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viernes, 4 de octubre de 2024

Tres miradas a Cuba (XLII)

Lorenzo no llamaba Modesto… Manzanillo en el contrabandeo… y los malapagas no se inventaron ayer...

Argelio Roberto Santiesteban Pupo en Exclusivo 07/05/2016
1 comentarios

PIMER VISTAZO: EL TIPEJO QUE SE APROVECHÓ DE UNOS CENTÍMETROS

   En la primera mitad de los mil seiscientos, uno de los insoportables mandantes que la Metrópoli envió para gobernar en Cuba fue el andaluz Lorenzo de Cabrera.

   Corrupto hasta los tuétanos, fue contrabandista de negros, y sus abusos e inmoralidades hicieron historia.

   Este Caballero de la Orden de Santiago no constituyó, precisamente, un ejemplo de humildad. En efecto, él no se llamaba Modesto.

   ¿Me pedía usted un ejemplo relacionado con lo dicho? Pues sépase que, durante su mandato, le agregó unos escasos centímetros a los muros de la fortificación habanera de La Punta, lo cual lo movió a una terrible tentación.

   Sí, escribir sobre aquellos muros lo siguiente: “Este castillo se hizo gobernando Lorenzo de Cabrera”.

SEGUNDO VISTAZO: MANZANILLO, PARAÍSO DE LOS CONTRABANDISTAS

   Por lo que voy a decir, que no se molesten mis amigos manzanilleros, entre quienes eché una grata parte de mi ya lejana juventud. Pero debo declarar que sus antecesores fueron tremendísimos contrabandistas.

   La comarca manzanillera, a principios de los mil seiscientos, fue la capital del más furioso “contrabandeo”.

   Era tan intenso el comercio con gentes de cierto idioma, que al monarca le enviaron un informe –más bien un chivatazo--  donde aseguraban que a aquellos vecinos sólo les faltaba hablar inglés, para ser ingleses.

   Claro, los ayudaba la red fluvial del río padre. Porque el Cauto desemboca, precisamente, en el Golfo de Guacanayabo, adonde acudían los “hermanos de la mar”, hábiles hombres del “comercio de rescate”.

TERCER VISTAZO: AL POBRE PINTOR LE QUERÍAN DAR LA MALA

   Transcurre en San Cristóbal de La Habana el Año del Señor de 1599, y Juan Camargo anda echando espumas por la boca.

   Aquello, más que un hombre, parece un basilisco, u otro temido monstruo mitológico. No se le puede ni hablar, pues a quien le dirija la palabra lo manda para ciertos lugares, que aquí no puedo repetir, pues agrediría a la decencia periodística.

   Sobradas razones tiene para su perreta: le encargaron la confección de un retablo en la Parroquial Mayor, y él cumplió, pero los dos mil cuatrocientos ducados prometidos por el Cabildo no aparecen por parte alguna.  O sea, como diríamos en cubiche: no acaba de cantar el gallo.

   No caben dudas: hay pruebas documentales de que los “malapagas” no surgieron ayer, sino que jeringan al prójimo desde remotas épocas.


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Argelio Roberto Santiesteban Pupo

Escritor, periodista y profesor. Recibió el Premio Nacional de la Crítica en 1983 con su libro El habla popular cubana de hoy (una tonga de cubichismos que le oí a mi pueblo).

Se han publicado 1 comentarios


onsube
 7/5/16 23:33

Argelio, ud como siempre con historias y anécdotas muy interesantes.

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