domingo, 22 de septiembre de 2024

Diego, David y Goliat

Fresa y chocolate continúa siendo ensoñación habanera 20 años después de estrenada...

Justo Planas Cabreja en Exclusivo 24/12/2013
12 comentarios
Fresa y Chocolate, imágen de actores
Fresa y Chocolate es una de las películas cubanas más conocidas.

Cuando estrenaron Fresa y chocolate apenas tenía ocho años. Poco tiempo después tuve la oportunidad de verla entrecortadamente en casa de unos amigos de mis padres. Por aquella época, 1993 o 94, tener un reproductor de VHS marcaba cierta diferencia entre una familia con lujos y otra normal, en tiempos donde todos éramos bien bien pobres. Es más, solo tengo claro el recuerdo de estar comiendo el típico arroz con huevo hervido del Período Especial frente al televisor, y la vaga sensación de estar viendo una película clandestina que, según comentarios de los allí presentes, era además “sobre maricones”.

Como Fresa y chocolate ha sido uno de los filmes que más ha marcado a mi generación de cubanos (y esto lo afirmo con toda convicción), he podido reevaluar esa primera impresión no una vez sino millones. Conozco personas que incluso se saben la película de memoria, cuelan alguno de sus diálogos siempre que la conversación abre la oportunidad. Y cuando estudiaba en la Facultad de Comunicación y nos dábamos un saltico al Coppelia tan económico y tentador, siempre había alguien que pedía una ensalada de fresa y repetía el bocadillo de Diego cuando conoce a David, ese de “… encuentro maravillas”.

Para colmo, cuando empezaban a llegar los reproductores de DVD, tenía una novia que contaba con uno y solo dos películas para ver: Bruce Almighty, con Jim Carrey y una copia digitalizada de Fresa… Está de más decir que repetimos tantas veces ambas películas que si antes de morir la vida pasa ante uno como dicen, en mi caso, con toda seguridad correrán la cinta de Bruce todopoderoso y detrás Fresa y chocolate.

También es imposible no leer lo suficiente sobre Fresa… como para tener claro que el hecho de ver mucho esta película no implica conocerla a fondo. Fresa y chocolate, como otras de Tomás Gutiérrez Alea, es una cinta compleja, susceptible a múltiples análisis. Todas esas lecturas, casuales o profundas, y sobre todo una conversación con un respetable crítico cubano, me tienen ya por el cuarto párrafo, rozando los bordes de la película, preguntándome cómo entrarle de lleno.

Si bien el tema central del filme —aquí hay consenso— no es la homosexualidad, sí lo ha sido de la mayoría de los estudios sobre Fresa y chocolate. Al menos existe un debate sugerido sobre el asunto. La mirada autoral de Titón y Tabío ha recibido tachaduras de hétero y hasta —implícitamente— de homofóbica. Algunos, por ejemplo, consideran bastante machista que desde la primera escena los directores defiendan la reputación de David al explicitar en una posada su interés por el sexo opuesto; y el remate de este criterio lo da la presencia de Nancy, que no existía en el original literario y confirma ante cualquier prejuicio que el estudiante universitario es hombre a todas.

El mediático Roger Ebert asestó en su momento: “nada progresista como esperábamos. Fresa y chocolate no es una película sobre la seducción de un cuerpo, sino sobre la seducción de una mente. Está más interesada en la política que en el sexo —a menos que cuenten las políticas sexuales, pues ser homosexual en Cuba es realizar una declaración antidictatorial se quiera o no”. El debate que suscitó la película y que todavía suscita en los espacios públicos más oficiales y oficialistas de la Isla demuestra la exageración de ese voluble Everest de la reseña crítica norteamericana.

Fresa… es la película que es, no se la debe evaluar como si fuera otra. Ni Titón ni su cinta podían entregar algo que escapara a su propósito esencial: problematizar la tolerancia de una Cuba prudentemente situada en el lejano 1979. Fresa y chocolate se refiere a la homosexualidad en similar dosis que al sentido del arte, a la integridad moral, a la amistad y al amor.

Nancy, como otros de sus pocos personajes femeninos, no resulta un personaje tan seductor como Diego, que a todas luces es el protagonista de la película. En un cine prolijo de caracteres femeninos muy bien armados —piénsese en los de Humberto Solás o en los de Daniel Díaz Torres—, las dos películas de Titón en la que este sexo aparece en primer plano, De cierta manera y Guantanamera no se encuentran entre las más atendidas de su carrera.

En el misterio trinitario de Fresa y chocolate, es cierto que la prostituta enamorada aparece a la izquierda, pero David, el comunista deslumbrado, tampoco es la figura central. La mayoría de las apariciones de Nancy permiten descubrir una mitad del Diego hedonista y supersticioso que aparece velada en sus prédicas intelectuales hacia David. Los diálogos que comparten solo David y Nancy están marcados por el esfuerzo de despejar la incógnita de Diego.

Este personaje —un poco dogmáticamente— femenino insufla dramatúrgicamente un aire de comedia y encanto popular a la película. Sin Nancy, solo con Diego y David, la resultante habría sido excelente, como en otros filmes del propio Titón, pero la fuerte dosis de racionalidad habría proscrito el filme de ese amplio y variopinto público cubano y extranjero con el que hoy cuenta. (¡Con cuántos extranjeros, de Brasil, de España y hasta de Eslovaquia, no habré hecho yo la cola del Coppelia para complacerles el deseo de tomarse un helado donde se filmó Fresa y chocolate!)

De hecho, Diego como personaje se propone como plataforma de conciliación de esas dos Cubas que representan David por un lado y Nancy por otro. David es el hombre de principios, racional, impetuoso, héroe del trabajo, vanguardista e internacionalista. Nancy es la mujer de impulsos, supersticiosa, cumbanchera y gozadora. Incluso hoy es difícil encontrar el punto medio entre David Calzado y Silvio Rodríguez, entre Carilda Oliver y Lezama Lima, entre la heroicidad mambisa y la de Yarini, que Titón y Senel Paz trazan tan orgánicamente justo en Diego. Esta doble naturaleza isleña, mutuamente exclusivista por demás, solo podía copular en una obra que enarbolara tan soberbiamente la bandera de la tolerancia.

Desde esa primera escena, la de la posada, los directores y el guionista nos hacen ver la doble moral, el rejuego entre aparentar algo que no se es para ser, que pulula en la sociedad cubana no solo en el plano intelectual sino en el muy básico del placer. La novia de David simula su desinterés en el sexo, su miedo, como una forma deforme de recibir más placer al verse forzada, y también como una manera de guardar las apariencias aunque a fin de cuenta las viole. En ese enrevesado mundo moral cubano, David comienza a aprender que fingir es sobrevivir.

El desplazamiento de interés del filme y de Diego: de la caza de David a su educación, le hace no poco favor al homosexual en Cuba y en cualquier lugar del planeta. Los espectadores aprendemos con Fresa y chocolate a ver a Diego no como una figura cuya una dimensión es su interés por el mismo sexo. No nos encontramos aquí un filme, como muchos que tratan el tema frontalmente, donde el gay vive bajo la dictadura de sus genitales. Diego es intelectual, todos lo vemos así cuando caen los créditos, como ese hombre que no debería irse y sin embargo deja de existir en nuestro mapa. Y a pesar de este desenlace, Diego, gracias en parte a su reverso hedonista, es un hombre que todavía hoy, 20 años después, camina de boca en boca por las calles de esta isla.


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Justo Planas Cabreja

Periodista que aborda temas culturales, especificamente cine y literatura. Recibió el II Premio de Ensayo “José Juan Arrom” por el trabajo “El reverso mítico de Elpidio Valdés”.

Se han publicado 12 comentarios


Justo Planas
 27/12/13 18:26

Gracias a todos y feliz año. Gracias en especial al equipo de Cubahora que siempre me propone temas tan retadores e interesantes.

A Gin Cuba
 24/12/13 12:16

--- io lo vidi 20 anni fa al cinema yara della rampa dell'avana , cuba ---

Jan G. Otterstrom desde Fb
 24/12/13 12:14

Fresa y Chocolate tocado por el maestro Jose Maria Vitier disponible para escuchar Anatomia de La Habana

Maria Concepcion Toledo desde Fb
 24/12/13 12:13

Muy buena temática

Zulma Gonzalez desde Fb
 24/12/13 12:12

Hecha en Cuba

Aymara Velázquez Viamonte desde Fb
 24/12/13 12:12

Un clásico del Cine Cubano de todos los tiempos, no me canso de verla, siempre le encuentro nuevas lecturas, gracias a Titón y Juan Carlos Tabío

Jossy Aleman desde Fb
 24/12/13 12:11

Bella esa pelicula...

Mariana Herrera Rubia desde Fb
 24/12/13 12:11

excelente film

Jesus Carrillo Bohorquez desde Fb
 24/12/13 12:10

Una gran película que adelanto a su tiempo la solidaridad entre los seres humanos con gustos diferentes una gran actuación.

Hemphell Reynoso esde Fb
 24/12/13 12:10

Una muestra que no sólo los recursos económicos hacer que las cosas sean buenas

Leny
 24/12/13 10:36

Excelente trabajo..... muy contemporáneo tanto como la película..

BrendaQ
 24/12/13 10:13

Excelente trabajo Justo como todos los que haces, una vez más felicidades, creo que Fresa y chocolote quedó en los corazones de todos los cubanos, demostrado 20 años después las personas la siguen viendo como la primera vez que se estrenó, a mi en particular me gustó mucho la película

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