domingo, 22 de septiembre de 2024

Exégesis del arte en puntas

La temporada de Giselle devino clase magistral en este arte y homenaje al cumpleaños 93 de Alicia Alonso...

Ada María Oramas Ezquerro en Exclusivo 27/12/2013
10 comentarios
Giselle
Giselle fue la obra con la que Alicia Alonso se consagró en el ballet.

Un ballet que trasciende lo epocal y temporal, Giselle, llevó a escena un ejemplo del más depurado arte de la obra paradigmática de la era romántica del ballet, en la sala Avellaneda del Teatro Nacional.

La temporada rindió homenaje al 93 cumpleaños de la prima ballerina assoluta Alicia Alonso, al aniversario 65 del Ballet Nacional de Cuba y al 70 del debut de Alicia en Giselle, en la noche histórica del 2 de noviembre de 1943, en el Metropolitan Opera House, de Nueva York, cuando el director del American Ballet Theatre anunció que suspendería la función por enfermedad de la primera bailarina Alicia Markova.

Apenas pronunció aquellas palabras, una muchacha de 23 años, Alicia Ernestina de la Caridad Martínez del Hoyo, cuyo nombre artístico era Alicia Alonso, le dijo que ella se sabía de memoria el personaje y cada una de sus intervenciones en escena, a pesar de que solo había interpretado las dos bilis en funciones alternas.

Ante tal convicción en sus palabras, él aceptó, y al verla, reconoció que era verdad cuanto decía. La Alonso mostró una Giselle que era un prodigio de técnica con efluvios de poesía.

Así nació el mito Alicia-Giselle para la escena mundial.

MÁS ALLÁ DEL RETO, LA INSPIRACIÓN

La escena de la Avellaneda acogió los conceptos esenciales de la Alonso como coreógrafa, intérprete y fuente de inspiración. Porque este montaje no admite derroche de técnica, sino el empleo de una estética acerca de los personajes y su simbología como elemento decisivo en una trama.

En ella resulta imposible deslindar realidad y fantasía, teniendo en cuenta la perspectiva infinita que Alicia universalizó en Giselle, a partir de la corografía original de Jean Coralli y Jules Perrot, basada en un libreto de Vernos de Saint-Georges y Jean Coralli, inspirado en una leyenda popular germánica, recogida por Heinrich Heine, con música de Adolphe Adam.

DE LO HUMANO A LO ESPECTRAL

Ni paralelismos ni antagonismos pretendemos encontrar en esta coreografía respecto a la original, punto de partida para esta creación emergida de inspiraciones, sentimientos y un profundo conocimiento del arte balletístico, el cual propicia la recreación de un antiguo mito en el cual las jóvenes que fallecían solteras adquirían una vida eterna en el danzar, imbuidas de lirismo y fantasía, en un contraste motivado por la alegría juvenil, plena de vida en el primer acto, a la aparición transmutada en willi o espectro de los bosques.

El trazado y la ejecución dancística del personaje encontró una intérprete ideal en Anette Delgado, en la apertura de la temporada, en un momento trascendental de su carrera, porque ella y Dani Hernández, acaban de ser seleccionados entre los mejores bailarines del mundo por la revista Dance Europa del Reino Unido de Gran Bretaña.

Precisión y dominio del estilo caracterizaron la labor de Anette en una integración plena de sagacidad interpretativa y proezas técnicas, desde la diagonal de fondus y piruetas del primer acto, hasta su proyección balletística en el segundo, con las sutilezas de su danzar que llegan a la lo etéreo y una fluidez que traspasa los límites de lo real. Dani Hernández se creció en esta función con impecable ejecución como partenaire en el duque Albrecht.

UNA GISELLE DIGNA DE ENCOMIO

El debut de Amaya Rodríguez en el rol titular representó uno de los clímax de la temporada, pues en ningún momento daba la impresión de contemplar a una debutante, sino a una bailarina con experiencia y en plenitud de facultades.

Arián Molina hizo gala de gran talento y asumió las exigencias de la coreografía en la extenuante misión a él impuesta por la Myrtha, reina de las willis, y el conflicto interno del personaje a través de la intensidad de su variación.

UNA GISELLE PARA RECORDAR

Una muchacha que ya había realizado el retrato balletístico de Giselle, Yanela Piñera, mostró nuevas facetas de su danzar, al sacar a relucir lo que aún no había detectado, a partir de reacciones definitorias en su personalidad, pues denotó una armonía plausible en la escena de la locura, en el primero, y en los pasajes que engarzan con la iniciación, y encontró coincidencias entre la causa de la muerte y sus efectos.

Ernesto Álvarez, en Albrecht, duque de Silesia, desplegó una labor que reunió todos los acentos que requiere este personaje que se disfraza de campesino para igualarse a Giselle, se compromete con la duquesa Bathilde y con Giselle, cuya traición provoca la locura de la joven campesina. Realizó con esmero su participación en el primer acto y la variación del segundo, en la cual técnica y desdoblamiento en la sicología del personaje alcanzaron hitos por haberlo delineado a fuerza de estilo.

EXPRESIVIDAD ENCAUZADA POR TÉCNICA Y ESTILO

Viengsay Valdés, consagrada en Cuba y altamente valorada internacionalmente, devastó facetas que no había plasmado en actuaciones anteriores, al perfilar, con gestualidad, pasos y acciones, un acercamiento inédito en ella. En cuanto al trabajo actoral, en medio de su emotividad, huyó de los excesos en la locura, a la cual aportó un elemento novedoso, pues en vez de morir al caer en escena, continuó viva con un hálito de energía para abrazar a su amado, en postrera despedida.

Víctor Estévez denotó una estatura de primer bailarín de larga trayectoria en su debut como el duque y mostró la doble personalidad del campesino disfrazado y del aristócrata, indeciso entre sus dos novias, aunque la locura de Giselle le hizo definir su gran amor, que reflejó en sus actos y en el fluir de un baile con ritmo in crescendo que le acercó a la idealización de su danzar y su atinada labor de partenaire.

PROTAGONISMO DEL CUERPO DE BAILE

Lejos de constituir un elemento visual que contribuye a la narración del argumento, el cuerpo de baile poseyó una importancia decisiva en el primer acto, como símbolo de alegría y juventud, que se tornó trágico en la escena final del primer acto, como reflejo del drama de la protagonista.

En la segunda, hizo gala del virtuosismo característico de la compañía en el acoso de las willis a Hilarión, por su osadía al penetrar en su reino. Adquieren especial realce las escenas donde se conforma el esplendor de su perfecta sincronización, en una serie de movimientos que poseen el impacto de una perfección cronométrica, con la pulcritud del arte mayor, cualidad emblemática de la compañía que con tanta inteligencia y amor dirige la prima ballerina assoluta Alicia Alonso.


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Ada María Oramas Ezquerro

De larga trayectoria en el periodismo cultural. Premio de Oro, del Gran Teatro de La Habana y Miembro de la sección de la Asociación de Artistas Escénicas de la UNEAC

Se han publicado 10 comentarios


Alicia Valdes desde Fb
 29/12/13 9:43

Una vez mas me lo pierdo. Maravillosa pieza del ballet.

Arlen Carolina Martinez Guzman desde Fb
 29/12/13 9:42

Vivan esos grandes artistas cubanos. Desde honduras

Adalberto Jorge Hernandez Tamayo desde Fb
 29/12/13 9:42

Inmemorables son esos momentos de maestría y belleza. ..Dios tr salve reina!!!!!!! Desde Brasil!!!

Angela Lafuente Hermosa desde Fb.
 29/12/13 9:30

Abrazo fraterno desde Argentina para todos los artistas cubanos.

Sarabanda Pérez desde Fb
 29/12/13 9:27

Adoro el ballet, en especial Giselle me conmueve

Waldemar Igor Molina Kirsch desde Fb
 29/12/13 9:26

Bellisimo que vivan todos los grandes artistas cubanos.saludos desde guatemala feliz año

Isabel Beatriz González Hernández desde Fb
 29/12/13 9:23

Un clásico que se mantiene en la preferencia de los que gustan del ballet

Equipo Cubahora
 29/12/13 9:22

Gracias, Mario, por compartir esta reseña con Cubahora.

Mario Valdés.
 28/12/13 21:50

Con mucho gusto,agrego esta reseña parisina, sobre la maravillosa Giselle cubana que es Anette Delgado. ...........Presenciar en París, o en su periferia, algo novedoso y deslumbrante, es cosa bien difícil, diariamente existen cientos de espectáculos en la ciudad luz, con el fin de encandilar a los espectadores, llenando la capital o sus contornos, de mediocridad o eventos sin interés, pocas veces se cumple el objetivo del beneficio deseado, por esa razón el Ballet Nacional de Cuba, me ha dejado extraordinariamente complacido y hechizado, dirigido por la última gran leyenda de la danza viviente, que es Alicia Alonso, fundadora de dicha institución hace sesenta y dos años atrás, especializada en la más arraigada tradición romántico clásica, ver a sus jóvenes danzar, es como recrear un perfecto viaje al pasado en el país de las hadas, repleto de magníficas sensaciones, convirtiendo la experiencia en algo imperecedero, aún en las diferentes temporadas europeas del ballet “Giselle”, de origen y desarrollo francés, hecho que no impidió en lo absoluto para enaltecer la obra traída por los cubanos, en esta ocasión por solo dos noches en el Enghien-Les-Bains los días 23 y 24 de Abril, con facilidad se puede apreciar a través de sus actuaciones, el grado de sinceridad logrado por los caribeños; fue la joven Anette Delgado, la cual no me era desconocida, debido a su brillante interpretación de esta obra en París en el 2007, la responsable de la primera representación, extraordinariamente bella y repleta de un vasto lirismo, cautivo a los espectadores, desde su aparición se sintió a la artista de excepción, dotada de una sensibilidad exquisita, con una precisa y soberbia técnica, demostró ser la heredera absoluta de lo que antaño fuera propiedad de madame Alonso, su escena de la locura conmovedora, todo esto superado aún más en el segundo acto, lleno de ternura y delicadeza, nos encantaría verla con sistematicidad en Francia danzando ese personaje, del cual sin duda alguna en la actualidad, es dueña absoluta dentro de la compañía a la que pertenece, magníficamente secundada de forma sublime por su partenaire, el primer bailarín Javier Torres, en un dúo de amor inolvidable, Yanela Piñera, en su maligno personaje de la reina de las wilis , excelente, demostrando control absoluto a cada aparición, el cuerpo de baile con una sincronización jamás vista en Europa; la coreografía concerniente a su directora, desde mi punto de vista es la mejor y más ilustrada de cuantas existen en el presente, estudiado hasta los más mínimos detalles, al concluir el ballet apareció en el escenario Alicia Alonso, rodeada de sus noveles estrellas, ocasionado un atronador aplauso, acarreado por el homenaje que se le tributa en el año donde cumple su novena década de existencia, ella ha podido trascender a los años e instalarse en una especie de estadio superior a la danza, para concentrarse en lo esencial, se encontraban en la sala diversas personalidades del mundo político y cultural de varios países, Abel Prieto ministro de cultura de la nación cubana, Pedro Simón director del Museo de la Danza en Cuba, Irina Bokova directora general de la UNESCO, Cyril Atananasoff máster francés de la danza, Dominique Roland titular del centre des arts. Vistiendo la despedida nuestro Señor Alcalde de la ciudad de gala Philippe Sueur concejal de Oise.

Rebeca
 27/12/13 17:25

Durante esta última temporada de “Giselle” por el Ballet Nacional de Cuba, todas sus intérpretes estuvieron fantásticas, sus acompañantes desde otro punto de vista correctos, ahora bien, le corresponde a Anette Delgado por derecho propio, ser la poseedora absoluta de ese complicado ballet romántico, una espectacular técnica, unida a una enorme dulzura y gran lirismo, la hacen ideal para ese rol, con el corazón en la mano puedo decir, que es sencillamente maravillosa.

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