Sumar…por los que no pueden hablar

¿Quién nos recibe con inigualable alegría al llegar a la casa?

¿Quién percibe, rápidamente, que algo anda mal y se nos sienta al lado para brindarnos su apoyo y protección?

¿Quiénes nos ofrecen frescura y nos permiten desestresarnos solo con su presencia y energía positiva?

Animales y plantas…Seres vivos que cohabitan con nosotros en los pequeños espacios del hogar y que solo piden, a cambio de sus beneficios, dosis frecuentes de bondad.

Perros, gatos, peces, aves…cactus, helechos, begonias, malangas…dotan de vida nuestro entorno y merecen un cuidado y un cariño correspondiente.

¿Cómo explicar entonces que cada día aumente el número de animales afectivos en las calles, principalmente perros? ¿Qué razones justifican el hecho de que cada vez sean menos los árboles que encontremos a nuestro paso por las calles o que sus podas o cortes sean desastrosos?

Las respuestas a estas interrogantes podemos hallarlas en la conciencia individual de todo el que decide tener una mascota por moda, embullo o capricho y luego se enfrenta a su incapacidad para brindarle tiempo, espacio, manutención, amor, y prefiere abandonarla…o en la de aquellos que prescinden de un frondoso árbol y siembran plantas bajas o en macetas, que luego también pueden descuidarse.

Sin embargo, Nora García, presidenta de la Asociación de Protección a Animales y Plantas (ANIPLANT), asevera que las raíces de este mal realmente están en el contexto familiar y escolar en el que nos desenvolvemos desde pequeños.

Todos los niños, apunta Nora, desean tener un perro, un pajarito, un gato o cualquier otro animal y la aprobación en el hogar de este deseo y los consiguientes ejemplos de respeto y amor que le brinden sus convivientes contribuirá, en gran medida, a que esa persona se comporte de la misma manera en un futuro y pueda transmitirle lo mismo a su descendencia.

“La familia, como en todo, es la clave de la formación de una conciencia proambiental y defensora de los derechos de los animales y de las plantas. Los ciudadanos crecerán convencidos de que no heredamos el planeta para destruirlo o para maltratar a sus especies, sino que lo recibimos en calidad de préstamo para luego ofrecérselo a las nuevas generaciones, y por eso no habrá necesidad de abandonar a un perro en la calle, exponiéndolo a enfermedades, hambre y deshidratación, ni habrá razones para dejar morir una planta por “falta de tiempo” para regarla”, afirmó.

Sin embargo, esta noble mujer, continuadora de los ideales de Jeannette Ryder-quien fundó en nuestro país el Bando de Piedad, con el lema Nosotros hablamos por los que no pueden hablar - insiste en que, a pesar de la influencia decisiva que ejerce el entorno familiar y escolar en el cultivo del amor a la naturaleza, la sociedad también debe tomar cartas en el asunto.

“En distintos espacios en las escuelas, en las comunidades, debe incentivarse el cuidado a las plantas y a los animales sin distinción, porque todos, hasta los que forman parte de nuestro actuar cotidiano, como los caballos de los coches, merecen sensibilidad en el trato.

“No obstante, y teniendo en cuenta que no podemos apelar a la sensatez y al buen corazón de las personas solamente, ANIPLANT defiende y aboga por la aprobación de una ley de protección animal, como la que existe en otros países, que sirva para erradicar tradiciones culturales negativas que deforman la imagen de nuestra cultura y que tipifique las conductas violatorias hacia los animales y permita sancionar, legalmente, a quienes las ignoren”, agregó García.

La Asociación, enfatiza, hace su parte y se nutre de personas que desean revertir la cruda realidad que protagonizan algunos animales, tristemente abandonados, y exigen que se sancione a quienes atentan con el verdor citadino, teniendo en cuenta que sí existen las instancias para ello. Ellas hacen que las acciones trasciendan las paredes de su sede en Centro Habana y salen a andar por las calles, con pancartas en sus espaldas que ilustran el destino desgraciado de algunos canes, con el ánimo de sumar.

“Es necesario sumar cada vez más a seres humanos capaces de tratar por igual a los otros seres vivos…personas que puedan pensar al revés, es decir, no por ellos, sino desde ellos y para otros. Otros que no pueden hablar y también se lo merecen”, concluyó.