Por: Noemy Marrero y Reynaldo Zaldívar
Ha sido chofer, campesino, jefe de seguridad, custodio en una sala de TV, pero, sobre todas las cosas, Guillermo Ovial Almaguer Gay ha dedicado su vida a trabajar para los niños. En lo más hondo del campo, en el sitio donde se unen los cuatro caminos que dan nombre a esa comunidad, en los extremos del municipio holguinero “Rafael Freyre”, vive quien fuera merecedor, en 2017, del Premio Nacional Los Zapaticos de Rosa, máximo lauro que otorga la Organización de Pioneros José Martí (OPJM).
Sin formación académica, sin dominar instrumento musical alguno, sobre la madera sin barniz de la mesa o el cuero eternizado de un taburete, ha compuesto verdaderas obras de arte de la cancionística infantil cubana.
“En la década del 70 me fui a un lugar solitario, cuando era profesor en el Ejército Juvenil del Trabajo. Allí, escribí una poesía para un concurso, cuando se realizaba el Primer Congreso del Partido; nada que ver con los niños, pero fue el primer paso en esta carrera. Ya en 1986 llego al Centro de la Música y Ariel Dotre, director del Taller del autor musical, me convoca al Festival Provincial de la Creación de la Música Infantil. Escribo el tema Puputilán, sin muchas esperanzas, cuando me dicen: ʻGuillermo, clasificasteʼ. Desde entonces no he dejado de crear nunca.
Premios y reconocimientos recibidos por Guillermo Ovial (Foto de los autores)
“Siempre traigo un bolígrafo encima. A veces voy por el camino, recojo una caja de cigarros vacía, y en ese papel me pongo a escribir. Al bajar la primera loma ya tengo una canción terminada, con letra y música.
“Escribo diversos géneros. No tengo conocimientos profesionales de música, solo domino un poco de percusión. Tarareo y me acompaño golpeando sobre alguna superficie que dé ritmo o con simples palmadas. La tecnología en el campo es escasa y costosa. Yo no uso grabadoras para recordar. He escrito cientos de canciones y de ninguno olvido el ritmo.”
El autor de temas tan populares como Mis carritos, El chofercito y La musa viajera, nos enseñaba con timidez y satisfacción los reconocimientos y premios que ha recibido a lo largo de su vida. Mirábamos sin lograr encontrar cuál de ellos era el más valioso. “Para mí el premio más importante es trabajar para los niños”. Lo dijo con firmeza, como si muy dentro sintiera el gusto de hacer el bien, de ser útil a los demás. Esto es mejor que ser príncipe: ser útil, apuntara Martí.
Ovial participó en cada edición del Festival Cantándole al Sol, escenario propicio para mostrar el talento que por años se había limitado a los espacios comunitarios. Las ciudades, los pueblos y lo más recóndito del campo cubano aportaban intérpretes, compositores y arreglistas que salían por la televisión nacional, como si fueran expertos de reconocida trayectoria.
Premio Zapaticos de Rosa, galardón más importante que otorga la Organización de Pioneros José Martí (Foto de los autores)
“Si los festivales Ronda al Pintorcillo o Cantándole al Sol no existieran, Guillermo Ovial no existiría. Solo fuera un autor encasillado dentro de la casa o en el Consejo Popular. Ahora mismo nadie habla del Festival. Y eso me preocupa.”
Algunos nombres saltan en la conversación: Daniela del Carmen Palmero, Katherine Torres, Eduardo Vázquez, Iliana Berlanga… voces que materializaron las canciones que Ovial escribía mientras colaba el café y al fondo la voz del bueyero imponía el ritmo de la música.
Amontonados en una esquina de la sala pueden verse algunos de los premios obtenidos. Resaltan sobre la pared de ladrillos descubiertos, unos zapaticos de cristal. El polvo ha logrado colarse por las hendijas de las talladuras. Sin embargo, conservan toda la pureza de ser el premio más importante que otorga la Organización de Pioneros José Martí.
Guillermo Ovial recibe reconocimiento de las manos de Fernando González Llort (Cortesía del entrevistado)
Una de las ocasiones más significativas en su vida artística, resultó el reconocimiento entregado por Fernando González Llort, en gratitud a sus canciones a favor de la lucha por la liberación de los Cinco Héroes. El guajiro que hace protagonistas a decenas de niños, cosechaba el fruto de años de arduo trabajo.
Hacer arte en Cuatro Caminos de La Caridad constituye un reto, mucho más cuando los zapatos se rompen y el fin de mes con su aguijón de acero obliga al artista a desyerbar un campo de plátanos o custodiar cada dos noches una sala de TV para buscar el sustento. Ovial se ha crecido ante estas dificultades, las refleja en sus canciones y sorprende con su tono esperanzador.
Cantoría Rayitos de Sol (Cortesía del entrevistado)
Guillermo Ovial creó una alternativa para que los niños que no tienen acceso a la programación cultural infantil municipal, puedan disfrutar y formar parte del arte a través de Rayitos de Sol, una cantoría que se sustenta con medios propios, muy limitados, y que ha sobrevivido a períodos tan difíciles como el de la pandemia.
Sin medio de transporte, recorre las comunidades en busca de talentos, bajo el principio martiano de que “todo, como el diamante, antes de luz es carbón”. Siempre se le ve acompañado por niños, que le siguen como si tuviera una suerte de caramelo en la voz.
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