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domingo, 6 de octubre de 2024

Un hombre: Camilo

Más allá de los epítetos y heroicas anécdotas, late el espíritu de un formidable ser humano…

Iris Leydi Madera Iglesias en Exclusivo 28/10/2016
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“Si nosotros inventáramos un nombre para un personaje de leyenda le podríamos poner el nombre de Camilo Cienfuegos. La misma muerte de Camilo, perdido en el mar, la manera de conmemorarla, echando una flor al agua, y todas aquellas, sus hazañas, son acciones de leyenda”, aseguró en una ocasión Vilma Espín, eterna compañera de luchas.

Hoy, cuando conmemoramos un aniversario más de la ausencia física de Camilo, un tierno aroma a rosa recién cortada comparte espacio con los libros y uniformes escolares, en busca del río, o brazo marino más cercano. Fotos del guerrillero risueño con sombrero alón resaltan en los titulares; las miro y me pregunto: ¿cómo era realmente Camilo? ¿Cuántos detalles de su personalidad faltan en los textos de Historia?

Pudiera parecer mítica la impronta de un joven de solo 27 años que en el océano dejó el cuerpo, mientras pegó alas al espíritu para esparcirse, con la levedad del polen, en cada corazón de los cubanos. Su vida, como la de Mella, Rubén, y otros tantos hidalgos, fue tan efímera como real.

Hace un año recorrí las habitaciones de la pequeña vivienda de la calle Pocito, en la barriada de Lawton, perteneciente al habanero municipio 10 de Octubre, otrora Jesús del Monte. Sorprendida constaté la modestia de aquel sitio, donde la dulzura de Emilia Gorriarán Zabala se apoderó de cada espacio, y las pertenencias de su hijo, el Señor de la Vanguardia son retazos de imperecederas anécdotas.

Sin embargo, ni la excelente explicación brindada por las museólogas logró saciar mi avidez por conocerlo. No bastan las grabaciones de sus discursos, quisiera haber escuchado la risa del niñito de cabello rubio en los inicios, amante de la pelota y de hacer “trastadas”, como cualquier pequeño de estos tiempos.

Le tendería la mano en el momento en que interrumpió sus estudios de escultura en la Academia San Alejandro para irse a trabajar a tiempo completo como sastre en la tienda El Arte. Valerosa fue su actitud, multiplicada hoy en el ahínco de no pocos jóvenes, decididos a laborar honestamente cuando las carencias económicas asedian el bienestar familiar.

Ojalá los retratos escondieran algún agujero para viajar en el tiempo, veríamos al lozano retoño de Ramón Cienfuegos compartiendo bromas con sus hermanos y amigos, o tal vez frases de halago a alguna noviecita. Seguro le era fácil seducir, con su alta estatura y jovial tono de conversación, en tanto disfrutaba de la música popular. ¿Cuáles eran sus géneros e intérpretes favoritos? Quedará esta cuestión en el tintero.

La Sierra Maestra esconde aún vivencias. Más allá de las cómicas anécdotas de cuando le dijo “matasanos” al Che por intentar extraerle una muela, y el valor demostrado al dirigir batallas épicas como la de Yaguajay. No sabemos cuántas veces sintió temor y necesitó regresar a La Habana solo por minutos, en busca del abrazo maternal, del beso en la mejilla en confirmación de: “Lo estás haciendo bien”.

Tendrá siempre razón Vilma, sus hazañas le armaron coraza de héroe. Pero, lejos de teorías mitológicas y epopeyas de la tradición homérica, detrás del líder de la Columna No.2 Antonio Maceo, que luego detuvo al traidor Hubert Matos, late el temple de alguien sencillo, como usted, amigo que deja el sudor en las maquinarias, huele a polvo de tizas, o labra la tierra y después llega a casa cargando bolas con pan, aceite y frijoles. Esa es la verdadera furia titánica sembrada en el pueblo cubano, quintaesencia de un hombre, Camilo.


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Iris Leydi Madera Iglesias


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