La La Land puede llegar fácilmente a ser el musical que describe esta generación. Una generación que sabe lo que quiere y lucha por lograrlo. Una generación que cree en el amor… pero solo hasta que no sea un impedimento para lograr los sueños individuales de fama y triunfo.
La película es de Damien Chazelle, el mismo director que sorprendió al mundo con Whiplash, y cuenta la historia de una muchacha que sueña con ser actriz y un pianista desempleado. Por sobre todo, estos dos personajes tienen ansias de inmortalizar su nombre en la ciudad que los acoge. Quieren triunfar y su concepto de éxito incluye que la gente se sepa su nombre. Un concepto muy acorde con los tiempos que corren.
Qué se le va a hacer. El hombre tiene tanto miedo a morir que todos sus sueños tienen como trasfondo ansias de inmortalidad. Del lobo un pelo, supongo. Ya que no podemos vivir para siempre, al menos nuestra obra lo hará. Pero volvamos a la película.
Como sucedía en Whiplash, los protagonistas escogen volcarse por entero en sus propios sueños personales al amor. La relación de pareja, lejos de apoyar, les roba un tiempo que pueden dedicar a ser mejores en lo que sueñan para sí mismos. Para ellos una relación amorosa es un lujo que solo pueden darse una vez que han logrado el triunfo que tanto han visualizado.
La dirección, la fotografía y la puesta en escena de La La Land tiene el molde de Cantando bajo la lluvia (1952) pero con una explosión de vitalidad mucho más estentórea: la alegría de los bailes y los cantos se vuelve contagiosa. Chazelle se reafirma como uno de los grandes talentos del cine contemporáneo.
Pero lo mejor de toda esta película es la última escena: Emma Stone y Ryan Gosling se encuentran después de cinco años. Como en la última secuencia de los personajes de Los paraguas de Cherburgo (1964), cada cual ha continuado su vida… lo que se traduce en que ambos tienen familia, contratos de trabajos… Ninguno de los dos se quedó, como mismo sucede en la vida real, cruzado de brazos esperando cual Penélope por el otro. No. Siguieron su vida. Tuvieron más relaciones amorosas, tuvieron hijos… la vida no se detuvo.
Pero cuando se vuelven a ver después de cinco años, con la música de jazz ambientando el recuerdo y con esa promesa como trasfondo de que amarían por siempre, esta muchacha que ahora es una actriz famosa y Ryan Gosling, que es ahora el dueño del club jazz donde transcurre este encuentro, piensan en la noche que se conocieron. Rememoran la relación que tuvieron. Transcurre así ante nuestros ojos, de la mano del jazz, la misma película que acabamos de visionar, solo que en estas secuencias ellos no cometen errores en la relación. Ni él la deja sola el día en que ella actúa ante el público la primera vez, ni ella termina la relación con él por eso.
El jazz, libre, está de fondo, y Chazelle regala un final agridulce y melancólico, tan recondenadamente bueno que se ancla en el pecho del que está mirando el filme… y hace recordar las propias historias personales y deja pensando y sintiendo. ¿No es eso lo que hacen las buenas películas?
Estamos ante un musical moderno, que rinde homenaje a los clásicos y al mismo tiempo se convierte en uno de ellos. Es una cinta que mezcla varios géneros, que comparte el espíritu con Café Society, la última película de Woody Allen… y que tiene un final sobresaliente y apasionado, que eleva y arrastra y acongoja y sobrecoge y abruma y agradece.
Si eres un romántico de la vida, un soñador, un rebelde sin causa, un escritor frustrado o uno exitoso, un pintor, un artista, un obrero que cuando niño intentaba hacer a escondidas un pas de deux, un ama de casa que llora con la telenovela; si dentro de ti late un corazón y todavía no lo has envuelto dentro de una media vieja, bien tapizado en macilla ni lo has tirado para que lata lo más callado posible en algún lugar entre el hígado y los riñones… Debes ver esta cinta.
La La Land es una oda a la ciudad moderna y a los sueños de las personas que la integran. Pero, sobre todo, es una oda al amor.
Aram Joao Mestre León
28/3/17 8:47
No sentí nada al ver esta película por el programa Arte 7. No tiene nada de relevante, ni las actuaciones ni las canciones (solo la de John Legend). Lo único que tiene de impactante es la cantidad de nominaciones al Globo de oro y a los Oscar.
ver
18/1/17 9:16
genial, se ve que te gusto
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