La actual temporada de huracanes en el Atlántico revela un especial interés para los meteorólogos, pues se evidencia la presencia simultánea del huracán Humberto y la tormenta tropical Imelda. Estos dos sistemas, avanzando con fuerza en aguas abiertas, han encendido las alertas sobre un fenómeno poco común.
Los expertos han señalado la posibilidad, aunque remota, de que ambos ciclones experimenten el llamado Efecto Fujiwhara, también conocido como la danza de los huracanes. Este evento se produce cuando dos ciclones tropicales se acercan a una distancia relativamente corta, generalmente inferior a los 1.400 kilómetros.
Descrito por primera vez en 1921 por el meteorólogo japonés Sakuhei Fujiwhara, el efecto ocurre cuando las tormentas comienzan a influirse mutuamente. En lugar de seguir sus trayectorias independientes, ambos sistemas empiezan a orbitar uno alrededor del otro como si estuvieran bailando, modificando sus rutas e intensidad.
En los casos más extremos, el ciclón más fuerte puede absorber por completo al más débil, o ambos pueden llegar a fusionarse, creando un sistema de mayor envergadura y potencia. Aunque este espectacular fenómeno se ha documentado en varias ocasiones en el Océano Pacífico, su ocurrencia en la cuenca del Atlántico sigue siendo un evento poco frecuente.
La evolución de este fenómeno es monitoreada de cerca por los centros de investigación y por el Instituto de Meteorología de Cuba, lo que subraya la dinámica y lo impredecible de estos poderosos sistemas climáticos.
Si el efecto Fujiwhara se materializara, los meteorólogos proyectan varios desenlaces. El más probable es que el huracán Humberto, al ser el sistema más dominante, altere la trayectoria de la tormenta tropical Imelda, debilitándola o absorbiéndola. Sin embargo, existe una posibilidad menos frecuente: que la interacción impulse a Imelda hacia masas de agua más cálidas, fortaleciéndola de manera imprevista. Este baile ciclónico podría generar un patrón de lluvias y vientos más errático, complicando los pronósticos para las zonas costeras.
Hasta el momento, no representa una amenaza directa para Cuba. Ambos sistemas se mantienen en aguas abiertas del Atlántico, sin representar una amenaza para zonas pobladas. No obstante, los especialistas enfatizan que la principal enseñanza de este fenómeno es la impredecibilidad. Monitorear su evolución es crucial, ya que cualquier cambio en la intensidad o trayectoria de estos sistemas podría modificar las previsiones de impacto en tierra en los próximos días.
- Consulte además: Guía para la protección antes ciclones tropicales en Cuba
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