miércoles, 25 de septiembre de 2024

Un Festival que ya es historia

El XVIII Festival Mundial de la Juventud y los Estudiantes avivó en sus participantes el deseo de paz, unidad y lucha por un mundo de transformaciones sociales…

Yuniel Labacena Romero en Exclusivo 15/12/2013
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Festivall Mundial Juventud
En el Festival los jóvenes intercambiaron deas sobre el mundo que quisieran.

Ecuatorianos, cubanos, belgas, surafricanos, vietnamitas colombianos y paraguayos, entre otros, intercambiaron durante siete días como si fueran viejos conocidos. El espíritu de amistad y solidaridad que identifica a los festivales mundiales de la juventud y los estudiantes se apoderó de esos miles de compatriotas que llegaron esta vez a Ecuador.

Allí concluyó hace unas horas el XVIII Festival que avivó en sus participantes el deseo de paz, unidad y lucha por un mundo de transformaciones sociales. Fueron intensas las jornadas vividas en la mitad del planeta con los intercambios en foros, seminarios, talleres y conciertos.

Desde el propio inició se ratificó el objetivo de continuar la batalla para derrocar al imperialismo y ello quedó respaldado en la declaración final del foro. Los jóvenes que ahora regresan a sus países están llamados a unirse a la lucha popular y obrera para hacer realidad ese propósito de millones de seres humanos del mundo.

Las más diversas realidades de nuestras naciones se escucharon en Ecuador. Las voces noveles condenaron otra vez el Bloqueo que hace más de 50 años impone los Estados Unidos al pueblo de Cuba, así como también la inmediata libertad de los cuatro cubanos que continúan en prisión en ese país por luchar contra el terrorismo.

También expresaron el apoyo a los procesos de integración regional y a los mecanismos de cooperación que desarrollan varios países de América Latina y el Caribe como el Alba, la Celac y Unasur, en la búsqueda del bienestar y la transformación verdadera de sus pueblos sin la injerencia imperialista.

Las causas de los pueblos palestino, chipriota y saharauí igualmente hallaron eco en el encuentro como también el respaldo al proceso de paz en Colombia. Se denunciaron la pobreza, las detenciones ilegales, la expansión de las guerras, los asesinatos arbitrarios y el subdesarrollo, entre otros problemas que hoy acosan al planeta.

Los jóvenes ratificaron su apoyo a la Revolución Ciudadana que encabeza el presidente Rafael Correa y agradecieron la oportunidad de conocer de primera mano cuánto avanza ese país y sus esfuerzos para lograr la dignidad humana, la equidad social, el bienestar económico y desterrar viejas políticas neoliberales.
El documento resumió los intensos debates de una semana. Los principales temas que preocupan y ocupan a los jóvenes en este mundo, necesitado de profundos cambios que pongan fin a la irracionalidad, los dobles raseros y que aseguren a todos los seres humanos por igual una vida digna tuvieron allí su espacio.

Cuentan los participantes que todo fue excepcional en el Festival. Pero, sin dudas, el tradicional tribunal para juzgar al imperialismo por los crímenes contra la humanidad dejó una huella profunda, madurez y compromiso político. Dos días fueron pocos para denunciar a ese enemigo común de nuestros pueblos por tantos males repartidos.

La injerencia norteamericana en Venezuela, el bloqueo de Estados Unidos contra Cuba, la ocupación británica de las Malvinas, el terrorismo de Estado en Colombia, la independencia de Puerto Rico fueron temas que se demandaron en ese espacio y cuyo veredicto de culpabilidad llama a los pueblos a lograr que los autores materiales de esos actos sean juzgados y condenados.

El Parque Bicentenario, sede principal del Festival, fue otro desde el siete de diciembre. A pesar de las bajas temperaturas, allí se respiraron aires más juveniles. Desde la propia inauguración, las muestras folklóricas de cada país, las competencias deportivas, los talleres de intercambio y las más diversas actividades es muestra que desde allí se fundieron los sueños de la joven generación por otro mundo mejor, que sí es posible.

El XVIII Festival, cuarto que se realiza en un país de América Latina y el Caribe después de los dos celebrados en Cuba (1978, 1997) y Venezuela (2005), ya es historia. Toca ahora que cada espacio logrado se multiplique nación por nación para que siga demostrando con creces su acertada concepción. Esta fiesta de los jóvenes y para los jóvenes del mundo es de las que aman y construyen.


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Yuniel Labacena Romero


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