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jueves, 3 de octubre de 2024

Un Martí con las nuevas tecnologías

Un joven que se ha dedicado a fomentar la herencia del Apóstol asegura que el pensamiento martiano ha de enseñarse sin prejuicios ni limitaciones...

Yuniel Labacena Romero en Exclusivo 28/01/2016
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¿Qué mejor que el estudio del Apóstol para formar los mejores ideales de patriotismo, de defensa de la nación, de identidad, de compromiso, de integración, de antiimperialismo, valores que deben caracterizar no solo a los cubanos sino a todos aquellos que habitamos en este planeta? José Martí, el más grande pensador revolucionario de este continente, hoy nos es absolutamente necesario, por ello estudiar y enseñar su vida y obra es una acertada consideración del pasado y del presente.

El estudio y enseñanza del pensamiento martiano no es una tarea académica; es, ante todo, una necesidad política. No podemos pasar por alto que el estudio de Martí no es un curso o seminario, no es un tema, sino un componente esencial de la cultura que sólo se adquiere estudiando a Martí por Martí de forma sistemática, y asumirlo con dimensión planetaria y no como un patrimonio exclusivo de la Mayor de las Antillas.

Muchos son los espacios —dentro y fuera de Cuba— donde se aglutinan los seguidores del maestro, los interesados en el cultivo de su herencia martiana y de la siembra de su semilla en las nuevas generaciones. El joven abogado Yusuam Palacios Ortega es uno de ellos. Este apasionado martiano no solo lidera el Movimiento Juvenil Martiano, sino además el Museo Fragua Martiana, espacios desde donde cada día promueve el acercamiento al más universal de los cubanos.

Como uno de los cimientos de la juventud cubana y una fortaleza para ganar la guerra cultural que se nos hace, definió hace un tiempo Yusuam al Movimiento, con casi 30 años de creado para rescatar la vida y obra del Apóstol en los jóvenes. Y añadía que es un reservorio de cultura, de espiritualidad, de historia patria, de amor a Martí, de convicciones revolucionarias y vocación de justicia.

El Movimiento está en una búsqueda constante de renovación para contribuir a la formación espiritual de nuestra sociedad. Es un joven que despierta lleno de aspiraciones y esperanzas, con muchísimos retos por delante y unas ganas tremendas de hacer, formado por un nutrido grupo de muchachos que aman a Cuba, que llevan muy dentro a Martí y que sienten la necesidad de servir a la Patria como el buen hijo lo hace con su madre, apunta.

—¿Cómo debe ser la juventud martiana de hoy?

—Una juventud hermosa de pensamiento y acción, que le imprima a sus actos la belleza de la vida, del buen gusto, del amor como energía revolucionaria; una juventud arriesgada, que haga lo que parece imposible hacer, que no tema a su pensamiento, sea cuestionadora, transforme su realidad desde el conocimiento que haya adquirido.

“Una juventud revolucionaria socialmente, que muestre al mundo su espíritu alegre, lleno de vitalidad, su condición humana y ética capaz de vencer los efectos de la crisis humanística que experimenta el mundo moderno; una juventud creadora, no anquilosada, dotada de lealtad reflexiva ante los desafíos que le impone la vida; una juventud que no se canse de buscar, amar, latir fuerte y ser el termómetro de la sociedad donde vive.

”Una juventud que ame a su Patria, con sentido del momento histórico, como las de Mella y Villena, Fidel y la Generación del Centenario; que defienda su identidad, que luche contra la colonización del ser humano en sus más diversas formas, que sea justa”.

—¿Cuáles son los principales desafíos que afrontan los métodos de enseñanza del pensamiento martiano en una época como la nuestra?

—Son muchos, sobre todo cuando vivimos en una época tan compleja como la actual, cuando el equilibrio del mundo sigue siendo vacilante y dudoso, donde existe un insostenible orden económico, político y cultural impuesto al mundo, donde están muy arraigadas la cultura del “tener”, la exaltación por lo material, la banalidad y la dominación de las mentes humanas con propuestas enajenantes y colonizadoras.

“Un reto es que nuestros métodos de enseñanza en sentido general, y particularmente del pensamiento martiano —si atendemos a que Martí es un antídoto para toda la barbarie que significa no propagar la cultura en estos tiempos—, han de adecuarse al momento presente sin que dicho ajuste merme la esencia que nos distingue. Ha de promoverse el método electivo en la enseñanza. Muchas veces olvidamos que ahí está el fundamento de la escuela cubana.

”El pensamiento martiano ha de enseñarse sin prejuicios ni limitaciones. Hay que mostrar a un Martí verdadero, humano, aunque ello parezca un pleonasmo, sin encuadrarlo o presentarlo bajo conceptos preelaborados. Su enseñanza tiene hoy que estar a tono con las nuevas tecnologías; hay que colocar a Martí en las redes sociales, con frescura, con el atractivo que necesita la juventud, y enseñar el método que nos permita descubrirlo por nosotros mismos, el Martí que luego llevaremos dentro”.

—¿Qué aspectos debemos tener en cuenta para estudiar y enseñar a Martí?

—Su humanismo, esa condición humana que lo eleva y a la vez lo acerca sobremanera a nosotros. El Apóstol fue un hombre de su tiempo, que nos dejó importantes lecciones. Conocerlono puede ser una quimera, no es algo inalcanzable, no es asunto del pasado ni del futuro que nunca llega.

“Conocerlo es una decisión que pasa por el amor, por las ansias de ser útil, por la dulzura de un abrazo entre amigos, por el beso de la mujer de quien estamos enamorados, por la urgencia de salvar la humanidad. En Martí encontramos un camino; él nos conduce si permitirnos ser conducidos por el sendero del conocimiento, de la cultura de hacer como la mejor manera de decir, por la utilidad de la virtud”.


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Yuniel Labacena Romero


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