En Rara (2017), dos niñas pequeñas crecen rodeadas por el eterno litigio entre un padre homofóbico y una madre que se declara públicamente lesbiana. La más pequeña de las niñas no está viciada: dibuja su familia compuesta por dos mamás y por su hermana mayor. Pero la grande le dice que no es buena idea pintar a la madre con una novia al lado.
La sociedad y sus conceptos, normas y grandilocuencias asfixian desde el núcleo familiar, centro y punto de partida de Rara.
El argumento es narrado desde la perspectiva de Sara (una genial Julia Lübbert). De unos once años, la niña muestra una perspectiva inquisidora, puntiaguda, que cuestiona tanto a los modelos tradicionales de familia como a la capacidad de las madres de ser dignas de sus hijos.
Por qué se da por sobrentendido que una madre siempre sabe qué es lo mejor para sus hijos: En esta cinta es la novia de la madre la única que muestra interés por conversar con las pequeñas. Es ella quien les enseña sobre el amor y la comprensión. Menos mal que ella, sin vínculos sanguíneos con las niñas, existe, porque sus padres biológicos están muy ocupados lidiando con sus propios intereses personales.
Hay demasiados conceptos predeterminados en cuanto a la crianza de los hijos. De cómo se deben criar las hembras; de cómo los varones. De cómo la madre tiene más derecho que el padre ante la ley, aunque no esté escrito en ninguna parte. De cómo los padres son mejores que los extraños.
La vida ha demostrado ampliamente no regirse por ningún plan. Pero los seres humanos somos lentos de aprendizaje.
Esta cinta, premiada en el Festival de Cine de San Sebastián, que se desarrolla cada año en España, es la ópera prima de Pepa San Martín, una directora que habrá que seguir, porque tiene puntos muy fuertes: su discurso social y su capacidad de dirección de actores. Tanto el casting de Rara como la naturalidad con la que los actores se introducen en los conflictos de los personajes son testigos del talento de la directora.
Rara está inspirada en el caso de la jueza chilena Karen Atala, quien perdió la oportunidad de criar a sus hijas por causa de su orientación sexual. Atala fue demandada por su ex esposo en el año 2003, en Chile, por mantener a sus dos hijas bajo el mismo techo que a su pareja, del mismo sexo. El fallo de la corte le quitó la custodia de las niñas.
Atala denunció al Estado chileno ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos por atentados graves a los Derechos Humanos de las personas, entre otros el derecho a la igualdad y la no discriminación. Estuvo años litigando. En el 2010 se reconoció que había sido víctima de discriminación y que había sido injusto separarla de sus hijas.
En la cinta, Pepa San Martín no contempla el proceso entero, que duró casi una década. Solo el inicio del mismo y desde un punto de vista muy peculiar: se muestra la mirada de la niña ante los prejuicios de la sociedad. Este, un movimiento muy inteligente del guión, hace que la película resulte algo fresco y original y permite que el espectador pueda deleitarse con su visionado aunque conozca el final de la historia.
Aram Joao Mestre León
30/6/17 8:39
Parece una película interesante, sobre un tema que aterra a algunas partes de la sociedad: el derecho de las personas homosexuales a formar una familia y tener hijos. Yo creo que lo único importante es que los padres formen a sus hijos de manera correcta para que sean personas de bien en un futuro.
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