Nunca antes Shakespeare tuvo tal grado de cercanía e intimidad con el público como con El rey Lear (2018), en la versión modernísima de Richard Eyre para la BBC.
En una versión cinematográfica con actores de la categoría de Anthony Hopkins, Emyly Watson y Emma Thompson, Iago puede susurrar y Hamlet puede murmurar. Este es el cast del Shakespeare de nuestros tiempos, aunque sigue siendo el inglés y la trama lo más bello entre toda la belleza de Shakespeare.
Alguien una vez escribió que las pirámides de Egipto, por ser tan antiguas, tenían más valor que cualquier edificio moderno, porque han sobrevivido siglos de búsqueda emocional y cultural de la humanidad.
Por la misma razón, no hay literatura moderna que pueda compararse con Shakespeare.
Es muy refrescante en la cinta que ninguno de los personajes son ni santos dulces ni malvados arpías. Se refuerza que cada personaje tenga tantas aristas como gestualidades. Y cada uno de ellos es, a la vez, petulante, egoísta y una vieja alma buscando amor.
El argumento del texto: El Rey Lear es ya muy viejo. Tiene tres hijas y decide dividir su reino entre ellas.
Decide dejar la dirección de su reino a sus tres hijas, pero esto causa conflictos y miedos que se confunden con la falta de lozanía mental que la vejez acarrea.
Las escenas de la cinta enfatizan los cielos tormentosos y los automóviles metálicos. Adoré la idea de ver a una de las hijas del King Lear como una nerd detrás de computadores.
En esta versión, como en la vida que ha transcurrido desde el siglo diecisiete que vivió Shakespeare y ahora, las personas siguen siendo las mismas. Los conflictos, iguales. Puede que usemos tecnología y desayunemos con cereales... Pero el ser humano que muestra la obra sigue siendo el mismo. Para bien o para mal.
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