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miércoles, 27 de noviembre de 2024

No era...pero es

Cumplo la deuda de hablar sobre los errores que cometemos las suegras...

Mileyda Menéndez Dávila
en Exclusivo 21/03/2023
1 comentarios
Intimidades
No nos corresponde decidir en la vida de nuestros hijos (Jorge Sánchez Armas / Cubahora)

Me reclama una lectora porque no cumplí mi promesa de hablar de los errores más comunes de las suegras, ¡y tiene razón! No “había cumplido”. Hasta hoy.

Lo haré. En cuanto felicite a MaryD y su hijo por sus sendos cumpleaños. Y a Daya y Gise por el trabajo social. Y a quienes aman la poesía, los bosques y las marionetas, o están en contra de la discriminación por razas.
Y ya, no sigo, que el 21 de marzo tiene varias celebraciones raras, de esas que hacen flipar a Adrián, el fotógrafo de Senti2, y me tienta usarlas en plan metafórico, a ver si las implicadas repiensan el rumbo de sus involuntarias relaciones sociofiliales.

La de Taymi va muy bien, por cierto. A cada rato comparte fotos de los tortolitos en actos inocentes, casi siempre con tercero incluido (el celular, mentes suspicaces). O narra cómo el chico le robó las bases al jefe de núcleo con un comprometido y auténtico ¡Arriba el Barça!, sentados ambos frente al televisor.

Pudiéramos decir que la artista camagüeyana eligió ser de las suegras que ven el bosque y no los árboles. O sea, la imagen dulce del noviazgo en pubertad, y no los múltiples peligros de crecer en esta era de la (des)información.
Pero la lectora del principio pide volver al tema porque ella tiene nuera, no yerno, y su mensaje prueba que la distinción no es superflua... sobre todo si a la maternal sobreprotección se suma la competencia afectiva (e inefectiva) entre ambas mujeres, a ver quien merece o recibe más del atribulado intermediario. 

No me gusta esa palabra, le dije. Tal vez porque ya me hicieron sentir que “no-era” lo que cierta familia estaba esperando (como le pasa a ella con la novia del nene), y es una sensación incómoda, incluso lacerante para todas las relaciones. También la de madre-hijo, que nunca sale ilesa de ese enfrentamiento cargado de inseguridad.

En su caso se suma cierto choque birracial (más bien bitonal, por nuestra amplísima mezcla) y la doña confiesa haber gritado su negativa a hacer trencitas si la cosa iba en serio, despertando en mí cierta vergüenza ajena. ¡Como si el pelo “bueno” no necesitara peinarse también!
Por ese camino, le dije, te traerán un día una chica ideal, hecha a tu medida... Una marioneta para todos tus planes. Y luego mucho sufrimiento cuando esa historia caduque, porque tus expectativas no coinciden con las de tu varón, y has tenido tiempo de sobra para comprobarlo.

O una muchacha segura de sí, consciente de gustarle al novio y muy capaz de instalarse en sus vidas sin importar tu poder misilístico de suegra. Entonces te tocará decidir si te aclimatas o te aclimueres para no perder contacto con tu “bebé”.En el fondo, esos desvaríos nacen del cuestionamiento por el propio desempeño durante la crianza de unos seres imperfectos para los que solemos desear lo mejor (que rara vez tienen de modelo en casa).
Otro error común es creer que nos toca ser la amiga para compartir secretos, la trabajadora social de su grupo cercano... ¡Y no, querida, supéralo! Eres la madre y te toca poner límites, sin violentar su integridad.

A ti no te van a contar todo lo íntimo con el lujo de detalles que comparte con chicas o chicos de su edad, y si te pones en plan Betty Dobson, saldrán espantados de tu espacio por miedo a que hables o actúes de más.

En otras palabras: a los hijos no se les hace la tarea sexual. Le puedes dar una conferencia sobre autoestima, autocuidado, autoconocimiento... pero no te toca evaluar sus clases prácticas. Ni siquiera contemplarlas, en vivo o en vídeo, porque eso está penado por ley.

Consciente o no, en ese bebé que nació hace tres o cuatro lustros sembraste una mujer (o un hombre, o un no binario) y tienes que dejarle brotar a su ritmo, aceptar el paso de la evolución y entender su primavera como el inicio de tu feliz otoño, pues ambas estaciones pueden coexistir en equilibrio, como ocurre en nuestro planeta.

Por cierto, hoy también es el día del equinoccio de marzo y por tanto de Nowruz, una festividad antiquísima para celebrar los ciclos de la vida. Para recordar que ningún invierno dura para siempre, ningún mal es eterno, y no hay puestos inamovibles ni esperanzas que no fructifiquen.Y esto también va para ti, yerno o nuera que consideras a tu suegra insufrible. Un día, con suerte, ocuparás ese rol, y entenderás lo que se siente al dejar ir a esa persona por la que el mundo es, inexplicablemente, un lugar mejor.    

 

 


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Mileyda Menéndez Dávila

Fiel defensora del sexo con sentido...

Se han publicado 1 comentarios


chairman
 30/3/23 13:27

Mi mamá también decía que a ella le tocaría peinar trencitas y resulta que le salió un mulato que casi siempre está pelado al calvo por majaderías en la silla del (la) barbero (a).

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