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miércoles, 2 de octubre de 2024

Marcas veladas pero profundas

Existen en la actualidad muchas maneras de ejercer la violencia hacia las mujeres, especialmente desde los entornos digitales y audiovisuales...

Mayra García Cardentey en Exclusivo 20/11/2015
5 comentarios

Cinthya confía en su novio, lo ama, lo consiente… en demasía. Por “libre voluntad”, “porque lo quiero y no tengo nada que ocultar”, le facilitó las contraseñas de su correo y redes sociales. De igual forma, le hizo saber de las claves de su computadora y celular, e incluso, en algunos casos quitó esas barreras de seguridad. “Es una falta de confianza que no compartamos tales datos”, le exigió él, como usurpador de ese espacio personal para las individualidades que no se traduce, necesariamente, en traición o misterio conyugal. Hoy, el novio de Cinthya no necesita GPS para localizarla ni interrogatorios previos para saber su rutina del día, y mucho menos chismorreos para averiguar con quién anda, con quién habla, qué piensa… Sin consentimiento alguno, sin respeto por la otredad en la pareja, revisa y controla… Cinthya ya no es Cinthya, es tan solo lo que el novio lee en su correo, en su celular, en su perfil de Facebook. Ella con el tiempo… teme.

Pero Cinthya no tiene una bofetada en el rostro, no tiene una marca gris para etiquetar como violencia. Eso parece. Porque en Cuba, en la mayoría de los casos, para hablar del tema debe ir el golpe por medio, el grito, la puñalada... Poco se sabe y se denuncia sobre violencia psicológica. No hay tampoco regulaciones específicas que protejan a la mujer de los maltratos no físicos.

Y no es solo el caso de la intimidación digital, es la mujer que cruza la calle para evitar al grupo de hombres que en la esquina vociferan asquerosidades a las caminantes; o los chistes sexistas de A otro con ese cuento; o los masoquismos de las series y reality show; o la desaprobación popular de que ellas narren deporte; o los restaurantes habaneros que le niegan trabajo a las madres porque resultan “un estorbo” en el cumplimiento de los horarios.

La violencia de género, específicamente contra la mujer, es un monstruo de muchas cabezas, diversas, incontables. No llevan, necesariamente, huella física o cicatriz, a no ser la calcada en el alma, más allá de la vista pública.

En casi todos los entornos laten las escenas, con muestras más fuertes o más endebles, riéndose de definiciones académicas esquemáticas y arcaicas, burlándose de políticas públicas que no se actualizan lo suficiente.

Pero quién mide la violencia psicológica, quién la castiga. Nadie. O casi nadie, que como dice el cantor, no es lo mismo pero parece igual. A lo más, las investigaciones sociales disertan, los encuentros teóricos polemizan, las feministas alertan, las organizaciones gremiales politizan; pero al final, sin leyes, sin estrategias sistémicas y transversales, poco ganan las mujeres como Cinthya.

Algunas entendidas en género, como la periodista Helen Hernández Hormilla, así lo denuncia: “Convendría razonar los porqués de la invisibilidad, de la aceptación acrítica de múltiples manifestaciones de maltrato que tienen como origen las inequidades entre lo femenino y masculino, impuestas ‘caprichosamente’ por la sociedad, la historia y las prácticas cotidianas”. Y en verdad pocas personas escuchan, o al menos no escuchan del todo bien.

Porque para entender y atender el fenómeno hace falta sinergia de enfoques y perspectivas pensadas, asumidas entre todos y todas desde los escenarios de mayor dinamismo, donde se desmonten el orden jerárquico y desigual de los géneros.

También es cierto. Hay camino andado a favor de acciones por disminuir la violencia contra las mujeres en Cuba. Si se analizan décadas atrás, las modificaciones positivas pueden resultar alentadoras, aunque no son suficientes, toda vez que el fenómeno se traduce en nuevas formas y estilos, se acomoda, muta, acoge la estirpe de camaleón en la era tecnológica, en el reality que es vivir cada jornada en una nación todavía extremadamente machista.

Para todas, y para todos, o aquellos que así lo sienten, se trata de un tema urgente a contrarrestar desde la acción y el compromiso. El único antídoto es continuar la exigencia de leyes más atemperadas, de medios más inclusivos, de familias y grupos sociales más flexibles y respetuosos, de escuelas más integrales en perspectiva de género.

¡Urgente!, que el tiempo apremia, que la sociedad convoca. Que las Cinthyas se multiplican como panes y peces… y no para bien.

 

 

 


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Mayra García Cardentey

Graduada de Periodismo. Profesora de la Universidad de Pinar del Río. Periodista del semanario Guerrillero. Amante de las nuevas tecnologías y del periodismo digital.

Se han publicado 5 comentarios


Yirmara
 20/11/15 22:25

Mayra, qué buen trabajo...

Jorge el curioso
 20/11/15 12:38

Estimada Mayra...pocas veces escribo de asuntos q no tengan una brecha para la satira o el chiste porque las cosas muy serias tienden a la rigidez y al pesar....pero al verla con esa sonrisota me imagino que tambien se puede opinar de algo bien serio desde la contentura y eso trataré.......la hembra lleva cuanto?'...195000 años ?...siendo violentada de todas formas y maneras.........mirando al siglo 300 veo a una hembra paralizando , con un laser que lleva a modo de reloj,a un macho que al pasar algo cerca de ella le vino un pensamiento (violencia para ese entonces)de estar copulandola...... la hembra lo toco .comprobó que mantenia sus signos vitales y continuo su paso.......otro macho que por alli pasaba miro la escena y siguio de largo y cuando estaba algo alejado del lugar pensó(a pesar de las advertencias de su computadora de violar el codigo 1252) lo feliz q fuera si alguna hembra lo eligiera a el para copular , algun dia...............Siglos y mas siglos para que generaciones de homo sapiens se eduquen en la igualdad........por ahora .....seguir luchando.....mi respeto y mis saludos.Chao.

sachiel
 20/11/15 12:32

Disculpeme, Mayrita, pero cada cual es responsable de sus propios actos, la Cinthya del cuento puede cambiar todas las claves y exigir y exigirse ella misma más respeto a su privacidad. Sino, tunturuntun.

La Venezolana
 20/11/15 11:07

En primer lugar las mujeres seremos independientes y no manipuladas por los hombres cuando tengamos una independencia economica solvente,cuando podamos escoger la vivienda donde vivir y cómo vivir,porque a veces esas ataduras hacen el que aguentemos o no violencia,tanto psquicas como fisicas,cuando no pensemos tanto en cosas vanales y en solo darle gustos a los hombres,cuando comencemos a pensar que tambien nos merecmos respeto por lo que somos y no por lo que tenemos para darle,en fin cuando nos valoremos más como ser humano y cuando dejemos de mimar tanto y que nos mimen más a nosotras.A muy importante cuando le hagamos ver que nuestro cuerpo no tiene precio.

ANGEL
 29/11/15 10:00

ES CIERTO QUE LA CARENCIA DE RECURSOS MATERIALES INCIDE EN QUE PASEN LAS COSAS QUE MENCIONAS, PERO ESA CARENCIA ES IGUAL PARA TODOS MUJERES Y HOMBRES.¿HAS PENSADO EN EL HOMBRE QUE NO SE VA DE LA CASA Y ESTA AL LADO DE UNA MUJER QUE NO SOPORTA PORQUE NO TIENE A DONDE IR?. POR SUERTE NO ES MI CASO, PERO ESA TAMBIEN ES OTRA CARA DE LA REALIDAD. CREO QUE AL COMIENZO DE CADA RELACION DEBEN QUEDAR SENTADAS LAS BASES DEL RESPETO MUTUO Y TAL VEZ SI FALLA SERIA PRUDENTE DEJARLO PASAR UNA PRIMERA VEZ, PERO DE SEGURO A LA SEGUNDA Y COMO BIEN DICES: TUNTURUNTUN. 

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