Se ha hablado de que pudieran adoptarse cambios para fortalecer el rol de los delegados. Cree que esta figura pública está necesitada de una revisión en sus funciones y reconocimientos.

—Mira, hay rumores sobre esos asuntos, pero soy de los que piensan —lo reitero— que el sistema de gestión del delegado tiene un diseño que colinda con la perfección, pero la cotidianidad y el accionar de muchos de los encargados de implementarlo desdicen su efectividad.

“El rol del delegado, en mi criterio, tiene que ser más divulgado entre la población, porque  son juzgados más que por sus gestiones —que pueden ser muchas— por la efectividad, es decir, las soluciones que les dan a sus expectativas, y esas no siempre están en correspondencia con lo que haga el delegado; como tampoco todo depende de recursos, una tabla que sirve de asidero a débiles gestiones administrativas, a la desidia en el desempeño, a la falta de proyectos o programas coherentes, lo que obliga a trabajar de urgencias en urgencias.

”Las urgencias tienen que ser atendidas, pero casi siempre son el resultado de algo dejado de hacer oportunamente, de no atender de forma solícita los planteamientos de las comunidades.

”En resumen, en mi opinión, más que revisar las metodologías del funcionamiento, es necesario examinar el quehacer administrativo, que es en definitiva la piedra angular del reconocimiento público del que pueda disfrutar un delegado entre sus electores, y esa es una asignatura pendiente.

”Las carencias materiales que vivimos deben ser paliadas con desempeños íntegros, sin favoritismos de ningún tipo, con sabiduría e inteligencia, de manera que crezca la satisfacción popular, que generaría mayor credibilidad y haría más fuerte el poder popular. Nuestra gente necesita soluciones, más que explicaciones sobre problemas que todos saben no hay por qué eternizar”.

Alguien ha tocado la puerta y Jorge mira el reloj para comprobar que ha comenzado el horario de atender a sus electores, los que, por una de esas casualidades de la vida, en su mayoría son periodistas de profesión. A mí se me han acabado las preguntas y el café que me ha brindado, y me percato de que es la hora de irme. Mientras me da unas palmaditas en la espalda me despide diciendo: “Y la próxima vez que vengas vamos a hablar también un poco de periodismo, ¿eh?”.


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José Armando Fernández Salazar

Para mí no hay nada mejor que estar con los que quiero, riendo y escuchando a los Beatles


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