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viernes, 4 de octubre de 2024

Y sin embargo se mueven (+ Infografía)

Cuando la migración no ocurre ordenadamente, se producen contradicciones en el planeamiento urbano y los planes de ordenamiento territorial...

José Armando Fernández Salazar en Exclusivo 05/05/2016
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Sin perder su aire de vecindario surgido a hurtadillas ha tomado forma un nuevo barrio en la provincia de Las Tunas. Creció a un costado de la línea central del ferrocarril a una silenciosa velocidad. Ahora ya tiene una identidad. No faltan los carteles anunciando una venta, las bocinas con reguetón a deshora y los niños jugando trompo en una esquina.

En varias ocasiones  estuvo en riesgo de desaparecer, no obstante sus habitantes persistieron y en la actualidad ya cuenta con servicios como la electricidad. Aunque sigue teniendo ante sí, los retos de mejorar el acceso  al acueducto y el alcantarillado y erradicar males como el alcoholismo y la violencia.

Llegados de comunidades rurales cercanas a la ciudad de Las Tunas, de municipios e incluso de otras provincias, aquellos adelantados desbrozaron la maleza definieron las parcelas y levantaron casas, en abierto desafío a las leyes básicas del urbanismo. Era un sitio nuevo de calles sin nombres y donde y las direcciones se daban señalando con el dedo.

La historia de este barrio es como la de otros similares en la ciudad de Las Tunas, una de las capitales provinciales que más ha elevado su población desde el año 1975 y la de mayor índice de residentes nacidos en otros lugares (26 por ciento). Según  datos del Instituto de Planificación Física, en 40 años la urbe triplicó su extensión territorial y su población total se duplicó.

 “ME VOY PA’L PUEBLO”

Uno de las zonas que más beneficios recibió de la Revolución fue el campo mediante servicios sociales y económicos e incentivos productivos, con el ánimo de acortar las distancias entre lo rural y lo urbano. Estas acciones elevaron considerablemente el nivel de vida de los campesinos pero indirectamente fomentaron la emigración.

A pesar de todas estas conquistas, culturalmente continuó una mirada de prejuicios hacia la ruralidad, a lo que han contribuido los humoristas y guionistas de televisión con poca imaginación, quienes tienden casi siempre a caricaturizar al guajiro.

A juicio de expertos, en la actualidad, la tendencia a emigrar del campo a la ciudad responde fundamentalmente a causas económicas y aquellas asociadas a los problemas en las cadenas productivas.

Liset Montero, especialista del Instituto de Planificación Física, opina que “parte de la solución sería incentivar el desarrollo de los subcentros de servicios. Eso no detendría la desaparición de los pequeños puntos habitados pero, al menos, retrasaría la tendencia del despoblamiento de las zonas.

En similares términos se expresa Belisario Cedeño García, doctor en Ciencias e investigador del Centro de Estudios de Desarrollo Agrario y Rural (CEDAR) de la Universidad de Las Tunas.  Desde su punto de vista “hay razones objetivas que influyen como la calidad de los suelos y las adversidades climáticas. Además, en lo subjetivo tenemos más problemas”.

“Si se desatienden los pequeños asentamientos se fortalece la tendencia migratoria hacia los núcleos poblacionales más grandes. Es necesaria la diversificación de las opciones”, insiste. A su juicio el desempeño de las cooperativas agropecuarias y otras formas de gestión de la producción de alimentos en los campos puede marcar la diferencia.

Así piensa también el académico Juan Idalberto Ricardo Botello. “La situación económica del país aconseja incorporar estas nuevas formas de propiedad a la solución de los problemas económicos y sociales a todos los niveles, bajo el principio de que el trabajo sea la fuente de riqueza y medio de vida, dice.

Las cooperativas no agropecuarias, insiste Ricardo Botello también podrían ser “una alternativa para los municipios en aras de buscar mayor eficiencia en la creación de bienes y servicios por la vía no estatal, pensando ya en lo más local de esta gestión.” 

Y SIN EMBARGO SE MUEVEN

El flujo del campo a la ciudad, explica Carlos Peña, especialista de la Oficina de Estadísticas e Información, ya venía produciéndose desde mucho antes pues la gente “tiende a urbanizarse y el primer paso es concentrarse en determinados lugares. “Ese es un asunto que estamos estudiando –agrega- porque en los censos se evalúa la emigración total que no es exactamente lo que queremos analizar en la encuesta que haremos en 2016”.

Un importante atisbo son las investigaciones que desde el Instituto de Planificación Física ha desarrollado la especialista Liset Montero Infante, quien plantea que hay una evidente tendencia a la desaparición de los pequeños asentamientos y que sus habitantes se agrupen en los subcentros de servicios casi siempre en los ejes de vías fundamentales.

 “Una de las cosas que encontré en mi investigación –cuenta- es que los jóvenes se quieren ir de esas comunidades rurales pequeñas. Incluso son alentados por sus propios padres que quieren para sus hijos otra cosa”.

Una de las consecuencias más fuertes de la migración del campo a la ciudad es que la población en edad laboral temprana y con un nivel escolar relativamente más alto es la que muestra cierta propensión mayor a emigrar hacia las ciudades, dicho flujo beneficia a los destinos al decir de un reporte del Centro de Estudios de Población y Desarrollo de la Oficina Nacional de Estadística e Información de septiembre pasado.

Sin embargo, en las zonas rurales las consecuencias son de otro carácter pues la salida de los más aptos física y profesionalmente  para trabajar y en edad reproductiva compromete su futuro. 

Al mismo tiempo, las zonas receptoras experimentan una tensión en sus servicios y cuando la migración no ocurre de manera ordenada, se producen contradicciones en el planeamiento urbano y los planes de ordenamiento territorial.

La aparición de comunidades ilegales es quizás la cara más visible de la emigración del campo a la ciudad, un fenómeno que ya deviene una tendencia demográfica irreversible en Las Tunas. Varias son las iniciativas que ha generado el Estado cubano para incrementar la calidad de vida  de los habitantes del campo; sin embargo la degradación de los suelos, el cambio climático y los problemas de gestión económica en las formas productivas han provocado el debilitamiento de las ofertas laborales en estas zonas.

Mirar para la tierra en el contexto actual es un asunto de seguridad nacional, como ha declarado el presidente cubano Raúl Castro; pero en este caso no solo se trata de establecer políticas gubernamentales para perfeccionar la agricultura y la ganadería, sino también preservar tradiciones y fomentar un reconocimiento social a quienes tienen el duro oficio de trabajar de sol a sol para “sacarle los colores a la tierra”.


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José Armando Fernández Salazar

Para mí no hay nada mejor que estar con los que quiero, riendo y escuchando a los Beatles

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Nor1
 6/5/16 10:54

en el año 1982 sali junto con mi familia de un batey de las tunas (de cuyo nombre no quiero acordarme) para la cabecera municipal de manati. la causa? pues en el reordenamiento ferroviario al cambiar la via estrecha por ancha la nueva linea la pasaron a mas de 4 km de donde viviamos. por esa via estrecha venian los alimentos de la bodega, la ambulancia, el transporte y hasta el agua potable. no habia medico a menos de 16 km y en tiempo de lluvia ni los tractores podian pasar por los caminos anegados y fangosos. cualquier semejanza con hechos parecidos no es pura coincidencia. muchas gracias.

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