Un hombre que disfruta hacer arte y logra que los demás se regocijen con el resultado de su obra es Reynerio Tamayo. Hoy, junto a sus agraciadas e inteligentes caricaturas, junto a sus gánster, y a sus paródicas apropiaciones de los clásicos, busca un sitio en el quehacer creativo de la isla y fuera de ella. Con pincel en mano, lápiz o tinta, este artista de la plástica se las arregla para seducir a todos mediante pasajes de la vida cotidiana que transforma desde su óptica un tanto picara, jocosa y al mismo tiempo inteligente.
Es casi imposible escapar sin una leve sonrisa ante lo burlesco e irónico de la mayoría de sus propuestas, pues el humor mueve a Tamayo, tal como lo hacen las simpáticas e ingeniosas ocurrencias de Dieguito, un pequeñuelo de risos que le trajo la felicidad. Y aunque el amor hacia un hijo es incomparable, para este hombre el arte no dista mucho de ese sentimiento.
Por estos días Reynerio encontró un espacio de realización en el que hizo entrada triunfal. Sin dudas la XVIII Bienal Internacional de Humorismo Gráfico celebrada en San Antonio de los Baños será recordada por él. Supongo que para algunos de los participantes no haya sido muy grata la presencia de este que se robó el show, pues no le dejó oportunidad a muchos.
La presente bienal incluyó actividades colaterales, donde Tamayo, también junto a Arístides Hernández (Ares) y Ángel Boligán continuaron realzando el humor gráfico. Ellos han formado un todo en la propuesta titulada Humor a tres manos, expuesta en la galería de arte Rubén Martínez Villena, ubicada en La Habana Vieja. Hasta mayo del presente año el público podrá apreciar la mirada inquieta de quienes con sus trazos saben revelar diversas realidades.
Y si bien existe la posibilidad de que usted se convierta en espectador de la obra de ese trío, también encontrará en las siguientes líneas al Reynerio Tamayo que destacó su nombre en el evento donde compitieron 202 obras de autores de 21 países. Así, preso de la energía positiva y de la sencillez que lo caracterizan, este pintor, caricaturista, dibujante, escultor y grabador me abrió las puertas de su universo profesional.
—¿Qué te deparó la Bienal del Humor?
—Una gran sorpresa. No esperaba tantas premiaciones, mucho menos la más grande de todas. Obtuve el primer premio de Humor Gráfico en Sátira Política, el segundo en Humor General, el segundo en Historieta, y el Gran Premio Eduardo Abela. Honestamente, participé en la bienal por el embullo de Ares, no esperé estos resultados. Siempre creí que me tocaría algo, pero el Eduardo Abela sí que me cogió desprevenido. Yo no trabajo para galardones, pero realmente estoy muy contento. Además, ya no es solo la gratificación, sino las responsabilidades que surgieron, porque me han encomendado ser presidente del jurado en la próxima edición.
—Humor a tres manos también nació de este evento. ¿Por qué el trío Ares, Tamayo y Boligán?
—La idea de la exposición se me ocurrió a mí. Ares y Boligán son dos grandes amigos míos y al mismo tiempo dos grandes del humor gráfico en Cuba y fuera de ella. Decidimos unirnos en homenaje a la propia amistad y para realzar el marco de la Bienal. Desgraciadamente el humor a veces se subestima dentro del mundo del arte, y con esta propuesta también quisimos darle otra categoría, defenderlo como medio de expresión creativa.
—¿Qué se quedó para la próxima bienal?
—Queremos realizar otro proyecto colectivo, en la misma galería Villena. El propósito está en hacer pintura humorística con personas que se han dedicado solamente al humor gráfico, pero que también dominan el pincel. O sea, intentamos que se salga un poco del dibujo, la plumilla, no repetir la fórmula. Creo que puede ser una propuesta aceptada y digerible, sobre todo en tiempos en los que hace tanta falta la risa, pero acompañada de un pensamiento inteligente.
—¿Cómo ha transitado el humor gráfico en tu vida profesional?
—El humor gráfico tiene que ver con los orígenes de mi universo. Desde muy pequeño pasé un taller de caricatura personal y de comic en la Isla de la Juventud. Me gustaba expresar cosas a través de este, y siempre me sirvió como puente de comunicación. Luego pasé la academia, terminado en el Instituto Superior de Arte donde profundicé mucho mis conocimientos, sobre todo alrededor del lenguaje pictórico. Trabajé un tiempo en el ICAIC junto a Juan Padrón, y ello también influyó en esa inclinación. Nunca me dediqué al humor gráfico, mucho menos a vivir de ello, aunque sí hacía algunas cosas, de hecho colaboré con Dedeté, pero no fue algo en lo que empleé todo mi tiempo. Entonces, hace dos años Ares me animó y de alguna manera me incitó a que explotara ese campo. Con toda esta experiencia y el ánimo de Ares, llegué a publicar algunas cositas en la Calle del Medio y también he participado en algunos concursos. Por ejemplo, en Sinaloa, México, me otorgaron una mención en un evento a favor de la tolerancia y contra la homofobia. Esto me estimuló porque desde hacía mucho tiempo yo no participaba en eventos de humor gráfico. Ahora ya puedo hablar de la experiencia en la bienal que recién concluyó.
—¿Qué encuentras en este medio de expresión?
—Es una manera de expresarme que guarda mucha relación con la inquietud personal, y lo hago porque me da un placer tremendo, porque lo siento, lo disfruto. No es un medio para ganarme la vida, en el caso de muchos sí es así. Afortunadamente no estoy atado a eso. Es una forma de refrescar, de salirme un poco del resto de las líneas artísticas que trabajo, pudiera llamarlo un hobby. Además, tengo muchas ideas que no las puedo traducir a la pintura y que el humor gráfico me permite desarrollarlas rápidamente, pues la pintura te consume mucho tiempo, si bien supone un gran proceso de elaboración. El humor gráfico también es un ejercicio de creatividad, algo esencial para cualquier artista. Gracias a él mi obra resulta tan heterogénea
—La pintura es otro de tus fuertes. ¿Cómo llevas ambas cosas?
—No tengo conciencia de ello, simplemente lo hago, no me planifico en función de ambas, sale la necesidad de expresarme por una de las dos vías y ya. Sin embargo, la pintura abarca más mi producción.
—¿Qué temáticas buscas reflejar?
—En sentido general, para mi obra trato que los contenidos sean universales, aunque a veces en la pintura aterrizo un poco más en lo erótico y parto de códigos e íconos de la cultura cubana. Me centro mucho en temáticas como la guerra, el consumismo, el amor, las contradicciones sociales, la envidia, la traición, el machismo, la intolerancia. No me interesa tratar temas criollos, llevo mi mirada al mundo globalizado.
—¿Le atribuyes algún sello a tu obra?
—En relación a eso que me preguntas, te digo que muchas veces la gente tiende a descolocarse con mi obra. Por ejemplo, las galerías quieren un tipo de trabajo definido, que mantenga una única línea. Yo no lo veo así, para mí la pintura y las artes plásticas en general es un baúl de ideas, donde sacas de todo. El único sello que puede tener mi obra es la presencia del humor, en algunas ocasiones más satírico, en otras muy cruel, también más inteligente, pero de alguna manera siempre está ahí. No hago una pintura hedonista, trato siempre de variar, me aburre seguir una misma ruta ideoestética. La vida tiene miles maneras de interpretarla, y ocurren innumerables sucesos en nuestro paso por la misma. Me contento con ser creativo, con renovar incesantemente. Siempre estoy generando ideas, no puedo evitarlo, y me frustro porque el pensamiento viaja más rápido que la mano. Me esmero más porque llegue el mensaje, que por el cuño de mi obra.
—¿Traspolas el humor a tu vida personal?
—Supongo que me pasa como a los comediantes, que la gente piensa que no tienen problemas, que siempre se están riendo y bromeando. Y bueno, como seres racionales contamos con nuestros propios conflictos, en la concreta la realidad es otra. Es cierto que debemos encarar la vida con actitud positiva, pero no todo el tiempo asumimos las desgracias y los conflictos con una gran sonrisa. Yo, personalmente veo muchas cosas a través del humor, incluso lo considero un mecanismo de defensa ante los tropiezos y las cosas malas que surgen por el camino, pero la vida es como es, y en algún momento siempre va a surgir un estado de infelicidad o de tristeza que es imposible de asumir de otra manera.
—¿Qué es lo que más valoras de tu trabajo?
—Pues, sentir una gran sensación de diversión, que lo siento como necesidad espiritual. La vida es tan corta, que tener la surte de hacer lo que te gusta con libertad, y además poder vivir de eso, es la mayor dicha que puede poseer todo ser humano. Después de mi hijo y mi familia, el arte es lo más importante, por ello lo disfruto y la paso bien.
guido
22/5/13 2:59
Vivaz y picante. Sea Tamayo sea l'intervista. Un verdadero gusto. W Cuba!
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