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miércoles, 27 de noviembre de 2024

Deshojando margaritas

Se puede dejar atrás una relación violenta...

Mileyda Menéndez Dávila
en Exclusivo 25/11/2021
2 comentarios
Intimidades-24 de nov-2021
Hay personas, en cambio, que prefieren quejarse de abandono, injusticia o fracaso, y apenas hacen otra cosa en todo el día. (Jorge Sánchez Armas / Cubahora)

La vida está hecha para la alegría. No hablo de euforia o jolgorio permanente, pero vivir feliz, sentir satisfacción cuando despiertas y revisar los logros del día antes de dormir, esa debiera ser nuestra agenda cotidiana.

Hay personas, en cambio, que prefieren quejarse de abandono, injusticia o fracaso, y apenas hacen otra cosa en todo el día. Se autoflagelan, sí, pero también culpan a otros y los arrastran a la miseria que eligieron como marco existencial, convenciéndoles de que no hay otro destino.

No, no intentes disculparte
No juegues a insistir
Las excusas ya existían antes de ti…

En cuestiones de amor, ser víctimas o victimarios tiene un componente de voluntad nada despreciable. Hay cosas que pasan de a poquito, aparentemente aisladas, y puede que demores un tiempo descubrir su hilo conductor para frenar consecuencias.

No, no me mires como antes
No hables en plural
La retórica es tu arma más letal.

Pero nadie debería atascarse en el lodo de la lástima o el miedo cuando descubre esa miseria en el apego ajeno. Nadie debiera dejar al azar de un “me quiere, no me quiere” la decisión de continuar en una convivencia turbia.

Si no hay alegría sostenible y vives temiendo que tu tranquilidad se pierda en cuestión de segundos, debes abrir los ojos, cerrar los oídos y tomar decisiones tajantes, aun si crees que las cosas pueden ir a peor por reclamar tu derecho a la alegría.

Voy a pedirte que no vuelvas más.
Siento que me duelas todavía aquí,
adentro.

Hay quien asume que merece esa zozobra por algo del pasado, muy remoto o reciente, o que las cosas del amor son siempre así, a la larga. Pero eso es solo una neblina: zafar el nudo que te ahoga es una alternativa, por tu bien y el de las personas que te aman. Incluso, por el de la persona equivocada, para que madure de una vez en su manera de relacionarse.

Y que a tu edad sepas bien lo que es
romperle el corazón a alguien así…

Yo sé que las esperanzas engañosas aturden. Ya viví el estupor, la desilusión, la decepcionante idea de querer cambiar al otro y perderme en el proceso. Pero no…

No se puede vivir con tanto veneno.
La esperanza que me dio tu amor
no me la dio más nadie.
Te juro, no miento…

¿O tal vez sí? ¿Qué tal si estaba mintiéndole a mi propia intuición por aferrarme a conveniencias sociales? ¿Qué tal si me paralizó el dolor, la fe contaminada, el cansancio de fracasos anteriores, y solo necesitaba reponerme en mi ser para salir de esa trampa emocional?

No se puede vivir con tanto veneno.
No se puede dedicar el alma
a acumular intentos.
Pesa más la
rabia que el cemento…

Mi padre decía: “es mejor ponerse colorado una vez que amarillo cada día”. Me tomó tiempo aplicarlo a tu “amor”, reconocer mi falta de alegría y valor propio en ese permanecer contigo cueste lo que cueste, como un proyecto fallido de salvación que nunca tuvo el fin que yo esperaba. Pero maduré. Yo también, y al pasar de los años veo que tú también maduraste.

Espero que no esperes que te espere
después de mis 26.
La paciencia se me ha ido hasta los pies…

Un buen día, las señales penetraron la coraza de necedad que me había tejido para justificarnos. Entraron como rayos de sol en un paraguas gastado: una escena de película, un fragmento de bolero, un poema encontrado al azar, una encuesta en internet sobre violencia sicológica, una impactante canción de Shakira…

Y voy deshojando margaritas
y mirando sin mirar,
para ver si así te irritas y te vas.

No esperé más. Junté las piezas de la historia. Entendí cada gesto autoritario tuyo, cada palabra hostil, cada respuesta involuntaria de aprendido temor en mis movimientos. Me vi antes. Me pude ver después. Pedí ayuda y desaté el coraje.

Voy a pedirte que no vuelvas más…

Recuerdo que no fue fácil convencerte. Aguanté por varias semanas el temporal de culpas, amenazas veladas, súplicas orgullosas, castigos sicológicos, incertidumbres propias…

Siento que me duelas todavía aquí,
adentro…

El vacío hogareño fue muy desafiante, pero la densidad de aquel silencio fue cediendo y pude oír mi propia risa. Pude cambiar los muebles en paz, levantar la vista en la calle, elegir mi ropa, charlar con amistades, decidir cosas simples, respirar sin pedir permiso, ¡enamorarme otra vez!

La diva del pop tenía razón: No se puede vivir con tanto veneno…


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Mileyda Menéndez Dávila

Fiel defensora del sexo con sentido...

Se han publicado 2 comentarios


Almir Ulises Mestre León
 25/11/21 20:34

Está excelente la crónica de hoy, "No" es una de las mejores canciones de Shakira.

Jocker
 25/11/21 9:30

Tus palabras hoy me vinieron mejor que nunca, reafirmaron mi desicion. Espero q estés bien

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