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miércoles, 27 de noviembre de 2024

Apto para todas las edades

Atrévete a hacer lo que te dé placer, y no critiques el placer de los demás...

Mileyda Menéndez Dávila
en Exclusivo 10/10/2023
2 comentarios
Intimidades 10 de octubre, 2023
Vive como si fuera el primer día de tu vida, ¡porque lo es!. (Jorge Sánchez Armas / Cubahora)

“¡¿Y ese pelo, niña?!”, dijo una vecina que me encontró de casualidad en una calle principal de mi pueblo, bien pasadas las once de la noche.

Con burlesco pavor señaló las minimotonetas que me hago cuando quiero andar cómoda, y supongo que mi risa la desconcertó, pero en verdad me hizo mucha gracia ver cómo funciona el prejuicio del edadismo, al punto de cegarla ante otros aspectos más llamativos de mi indumentaria en aquella ocasión.

En medio de un inusitado apagón por rotura que dejó medio pueblo en ascuas durante infinitas horas, y ante la imposibilidad de teletrabajar un reporte de urgencia, me mudé para casa de una amiga que sí tenía luz, y allí me hubiera quedado toda la madrugada, ya bañada y lista para acampar, pero mi madre me anunció el retorno de la anhelada y decidí volver de prisa, para adelantar otras faenas, justo en la comodísima facha en la que andaba.

De paso (lo confieso), cumplía una fantasía que me acosó mucho en sueños cuando era más joven: atravesar el pueblo en bata de dormir, sin ropa interior y descalza. ¡Cuánta adrenalina!

Lo de descalza no era de gratis, aclaro: llovía desde temprano y las sandalias no aguantarían doce cuadras de charcos, y como no me consta que haya fetichistas de pie violadores en mi barrio, pues me lancé sin miedo, siempre por calles menos céntricas y algo iluminadas (que tampoco soy tan loca, eh).

Pero el aguacero me sorprendió en esas andadas y el único portal a la mano, el de la shoping, tiene más luces que el escenario del teatro América. ¡¿Qué podía hacer?! Mi idea era atravesar esa avenida muy rápido, sin hacer parada en ella, pero hay un dicho perfecto para esas circunstancias: si quieres hacer reír a Dios, cuéntale tus planes.

Pues ahí andaba yo, vaporosa y mojada en el proscenio, con la bolsita de mi laptop tapando lo más obvio del frente y dispuesta a mirar altanera al tipo que me vacilara la retaguardia… cuando viene la vecina y se burla ¡de mis motonetas!

Claro, no es la primera vez que alguien me critica este vivir “por debajo de mi edad”, como si envejecer implicara renunciar a lo espontáneo, o a lo que nos gusta y se nos da bien, pero igual mortifica, porque acumular esencias no solo es bueno para el ron añejado, sino también para quienes lo sabemos disfrutar.

Por cierto, par de veces la crítica fue por vivir con alguien por debajo de mi edad, pero en esos casos lo achaqué a envidia y lo perdoné con sobrada indulgencia, en tanto esta servidora no buscaba dar compota, pero eso era lo que se me pegaba entonces: espíritus más viejos que el mío en envases de menor tiempo de uso, definitivamente disfrutables para mi mediana fecha de caducidad.

Como dice Jorge, yo soy “un muchacho chiquito”, y siempre lo seré. Así, en macho, a propósito, por aquello de que el femenino es un género muy estrechito para mi afán de vivir lo que se presente con la mayor naturalidad y holgura.

¿Acaso le hace mal a alguien que conserve mi esencia juguetona, mi ropaje cómodo y mi risa porque sí, porque la Luna sale y los pájaros revolotean y hay alguien cerca a quien puedo abrazar y besar en cualquier sitio y a la hora que me dé la gana?

Si algo me ha demostrado este oficio de reportar la vida, es que la muerte acecha cada día a todos y de muchas maneras, y no tiene sentido caminar hacia ella con tanta solemnidad, como si andar de gris estaca te ayudara a evitarla.  

Dicen los antiguos que estamos en este planeta hace millones de años, reciclando nuestros átomos y nuestra energía sutil en todo tipo de objetos, animados o no.

Eso quiere decir que ya hiciste el amor como el agua a las rocas de un río, como viento a la espalda de una montaña, como ave en vuelo, como topo en madriguera, como caracol semidormido en el fondo del mar…

Desde aquella noche, y porque sí, ando de motonetas a cualquier hora y en cualquier gestión, para probarle a mi vecina que si algo nos da placer es apto para todas las edades, mientras haya consentimiento y conocimiento para elegir con quien lo compartimos.

Y no tengan dudas: un día de estos repetiré la experiencia, cuidando que no hayan edadistas en la costa, para llegar hasta el final sin mortificaciones… ¡Vaya si lo haré!


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Mileyda Menéndez Dávila

Fiel defensora del sexo con sentido...

Se han publicado 2 comentarios


Marisol Dolores Viñas Bello
 10/10/23 17:58

Hacia tiempo no te leía. Cómo siempre me encanto. Sigo siendo tu fans número 0. Y que edad tengo yo, que soy la mayor de todos.

Liavida🎁
 10/10/23 17:20

👏👏👏👏👏👏👏👏👏👏👏👏👏👏👏👏👏 Wow, que maravilla, me encantó!!!, Jajaja jajaja normal, es que me veo en tus lineas protagonizando las escenas como si de una pantalla se tratara... Y me siento apoyada porque piensas y actúas en disfrute de la vida a plenitud sin los absurdos prejuicios humanos. Gracias una vez más por tu crónica

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