La música es el estandarte en la vida de Cotó, un tresero que, desde Guantánamo, defiende el changüí y toda esa herencia que surge de la unión entre la sangre haitiana y cubana. El músico sabe que muchos cubanos no conocen la cultura del extremo oriental del país en su real dimensión. “Quiero mostrarle al pueblo mis raíces, que las cosas pueden ser diferentes. Mezclé la rumba, el guaguancó, el son, el changüí, el nengón, la timba, la tumba francesa, los ritmos caribeños; una fusión que hacía falta en estos tiempos”, comenta a La Jiribilla Juan de la Cruz Antomarchi ―su verdadero nombre― sobre el álbum Cotó y su fiesta changüisera, nominado en los Premios Cubadisco 2023 en la categoría De la tradición sonera y campesina.
“Este fonograma surge a partir de una inquietud que tenía de hacer algo por la música cubana, de darle un toque distintivo. Vengo de la parte más oriental del país y veo cómo se han perdido muchas tradiciones, y por eso apoyo la idea de que hay que defender nuestras raíces”, cuenta a La Jiribilla. Un día se sentó con un amigo, Ibrahim Maza, le habló del proyecto y este encaminó la propuesta con la Empresa de Grabaciones y Ediciones Musicales, Egrem.
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“To’ pa’ ti”, “Entrégale a él”, “Estoy enamora’o”, “50 movimientos”, “Nengón a Baracoa”, “A Guantánamo”, “Changüí pa’ Cotó”, “El chocolate”, “Bailando en el Salón”, “Homenaje a Chito Latamblé”, “Negro Cimarrón”, “Echá pa’ allá Satanás”, “Homenaje a Tata Güines”, “Changui pa’ Bulé” y “Nengón a Baracoa” integran la lista de temas del fonograma. Las canciones son de la autoría del líder de la agrupación, excepto “Changüí pa’ Cotó”, de Ramón Esconodio, y “Negro Cimarrón” y “Echá pa’ allá Satanás”, compuestas por Jorge Enrique Mendoza.
Además de los integrantes de Ecos del Caribe, participan en el disco Viviana Ismary Morales en el trombón, Arturo O’ Farril y Orlando Mosqueda en el piano y, como plus, las voces de Mandy Cantero, Pedro Lugo “El nene”, Antonio Rodríguez “Pepitín”, Ramón Esconodio, Amaury Menocal, Isis María, Franciso Antomarchi, José de Jesús Pelayo, Bárbara de los Ángeles Zamora y Arnaldo Rodríguez.
Si bien es música tradicional cubana, el disco tiene un toque diferente, dado, primeramente, por las influencias que ha tenido Cotó a lo largo de su vida. “Imagínate, desde chiquito bailando con los merengues haitianos y todos esos ritmos caribeños que se escuchan en Guantánamo. Soy un pichón de haitianos”. Además, le otorga un valor agregado al resultado final cumplir con el objetivo que tenía el tresero de reunir en un mismo álbum a un “todo estrellas” de la música cubana para construir lo que él denomina una “fiesta”.
Precisamente, la narrativa de Cotó y su fiesta changüisera se estructura a partir de ese interés de mostrar al mundo que todavía quedan raíces por cultivar y sacar a la luz; mezclas de sonoridades que se pueden hacer, aunque sean complejas, para tratar de no irse por la vía del facilismo. “Recorro otros lugares, indago en cómo tocan los treseros y después saco mi propia conclusión e intento caminar de una manera diferente en cuanto a ideas y fluidez. Sin autosuficiencia, soy una caja musical inagotable repleta de cosas por hacer. Este es mi tiempo, mi momento. Dios ha permitido que se me abran estas puertas y que la gente me pueda reconocer”.
“Soy una caja musical inagotable repleta de cosas por hacer”.
Sobre el sonido del álbum, Cotó lo define como original, distinto, lleno de vida, de sabrosura, de swing, de oriente, de ese monte donde se siente el sonido de los animales, el canto de los pájaros. “Pienso que ahí está la clave. Es un disco en el que traigo todas las raíces de Guantánamo y las revisto con una armadura celestial para que el público las pueda disfrutar”.
El director de la agrupación asegura estar bastante satisfecho con el resultado final del álbum, porque cuando una persona sabe lo que está haciendo y hasta dónde quiere llegar, tiene que sentirse contento con sus logros. “Estoy recibiendo resultados de tanto sacrificio y años de espera para hacer un CD. En ese disco está mi esencia de campo, y aunque no soy cantante, no estudié, tengo el alma llena de sabrosura. ¿Qué más puedo pedirle a mi Diosito? ¿Qué más puedo pedirle a este mundo?”, refiere sobre la nominación a Cubadisco.
Cotó y su fiesta changüisera define a Juan de la Cruz Antomarchi. Es el reflejo de un tresero―como él mismo asegura―que siempre usó una trenza y un pañuelo en la cabeza e implantó eso de bailar con uno de los instrumentos tradicionales de Cuba. “En mis inicios, algunas personas pensaban que no estaba tocando, pero bailar es mi forma de expresar y sacar esa energía sobrenatural que hay sobre mí. Estoy embriagado de la música cubana y de mis raíces. Todavía quedan inquietudes que plasmaré en un segundo disco que quedará en la historia de la cultura cubana. Quiero que todo lo que suene alrededor de la agrupación, incluido los fonogramas que hagamos, sean un eco del Caribe”.
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