domingo, 28 de abril de 2024

Dobla aquí, aprieta allá…

Después de tantos años, una desarrolla cierta experticia manipulando forros...

Mileyda Menéndez Dávila
en Exclusivo 05/09/2023
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origamis de papel
Con un mismo forro solo puedes probar dos figuritas, porque tiende a endurecerse con el manoseo (Jorge Sánchez Armas / Cubahora)

“Septiembre rima con forro… ¡lo que me espera esta noche!”, dice una vecina con dos nietos felices de reiniciar el curso escolar. Abre y cierra los dedos mientras sacude los brazos en el aire, como una maratonista que calienta sus articulaciones antes de enfrentar una difícil competencia.

Lleva rato con la mirada fija en la escuela de la esquina, deseando ver a los chicos regresar, aunque partieron hace menos de una hora: “Primer día, tú sabes. Con eso del reencuentro y la fiesta, suelen soltarlos antes… A ver si acabo pronto, que son dos pa mí solita”.

Mientras barro el portal, vacilo el show de la doña y pienso en los años en que también me quitaba el sueño ese asunto de hacer pliegues y pegar punticas con mañosa rapidez, aun consciente de la inutilidad de la tarea, porque en un par de movimientos no quedaría nada del glamour inicial.

“Menos mal que este año conseguí unos nuevos y flexibles, fáciles de manipular, porque el curso pasado… ¡Ñooo! ¡Sudé doblando pellejos ya usados! Es que no había más na”.

Entro a casa antes de perder la compostura y echarme a reír en su cara. Su comentario viene por el nylon destinado a proteger los libros de texto, pero a mí me remite al tema que trae de cabeza al grupo de Senti2 en el wasa hace varios días: hacer origamis con cierta parte del cuerpo masculino destinada a cuidar una preciosa reserva de futuro.


¡Nada de broma! Hasta compartieron un libro con modelos y explicaciones de los pasos para manipular el escroto y todos sus circundantes a fin de simular un sándwich, un minimonstruo del lago Ness u otras figuras sorprendentes.

Una lectora (cuyo nombre no digo porque su cuasivíctima no dio permiso para la publicidad) nos confesó su manía de jugar con esa zona en los interludios, mientras ambos descansan o dialogan en plan filosófico; ¡y él que no, que eso da cosquillas! Pero ella sigue cuqueándolo, aun sabiendo que el asunto puede terminar muy mal (¡¿o muy bien?!).

Técnicamente, la idea no es inviable. Esa zona de la piel tiene el don de acomodarse para proteger su carga de los cambios bruscos de temperatura o movimiento, y con tantas terminaciones nerviosas, no dudo que disfrute del proceso.

Pero en el libro había cada propuesta que me dejaron atónita. De hecho, no recuerdo ningún espécimen con tanta tela a la mano para tensar y doblar, al estilo de las toallas que adornan las camas en algunos hoteles.

Los que he visto con esa característica ya pasaban con creces la edad de jubilación y me tocó manipularlos en ambientes hospitalarios, más por caridad que por interés personal… ¡Ah, sí! También vi algunos jóvenes, pero con más de 40 de fiebre y un estado lamentable que para nada inspiraría una sesión de papiroflexia (¿o escrotoflexia, debería decir?).

Además, sin fuerzas ni para protestar, no se les puede pedir consentimiento informado; y sin ese requisito no está bien pasar a las manualidades, pues, según Jorge, las mujeres parimos con dolor para saber cómo se siente un hombre cuando cae en un estado gripal.

Releo el grupo para más detalles: según Tay, con un mismo forro solo puedes probar dos figuritas, porque tiende a endurecerse con el manoseo… Maura está dispuesta a hacerse voyeurista, también intrigada con el mantelito del susodicho de la amiga… Ñañita es partidaria de crear una especialidad para cumplir esa fantasía con elegancia y buen tacto… y Daya se declara inocente, porque cayó en brazos de Morfeo a la hora de la clase de Educación Artística, incumpliendo así sus amenazas verpertinas.

Por experiencia propia insisto en lo del consentimiento informado, pues intenté lo del sándwich sin previo aviso y casi me sacan a pescozones de la ducha.

Como es habitual en el verdecito, de un tema saltamos para otros (no tan) relacionados, y de pronto me vi en plan de máster tóxica, contándoles a las celosas del grupo cómo pueden saber si el material llegó intacto a casa, más allá de rodeos o montajes para explicar tardanzas.

Tiene que ver con los testis, por supuesto, además de otras técnicas entre policiacas y sicológicas, pero aún no estoy segura de si podremos hablar de eso en próximas crónicas porque la incitación al delito también es sancionable.

Va por ahí, sí: tanta culpa tiene quien capa al toro como el que le aguanta… ¡Perdón! Debo atender al marido de mi vecina, que pregunta si tengo alguna revista bien colorida para usarla esta noche… Ya se imaginarán para qué, ¿verdad?


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Mileyda Menéndez Dávila

Fiel defensora del sexo con sentido...


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