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jueves, 28 de noviembre de 2024

Cuba: ¡Ataca Chicho!, tributo póstumo a José Luis Cortés

A Germán Velazco y a El Tosco los une, al igual que a Maraca y a César, una sensibilidad creativa, múltiple y criolla...

en Prensa Latina 27/01/2023
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Jose Luis Cortés
Jose Luis Cortés

Por José Dos Santos

Germán Velazco, saxofonista, compositor, productor musical y quien fuera compañero de José Luis Cortés en la superbanda Irakere, es eje del homenaje póstumo que se le hace a El Tosco durante el 38 Festival Jazz Plaza, en un concierto denominado como una de sus expresiones favoritas: ¡Ataca Chicho!

Así también fue titulado un disco dedicado al gran flautista, compositor y maestro, inspirado en “una idea original de Paquito Cruz Terry, quien también fue muy amigo de José Luis”, la cual “en principio era una celebración porque aún estaba en vida”.

El Tosco llegaba a sus 70 años de existencia y al 53 aniversario de su carrera artística. La idea de aquella obra, editada hace pocos meses y asumida por Germán, fue acogida por la casa disquera Bis Music, en especial por el muy laureado productor José Manuel García, quien respaldó el meritorio proyecto en honor a la trayectoria del Premio Nacional de Música.

“El Tosco, para todos, incluyéndome, fue un gran referente como músico, artista y persona. Un hombre fiel a lo que creía, sentía, sobre todo, a su Cuba y a su Revolución”, afirmó Velazco.

Previo al concierto del 28 de enero, Velazco habla en breve entrevista para esta ocasión que “su concepto estriba en recrear algunos de los temas más representativos de la carrera de José Luis con otros arreglos, siempre respetando la obra”.

Y precisa: “en principio siempre quisimos que fueran otros intérpretes que no hubiesen pasado por las filas de NG (La Banda, de la que ambos fueron fundadores)”.

Ese el caso de “Will (Campa), quien, para mí, era la primera vez que trabajaba con él y creo que tiene mucho potencial interpretativo y escénico”.

Añade que “todos conocen la calidad vocal de Leo Vera, la sandunga de Robertón y Mandy Cantero -sin dudas eran obligados- y el soneo de Yumurí; Alexander (Abreu) todos sabemos que es el cantante del momento, tiene su estilo propio y una manera muy cubana y dicharachera que nos está faltando en estos tiempos”.

De otros participantes dice: “Dayán su simpatía, Amaray en muchas ocasiones hemos trabajado fuera del Trabuco y lo ha hecho muy bien, y quise experimentar con Jordy, cantante de Maikel Blanco, que me sorprendió mucho, mis respetos, hicieron de La protesta de los Chivos algo magistral”.

Hace un aparte al arreglo y la interpretación de Nube Roja del tema Échale Limón, de El Tosco, “una versión muy actual con la tímbrica de nuestros tiempos y la gracia de lo urbano, mis felicitaciones”.

Velazco advierte que “no podía dejar de mencionar y por eso lo dejé para el final el tema “Cha Cortés”, un clásico de nuestra música cubana. Le tocó la responsabilidad a César López (otro exIrakere), quien cambió toda la historia y lo llevó al formato de charanga”.

Otro que no podía faltar, a su juicio, es Orlando Valle “Maraca” (un compinche entrañable de esos tiempos), que “para mi criterio es lo mejor que está pasando en el mundo con la flauta popular”. Aquí acota que “fue invitado Maikel Dinza, otro obligado a este fonograma”.

Significa Velazco que “afortunadamente en cada lugar que he llevado a escuchar este trabajo todos le han dado un 100. Estoy muy, pero muy agradecido de los músicos que participaron, todos de muy alto nivel”. Agradece a los orquestadores que hicieron verdaderas obras de arte de este trabajo de años de José Luis; a los intérpretes; a Osvaldo Padrón y Janet que tuvieron la responsabilidad de grabar, editar, mezclar y masterizar este disco; a Paquito por esta maravillosa idea y a la casa Bis Music por una vez más confiar”.

Cierra este diálogo exclusivo con una expresión nacida de la emoción: “Gracias José Luis Cortés… ¡Ataca Chicho!”.

A Germán Velazco y a El Tosco los une, al igual que a Maraca y a César, una sensibilidad creativa, múltiple y criolla, que los hace capaces de desdoblarse, asumir, fusionar y proyectar, con excepcional calidad, tanto lo popular bailable como el fenómeno sonoro llamado jazz. Así lo hicieron Irakere y NG La Banda, dos íconos de la cultura cubana.


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