Hasta febrero próximo puede disfrutarse en la habanera galería Villa Manuela de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (Uneac), una exposición personal de Ángel Ramírez titulada “El caos y los hijos de la bestia”.
En esta muestra, que incluye unas catorce piezas tridimensionales y cinco grabados, Ramírez despliega códigos y esencias que han sido antecedidas por un largo e intenso camino creativo (en grabado y pintura) caracterizado por la sutileza, el humor y la sugerencia. Sin dudas, Ángel es un artista que goza hasta la saciedad el hacer con las manos —es un manitas— que conjuga con toda intencionalidad factura artística con un sistema articulado, desbordado de coyunturas y de ideas que hace que el espectador se detenga ante cada pieza para intentar entender o, al menos, acercase a las claves de su propuesta.La obra de Ángel Ramírez es “una reflexión en torno al entorno”.
“El caos y los hijos de la bestia” es una exposición muy bien pensada, ¡pensadísima!, que conmueve y estremece, algo que le comenté al artista instantes después de verla. Pero ¿por qué “El caos y los hijos de la bestia”?
“Integra dos series; vengo trabajando desde hace tiempo el tema del caos, sobre todo en grabados, aunque aquí están ambas imbricadas. Y Los hijos de la bestia, que es una serie en su mayoría tridimensional, aunque hay obra plana vinculada con el grabado, casi siempre las caras son tacos xilográficos y las piezas están complementadas o más bien completadas, porque siento que son una sola cosa, con unos textos que la presentan. Son personajes creados, imaginarios, con textos que les hacen una semblanza, que explican quién es ese sujeto y cuál es su historia”.La obra de Ramírez se caracteriza por la sutileza, el humor y la sugerencia.
¿Y esos textos son de tu autoría?
Son textos escritos especialmente para cada pieza e, incluso, elaborados conjuntamente o en paralelo con la obra. Confieso que trabajé muchísimo los textos, ¡casi tanto como las piezas!
Siento mucho concepto, tanto en las piezas como en lo escrito. El tema del poder siempre fue una constante, una recurrencia en tu quehacer. ¿Podría decirse que “El caos y los hijos de la bestia” es un poder otro?
Aquí hay un poder que no está presente: en cierta medida, estos personajes son hijos de ese poder y, de alguna manera, todos somos hijos de algún poder o somos parte de esa cama que siempre tenemos por encima. Y, al mismo tiempo, nosotros mismos somos el poder de otros: insisto en que un patriarca puede ser el padre de familia o puede ser un emperador, solo que son distintos niveles. Por lo tanto, en esta exposición esta bestia no está —no aparece su cara por ningún lado, no tiene imagen—, y eso permite que cada cual se arme su propia bestia e imagine cuál puede ser la bestia que complete la exposición.
“Disfruto muchísimo trabajar con la madera y gozo tremendamente el crear de manera artesanal”, confiesa Ángel Ramírez (Foto: Estrella Díaz, La Jiribilla)
Ese proceso de imagen y palabra —nacido y gestado al mismo tiempo— por ti, que eres un creador que se ha consagrado al mundo de las artes visuales, me hace preguntarme, ¿acaso nace un esbozo de escritor?
¡No me considero escritor para nada!, pero mi obra desde siempre ha vinculado el texto a la imagen, aunque, probablemente, nunca con este nivel de presencia y muchas veces metido dentro de la propia obra.
Como vengo de haber hecho una obra en grabado, ¡mucha obra en grabado!, es común que tengan un pie de obra o un título. Pero, esos títulos siempre los he pretendido como un diálogo con la imagen. Voy a decir un disparate: no se trata de poner, por ejemplo, “Mujer con sombrero” y que aparezca una mujer con un sombrero, sino un texto que juega con la imagen y el resultado de ese “juego” depende mucho de la mirada del espectador, de lo que entienda o de lo que sea capaz de interpretar.
¿Cada una de estas piezas tiene cierta independencia de la otra?
Sí y no: al ser todos hijos de la bestia terminan siendo hermanos o, por lo menos, medios hermanos.
Hace un tiempo atrás en una conversación me aseguraste que “eras un carpintero frustrado”. Ahora, en esta muestra, ese anhelo ¿se ha posesionado?, ¿se ha materializado?
Con toda honestidad, disfruto muchísimo trabajar con la madera y gozo tremendamente el crear de manera artesanal: lo disfruto porque es algo que consume tiempo y que es como una terapia ocupacional. Esta manera de hacer me da mucho espacio para reflexionar, para pensar. Mi obra no es ni crítica ni vacía de crítica, pero considero que, sobre todo, es una obra reflexiva y no es, necesariamente, contra nada ni contra nadie, ni a favor de nada ni de nadie: es una reflexión en torno al entorno. “disfruto muchísimo trabajar con la madera y gozo tremendamente el crear de manera artesanal”, confiesa Ángel Ramírez
No obstante, creo que lo cáustico de tu ironía, de esa ironía sutil y fina que te caracteriza, es obvio.
Sí, está ahí. No sé hacer de otra manera. Una de las cosas que siempre he tenido presente es que el humor constituye una parte importantísima y es una excelente vía para comunicarse. Y esta exposición está imbuida en esa línea con un nivel más reelaborado, más rebuscado, si se quiere.Para Ángel Ramírez el humor es una excelente vía de comunicación.
Uno se percata que es una muestra muy bien pensada, extremadamente bien pensada, no solo por la obra o los textos sino por la forma en que cada pieza está ubicada dentro de la galería. ¿Puedo asegurar que esta exposición es hija de la pandemia y, por lo tanto, del distanciamiento al que estuvimos sometidos?
Exacto. Son hijas de la pandemia y son resultado de esa cantidad de horas picando maderitas que me dio la oportunidad de pensar. Esta galería es muy hermosa, muy acogedora con todas estas vueltas que tiene… y uno se motiva a pensar dónde va a ubicar cada pieza. Cada una de mis exposiciones han sido concebidas como puestas en escena y con una lógica. Se cuenta que, más o menos, Picasso dijo que “el arte es una mentira que hay que armar debidamente”.
Todas estas obras son hijas de la pandemia, expresa el artista (Foto: Estrella Díaz, La Jiribilla)
Pero, “El caos y los hijos de la bestia” es muy teatral…
Toda mi obra ha sido y es muy teatral. Siempre. Es una imagen con mucho discurso, son imágenes no para contemplar y decir, ¡cómo equilibra aquí el rojito! No, es una imagen para expresar contenido. Pienso que al arte se le puede llegar o se le puede entrar con muchas motivaciones diferentes y, en mi caso, el tema comunicación es primordial.
Hay obras de otros artistas —y se pueden hacer obras con otros muchos sentidos—, que son más una especulación formal o una búsqueda de virtuosismo. En lo personal, no me interesa nada de eso o no me interesa tanto. Tampoco es que uno esté ajeno a que las cosas estén bien hechas o a que sean atractivas. No hay que ser exagerado, pero en lo personal el contenido, el concepto, la idea y el acto de comunicación es lo fundamental.
En ésta expo hay obra escultórica en la que el grabado tiene una presencia y me atrevería a decir que, también, tiene de instalación, ¿me equivoco?
Hay una pieza que habla de un hijo que se deja caer y se desarma en el piso y, para separarlo de esa superficie, está colocada sobre carbón para que haya un contraste y porque es piso-piso… sí, es una instalación que nunca va a quedar igual si se exhibe en otro lugar.
En cuanto al color… al entrar en la galería uno se da cuenta de que solo en algunos lugares muy puntuales hay color.
Sí, la exposición se mueve mucho en la gama de los grises aunque hay algunos dorados o un poquito de rojo por aquí o por allá, pero se mantiene el gris mucho más que en blanco y negro.
Puedo decir que esta exposición marca algún punto de giro en tu carrera, un paréntesis, un punto y seguido…
Creo que marca un grado de estar más hecho todo el concepto o, quizás, mucho más armado todo el concepto. Después de mucho sube y baja y de largo tiempo de trabajo llega esta exposición que creo es más completica.
Hacía muchos años que no hacía una exposición personal en Cuba, porque como tenía mi taller de La Habana Vieja las obras se iban moviendo, se iban acumulando y se exponían allí. Pero había obra de todos las etapas, es decir, no había una exposición concebida y era como un muestrario. Y viví durante mucho tiempo metido en ese muestrario. “El caos y los hijos de la bestia”es como una puesta en escena más pensada.
¿Más liberadora para ti?
Ha sido una exposición necesaria para mí porque todas estas obras las he tenido en la casa arrinconadas, desarmadas y ahora es la primera vez que las veo todas armadas y juntas.“(…) todas estas obras las he tenido en la casa arrinconadas, desarmadas (…)”.
¿Satisfecho?
Creo que sí y la satisfacción completa es que un grupo de gente la vea y la disfrute y piense con ella y junto a ella.
Supe que viajaste recientemente…
Sí fue un regalo tremendo que la vida me dio. Fui invitado a una residencia de artista en Suecia. La persona que hizo la propuesta para que me convocaran es una artista que considero extraordinaria y muy respetada en Gotemburgo que se llama Nina Bondeson. Ella hace una obra que allá la catalogan como surrealista, pero la verdad yo la veo como un realismo mágico latinoamericano porque es de una sabrosura y de una calidez y de una manera de pensar y de hacer maravillosa.
Cuando llegué allí aún estaba una exposición personal de Nina Bondeson en una gran galería adjunta la Museo de Bellas Artes e, incluso, pudimos hacer un show o una suerte de conversatorio entre ambos: ella con su exposición y yo llevé imágenes que se proyectaron en una gran pantalla y la verdad es que fue interesante. Asistió cantidad de público con una traducción complicada, pero todo salió muy bien.
Estuve unos tres meses y fue un espacio para ver, para pensar y para estructurar algunos detalles de “El caos y los hijos de la bestia” que ya estaba prácticamente realizada, pero de todas maneras siempre hay que darle alguna redondez.
También aproveché para ver mucho arte: cada vez que viajo trato de ver mucho arte. Durante un largo período estuve trabajando con la imaginería medieval, que todavía está medio colada en todo esto, en la manera de hacer y en algunas imágenes que están en los grabados. Y durante ese período visitaba iglesias medievales y eso me ha servido de mucho, además lo he estudiado bastante. Pero también me gusta ver arte de todos los tiempos y, sobre todo, el contemporáneo.
En Suecia vimos muy buen arte contemporáneo. Estuvimos en Estocolmo, que es la capital, y en Gotemburgo, que es la segunda ciudad en importancia de Suecia y allí hay excelentes museos y galerías.
¿2023?
Como la mayoría de los cubanos: sobrevivir. A Cuba siempre se le tilda de inmovilismo, pero yo digo lo contrario. Aquí hay que aprender a vivir cada seis meses porque los cambios de la cotidianidad son constantes. 2023 es un año de expectativas y de interrogaciones.
Términos y condiciones
Este sitio se reserva el derecho de la publicación de los comentarios. No se harán visibles aquellos que sean denigrantes, ofensivos, difamatorios, que estén fuera de contexto o atenten contra la dignidad de una persona o grupo social. Recomendamos brevedad en sus planteamientos.