Todas las voces en TeleSUR

“Periodista, si usted se quiere enterar de todo lo que pasó, ponga TeleSUR”, me dijo aquella tarde el  viejito que se sentaba siempre a tomar fresco en la acera del barrio. Como un bólido corría hasta la casa para saber lo que había sucedido aquel aciago martes, 5 de  marzo. Y allí estaba el canal de noticias anunciando, de inmediato, y luego una y otra vez, la muerte de Chávez, el hombre inmenso que entre tantísimas cosas había dado cuerpo a la idea de una televisora para el Sur, “la niña bonita de la integración", como la calificó el día de su nacimiento: el 24 de julio del año 2005, fecha del natalicio del Libertador Simón Bolívar.

Decía Chávez: “uno oye TeleSUR y es como una música divina, una música del alma”. Lo  mismo le parece al señor de mi barrio, pues con solo encender su televisor se le cuelan los rostros de un mundo hasta entonces prácticamente desconocido. A estas alturas todavía recuerda él las imágenes del golpe de Estado al presidente hondureño Zelaya, las del terremoto y la epidemia del cólera en Haití, las de la guerra en Libia, en Siria. Me habla también de Venezuela, de las guarimbas, de la guerra económica; de México y sus desaparecidos; de Palestina y sus dolores; de la Ley de Herencias en Ecuador; de los fondos buitres que acechan a Argentina. “De todo eso me entero por TeleSUR”, aclara. Y así, en conversación sencilla, a tantos kilómetros de Caracas, donde se genera esa señal televisiva, se hace realidad su máxima fundacional: la búsqueda de una información veraz, que contrarreste el discurso hegemónico.

Mario Estupiñán, el anciano de mi barrio, no entiende mucho de esas palabras, pero está claro de que TeleSUR le trae la verdad de hechos noticiosos antes sesgados, sabe de ellos de manera inmediata, objetiva, gracias a sus corresponsales en todo el mundo, hombres y mujeres que, según dice, “están en todas, con una valentía tremenda”. Con algunos de ellos conversó Cubahora a propósito de la década de trabajo que andan celebrando y dos palabras se repiten en las entrevistas: orgullo y responsabilidad.

Desde Egipto, Yosvany Noguet confiesa que formar parte del equipo “es una responsabilidad con la verdad, con las personas que necesitan ser escuchadas… Para mi TeleSUR llegó cuando menos lo esperaba, era una etapa difícil de mi vida familiar y tuve que tomar decisiones inesperadas, pero que hicieron posible el sueño de mis padres de verme crecer en los momentos más complicados, logré darles una nueva alegría que implicaba tener que alejarme del hogar… pero acudí al llamado del futuro, porque el pasado y el presente lo conocíamos.”

Según considera el periodista cubano, “el canal ha podido trasmitir en vivo los hechos más relevantes de toda la región y también de muchas otras zonas del mundo, en lo fundamental, porque cuenta con un lenguaje y una agenda que les son propios, de modo que puede mostrar el mundo tal cual es y no esa versión magnificada y muchas veces prefabricada que nos muestran los grandes consorcios informativos, muchos de los cuales dejaron de ser hegemónicos precisamente a partir del nacimiento de TeleSUR”.

—Reportas desde una zona en conflicto, ¿cómo calificarías la experiencia que has vivido?

“Cuando uno decide ser periodista sabe que está expuesto a tener que reportar desde zonas en conflicto. Prepararse siempre resulta importante, aunque en el terreno uno se da cuenta que toda preparación es poca para iniciar la difícil tarea de mantenerse en pie... Aquí en Egipto cuando menos lo he imaginado he tenido que estar en contacto con los gases que reprimen algún tipo de manifestación popular, asistí al proceso de transición que vive el país y pude ver cómo los ciudadanos emitieron sus votos para reformar primero la Constitución y luego elegir un nuevo presidente, hemos informado de grandes cumbres regionales, de la construcción del canal paralelo al de Suez, del desarrollo de ferias comerciales internacionales y eventos deportivos con presencia de latinoamericanos.

A diario reportamos sobre ataques a puestos de control de la policía y el ejército que, desde la distancia, a algunas personas pueden parecerles noticias frías porque de tan cotidianas pudiera parecer normal el hecho que digamos las cifras de muertos y heridos por ataques terroristas sistemáticos. Ha sido interesante en estos casi dos años descubrir cuánto persiste en las mentes la cultura faraónica, es como andar a pies descalzos por las páginas de un libro que se escribe cada día y donde además de observador resultas escribano y lector de los relatos cotidianos que narras en cada despacho periodístico”.

“También uno crece como ser humano y como profesional de la noticia en cada jornada. Resalto en particular los dos viajes a la Franja de Gaza para reportar la llegada de los convoyes de ayuda humanitaria de Venezuela y Ecuador, que fueron enviados para atenuar las difíciles condiciones de los pobladores palestinos tras los últimos ataques de Israel. Cuando ves las caras de alegría de las personas que reciben esa ayuda y el agradecimiento porque exista una prensa capaz de acceder a un sitio bombardeado, entonces entiendes que has escogido bien el camino, que has escogido bien la profesión, así es que logras olvidar todas las vicisitudes para llegar hasta allí”.

Para Fabiola López, la corresponsal en Cuba, formar parte del equipo de TeleSUR es además un reto, porque “es un medio muy prestigioso, cada vez más la plataforma multimediática TeleSUR es la opción que prefieren los que buscan todas las aristas de los acontecimientos, los que gustan de profundizar en los hechos con todos sus matices. También es el medio que refleja las historias, pasiones, sentimientos y esperanzas de los más humildes”.

Se hace un periodismo presencial, acota. “Todo el tiempo tienes que estar pendiente del desarrollo del acontecimiento. Las notas de TeleSUR exigen de contexto, antecedentes, no son trozos de historias descontextualizadas como suelen hacer muchas cadenas, que solo apuestan por el espectáculo  banal y la estulticia. Los productos de TeleSUR son vistos  por una audiencia cada vez más inteligente, más crítica, lo cual es un desafío para nosotros”.

El trabajo en estos diez años ha demostrado que “el espectáculo televisivo no tiene que estar reñido con una mirada profunda, también que se le puede rendir culto a la verdad sin hacer propaganda y se pueden mostrar todas las aristas, sin dejar de ser un medio comprometido”.

—¿Qué crees entonces distinga a sus profesionales?

 “Me parece que somos periodistas a los que no nos gusta que nos colonicen las ideas”.

Otro de los cubanos implicados en el quehacer de TeleSUR es el carismático comentarista deportivo Renier González, a quien el canal también le ha aportado mucho en su crecimiento profesional y como ser humano. De temporada en temporada lo vemos en la sede de Caracas mostrando su valía aunque, me cuentan algunos de sus compañeros, le han pedido permanecer más tiempo allí pero no él no le gusta distanciarse mucho de los suyos en la Isla.

Presionado por el ajetreo de estos días en los Panamericanos de Toronto, cuenta a rápido Cubahora que la primera vez que llegó al canal fue en junio de 2011 para la cobertura de la Copa América en Argentina. Allí surgió el programa Nuestra América Deportiva (NAD), en el que participaba durante su segmento de análisis. Para él, la contribución más significativa de TeleSUR es haber “dado voz a los que no tenían y visibilizar a quienes por años fueron excluidos por las grandes transnacionales de la información, incluso en el mundo deportivo”.

Y entre tantos recuerdos rescata aquel de la cobertura del Mundial de Fútbol, en Brasil, cuando subió la Favela de Mangueira: “ser tratado allí con toda la amabilidad del mundo y regresar en par de ocasiones más generó un gran asombro, pero sirvió para comprobar el cariño hacia quienes se preocupan por los pueblos latinoamericanos”.

Julio César Mejías, otro isleño en TeleSUR, lleva 25 años ejerciendo el periodismo y no duda en afirmar que la “tarea más grande que le han encomendado” es formar parte de ese equipo. Desde hace dos años reporta desde Moscú, huracán informativo en los últimos tiempos, experiencia que califica de invaluable y extraordinaria, “porque te demuestras a ti mismo que puedes desafiar peligros, salvar obstáculos y a la vez satisfacer tus apetitos profesionales. Porque, aunque estás consciente de que tienes que tomar precauciones de seguridad, explotas todas las habilidades posibles para ejercer tu profesión, para satisfacer tu compromiso de informar sobre lo que realmente está sucediendo, ofrecer las aristas que los medios de Occidente no enseñan o no les conviene mostrar. Es una experiencia incalculable: trabajar al límite por la profesión que amas y con la cual te sientes comprometido”.

A los periodistas que trabajamos en TeleSUR “nos diferencia el compromiso de informar y comentar todo aquello que los grandes medios ocultan, distorsionan o ignoran. Es imprescindible salir cada día dispuesto a hurgar en los colores y sabores de la vida de la gente común, de los que sufren las injusticias de la oligarquía financiera global y de los que luchan desinteresadamente por salvar a nuestro planeta”.

 “El canal hace un periodismo consagrado a los pueblos, reporta con justicia, dignidad y objetividad, pero sobre todo con un gran compromiso con la Patria grande latinoamericana”.