miércoles, 25 de septiembre de 2024

Yo soy quien debe agradecer

Dicen que los hijos deben estar eternamente agradecidos a los padres, y es cierto, pero yo quiero dar gracias a mi retoño por ayudarme a ser mejor persona cada día...

Leticia Martínez Hernández en Exclusivo 13/01/2014
13 comentarios
Leticia Martínez y su hija
La relación entre una madre y sus hijos es un vínculo para toda la vida.

Escribo poco sobre ella. No sé como atraparla en oraciones. Cada vez que lo intento, las palabras se escabullen porque ninguna es la precisa. Ella las sobrepasa todas. Y siempre quedo con esa sensación de vacío que dejan las crónicas maltrechas.

Nació hace tres años, sin mucho alboroto ni corredera, disciplinadamente, casi en la fecha que habían calculado los médicos nueve meses atrás. Le puse Carmen, o Carmencita, como ella prefiere que la llamen, quizás porque el nombre de la abuela es un poco grande para sus escasísimos centímetros.

Recuerdo que temí que me la cambiaran en Maternidad, temor raro, pero a tomar en cuenta tanta novela que por ahí habita, y ustedes saben que una se pone paranoica cuando trae un hijo a este mundo alborotado. A falta de pulso rosado, le habían puesto uno azul, y juro que la niña que le colocaron al lado en el cunero era más que igual a ella. Desde entonces nacieron mis obsesiones, los desvelos, las carcajadas, las novatadas, las poses ridículas, los recuerdos de la infancia, el reconocimiento total a la grandeza de mis padres…

De ellos —de mis progenitores— había aprendido el agradecimiento, porque desde un abril hace casi treinta años me han dedicado sus días con sus noches. Entonces no conocía de otro amor tan extraordinario, hasta que decidí ser madre, una decisión extraña porque no me sentía preparada, pero ¿acaso existe un estándar de preparación?, ¿acaso hay un momento justo para sentirlo?, ¿acaso la preparación no se concreta en el punto justo en que nos convertimos en madres?

Pues a Carmen quiero darle las gracias, todas las que puedo ser capaz de pronunciar, de escribir. Supongo que en algún momento me las retribuya, pero esta vez me toca a mí. Y debería empezar desde aquellas dos semanas antes de dar a luz cuando mi presión arterial comenzó a dar sustos, por primera vez sentí miedo de perderla y me impulsó entonces a luchar con todas mis células, y me hizo fuerte antes de tenerla conmigo.

Luego vino el momento de la verdad, el de “ahora es cuando es”, y me enseñó el sublime momento del parto. Por cierto, dicen que el dolor del alumbramiento es semejante al que producen dieciocho huesos rotos. No sé si será cierta tamaña comparación, pero hablando claro, lo que sentí solo una mala palabra lo define. Allí Carmen me confirmó que no podría pasar nunca por un sufrimiento físico peor — a no ser que vuelva a parir, claro está—, y que estaba lista para lo que fuera.

Después me mostró, a golpe de gritos desesperados, cómo dar el pecho; me dio el privilegio de conocer lo que la palabra sosiego significa; me volvió una mujer constante en cada madrugada de desvelo; me hizo preocupada; me volvió, previsora. Llenó mi bolso de pertrechos, “por si sucede cualquier cosa”; me volvió adivina y supe que unos mocos traerían un catarro; me obligó a cocinar, a tenerlo todo listo para cuando ella abriera los ojos, a mantener mis uñas cortas, a cuidar mi salud por ella; me quitó el miedo a bañarla, a darle la comida, a ponerle los pañales, a pasar el imperdible sin hacerle daño; me dio un rostro más maduro; me enseñó la mesura.

Me devolvió las canciones infantiles; me hizo rodar “a la rueda, rueda”, bailar con Marc Anthony, Vivir la vida, su pandereta y sus castañuelas incluidas; me durmió con los “muñequitos”; me volvió llorona; armó cada uno de mis días desbaratados con su besos; me hizo saber cuánto la necesito con sus adioses; me convirtió en monotemática, a veces parece que solo hablo de ella; me hizo experta en tallas pequeñas, en precios desorbitantes; me mostró lo rico que sabían las sobras de su puré; cambió los conciertos, los teatros, los cines; por fiestas de cumpleaños; de paso corrió mis horarios de salida, de la noche a la mañana, quizás para cuidarme del sereno; me confirmó que eran más que cierto los ajetreos destructores de las madres trabajadoras...

Me enseñó que existen cosas más importantes que una maestría, que un doctorado, que una hoja profesional brillante, que hay tiempo para todo y que ser madre es el mejor de los títulos; me enseñó que un cuerpo estilizado, sin un rasguño, es insulso, dice poco, aburre; me mostró la esencia de un montón de cosas que antes pasaron desapercibidas. Por cada segundo desde el 20 de julio del 2011, gracias…


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Leticia Martínez Hernández

Madre y periodista, ambas profesiones a tiempo completo...

Se han publicado 13 comentarios


Yaneisi
 15/1/14 10:14

Leticia tu artículo me describe al dedillo, desde que nació mi niño hace 2 años y 2 meses, mis madrugadas bohemias se convirtieron en días de zoológicos y parques, cuando salgo con él es un gran acontecimiento, tener que salir con zapatos cómodos para cargarlo cuando solo quiere ir con mamá, ahora está en una etapa que solo me besa y me abraza y ese es el mejor momento de mi vida, siempre salgo con el bolso lleno de por si acasos porque cuando uno sale con niños hay que salir preparados, se acabó el dormir tranquila y de un tirón, la casa nunca está recogida y miles de cosas nuevas y el total cambio que le hacen a nuestras vidas estos maravillosos seres sin los cuales no podríamos vivir.

Raiza
 14/1/14 12:16

Leticia, FELICIDADES, muy bello tu artículo y MUY SENSIBLE, me tocó desde fondo, mi hija tiene 16 años y el mes próximo cumplirá 17 pero es y seguirá siendo mi niñita hasta que Dios me permita, doy gracias a la vida de haberla tenido, pues es muy cariñosa, inteligente, buena estudiante, familiar, amiga, etc.. en fin tiene muchos adjetivos como para sentirme MUY ORGULLOSA de haberla tenido, nosotras las madres aunque en momentos muy difíciles los queremos proteger, ellos en el camino de la vida aprenden lo que uno les trasmite y a la vez te van enseñando día a día cosas nuevas, que disfrutes mucho tu hija tanto como yo la mía.

MA. DEL CARMEN LOPEZ
 14/1/14 5:43

YO SOY MADRE DE DOS HIJOS Y ABUELA DE UNA NIETA ENCANTADORA QUE AYER DIA 13 CUMPLIO 7 AÑOS, ¿QUE PUEDO DECIRTE? CONMOVEDOR Y TIERNO TU ARTICULO, TIENES 5 ESTRELLAS, PERO SER MADRE ES LA MEJOR EXPERIENCIA QUE HAY, CUALQUIERA PUEDE DECIRTE CUALQUIER COSA, PERO HAY QUE PASAR POR ELLO PARA SABERLO. FELICIDADES PRA TI Y TU HIJA, QUE ESE AMOR PERDURE POR SIEMPRE Y A LO MEJOR LUEGO VIENE UN HERMANITO. GRACIAS POR ESA TERNURA.

MAGDA
 13/1/14 14:30

Leticia, muy bella tu cronica, tan bella como son las hijas, mi unica hija tiene 22 años y te puedo asegurar que en la medida que van creciendo, directamente proporcional es el amor y la preocupación amén de la dedicación, jamás dejan de ser mi niña, que Dios te de mucha salud para que la sigas disfrutando

Osvaldo Gutierrez Castro
 13/1/14 14:04

Wow... impresionante, las mujeres cubanas son unicas la verdad. La mia apenas tiene 1 año y 10 dias pero me ha tocado ya de todo, un baño, darle un dia la papa, otro dia dormirla, hacerle el biberon jajaja... etc la verdad que se disfrutan a cada momento cada una de esas actividades sobre todo cuando sabes que van dirigidas al fruto de una bella relacion de amor en la que tanto mi esposa como yo fuimos protagonistas.

Belkis
 13/1/14 13:47

Un saludo y muy emotiva tu reflexión. Yo tengo dos hijos, uno que dentro de 13 días cumplirá 41 años y otro que cumplio 26 en octubre, vez que diferencia?..pues bien cada uno de ellos mientras crecian me iban enseñando algo diferente en la vida y lo más preciado que aprendí de ellos es la bondad y la necesidad de hacer bien mientras caminamos por la vida. Los hijos son un regalo divino, digo el mejor de regalos....y a los 60 años estoy convencida de que han sido mi mejor escuela. Un abrazo y mucha salud para tí y tu hijita.

Maite
 13/1/14 13:06

yo tampoco creo merecerme tanto y eso que llevamos 11 meses nada más, y me identifico en cada línea y más... quiero estar a la altura de las circunstancias para Vida, que no sepa que me aterra a muerte cargarla para que la vacunen en el muslito... que mi mayor pesadilla es que coja catarro y que sobretodo me sienta segura y no como un manojo de nervios cuando le preparo el biberon con su primer juguito, que es por su bien, pero la veo tan chiquitica y tan renuente a la tetera que me pregunto miles de veces si me la merezco también... si no le estoy fallando... pero ahi vamos por suerte no conoce lo que es la azúcar, ni que existen otras frutas más ricas que la frutabomba y por suerte yo soy su única madre y cuando la abrazo para de llorar y se ríe así con su encía desdentada y los ojazos se le ponen chinitos... ese es el mejor momento de mi Vida.

Tencha
 13/1/14 12:56

A la altura de ya casi 37 años que hace que pari, mi hijo sigue siendo mi desvelo, mi preocupación, y así será hasta el último instante de mi vida, así mismo doy gracias a Dios, por ser correspondida de igual forma por él.

Livia
 13/1/14 12:13

Mañana, 14 de enero, mi "pequeña" cumple 26. Nada, niguna otra cosa en el mundo, me ha compensado más que su compañía y mis desvelos por ella que ahora también asume ella por mí. Gracias, Sandry, por darme tanta felicidad.

Mirlay
 13/1/14 11:44

Aunque todavía no soy madre, esta crónica me sigue animando a que en su momento tenga hijos no importa las circunstancias,esto es una grande bendición que si Dios me la concede con gusto la recibiré. Gracias Leticia!!! por confirmarme que siempre hay cosas más importantes en la vida.

leticia
 13/1/14 11:27

Usted me honra Marlen...Gracias por la puntuación Kinath

Marlen
 13/1/14 11:03

Me ha hecho llorar y reir, es la misma sensación, lo imprimi y lo llevo para la casa, a veces no tenemos tiempo o algo... para decirle a nuestros hijos, madres, esposo lo mucho que los amamos, hoy a la hora de la comida, tendré una reunión familiar y le leeré tu articulo. gracias miles

kinath
 13/1/14 8:32

Leticia, me miro en tu espejo, este texto me erizó la vida, déjame decirte que a mí me pasa lo mismo que a ti (igual que la canción jajaja) pero con la diferencia de que *no soy periodista (así que nunca podría escribir estas líneas) *esto me sucede sí, pero Por cada segundo desde el 18 de septiembre del 2010. * y también estoy arribando a los 30 con la gracia de Dios. * Mi niña se llama Karina Leslie... en fin tiene mucha semejanza, este artículo, a mi vida...así que, conmigo, del 1 al 10 de doy 11...FELICIDADES..mucha salud para ti y Carmencita...

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