//

miércoles, 27 de noviembre de 2024

De soltero a solterón, y viceversa

En asuntos de amor, hay quien peca de ingenuidad y quien se pasa de cinismo...

Mileyda Menéndez Dávila
en Exclusivo 03/02/2022
0 comentarios
Intimidades 3 - 02 -2022
Dice la experta que los caballitos solitarios sufren bastante, porque su plan vital es tener alguien con quien envejecer. (Jorge Sánchez Armas / Cubahora)

“Lo malo de amar mucho es que terminas no amando”, decía a cada rato una amiga, soltera legalmente a pesar de vivir más de una década besando el piso que ensuciaba un hombre. “Su” hombre, decía ella. Excepto cuando estaba la esposa delante, con quien compartían el espacio laboral.

Lo de ensuciar no es baldío: él las usaba a su antojo, incluso antes de casarse. Jugaba con ambas mientras asediaba al resto de las que cayeran en su radar (típico soltero abeja).

Hasta que llegó una con más lujos que ofrecer y la esposa dejó de serlo: con 40 años, sin hijos, sin casa, sin ahorros…. Pero se repuso muy rápido y emprendió la búsqueda de otra pareja para mantener intacto su afán de morir acompañada.

La amante no. El golpe la estremeció al punto de asumir una soledad escéptica, y diez años después se declaró solterona convicta. Cuando nos encontrábamos en casa de alguna amiga común amargaba a todas con aquella Bohemia vieja del fulano que la dejó estéril para creer en el amor, o en alguien más.

En ellas pensé cuando leí sobre los arquetipos de soltería que propone la terapeuta española María Pasión, de la que hablamos la semana pasada. Era muy fácil verlas reflejadas en dos de esas criaturas: el caballito de mar y el ogro.

La exesposa es un caballito a todas luces: fiel hasta la médula, tolerante, capaz de soportar vejaciones con tal de cumplir el mandato de mantenerse al lado del ser escogido, aun sabiendo que esa lealtad no fue nunca correspondida.

Dice la experta que los caballitos solitarios sufren bastante, porque su plan vital es tener alguien con quien envejecer, al mejor estilo de las historias y canciones ¿románticas? que nos embuten desde que tenemos uso de razón.

¿Que la elección le salió bien? ¡Perfecto! Serán un faro para otras almas e inspirarán nuevos novelones… ¿Que el maltrato aflora? No importa: se supone que el amor lo puede todo, lo acepta todo, y hay una inmensa confianza en que después de muchos entuertos llegará el happy end. Lo suyo es no envejecer sin otro aliento cerca, sea de miel o de hiel.

Dice Pasión que esta es la especie más común de personas solteras. Digo yo que es porque le tienen fobia a ese estado, y, en vez de enfocarse en lo que ofrece de positivo para conocerse y crecer, destinan cada pulso de energía a salir de la soledad, así sea por temporadas.

Un proverbio resume sus riesgos: si compras seguridad antes que felicidad, ese es el precio que tendrás que pagar.

En el otro platillo de la balanza cae mi amiga, la examante, una típica ogro en la escala de soltería. Como dice Pasión, es una criatura enfurecida con el amor, una negacionista. Ya se hartó de hacer poemas cursis y de esperar a que alguien desafíe al fantasma de la doncella perfecta y venga a rescatarla a ella: la amargada, la despreciada, la de baja autoestima y peor estilo de vivir.

Ese es uno de los caminos para llegar a solterona (y solterón, que también hay muchos hombres con la fe deshecha, incluso en nuestros grupos de Senti2). No es el único, pero creo que es el más doloroso, porque no parte de una decisión razonada, una vocación, un propósito hacia el que encaminar los esfuerzos sin la distracción de compromisos o convivencias.

Es muy distinto el celibato al autoabandono. Por eso no todos los solteros de larga data son ogros. Y viceversa.

Hay que tener muy rota el alma para despotricar del Amor —así con mayúscula— como recurso y meta de la vida. Para verter jarros de cinismo frío sobre nuevas parejas o buscar chismes que dañen a las que ya lograron acomodar sus dinámicas.

Y miren qué curioso: muchos ogros dicen no renunciar al sexo. Se pasan la vida alardeando de conquistas reales o virtuales. Reclaman atención, tildan de seres interesados o falsos a quienes no caen en sus retorcidas trampas y culpan al mundo de su poca visión para “descubrirles” y complacerles.

Jorge decía en el taller de Senti2 que cualquier otro soltero puede terminar en ogro: la abeja, la hormiga, el caballito… incluso un ornitorrinco si flaquea en sus principios. Pero también se puede salir de esa miseria, ¿saben? El cinismo es un ácido, y la química más elemental enseña que siempre hay sustancias capaces de neutralizar su corrosivo efecto.

Lo irónico, lo hermoso, lo mágico de estos casos, es que la “base” que provee ese equilibrio es el amor. Y no hace falta creer en él para que funcione… pero de que ayuda, ayuda.


Compartir

Mileyda Menéndez Dávila

Fiel defensora del sexo con sentido...


Deja tu comentario

Condición de protección de datos