viernes, 19 de abril de 2024

La UNEAC ante el cambio cultural del nuevo siglo

Entender que solo con la UNEAC y la unión de la vanguardia se va a lograr una conciencia de los valores defendibles, conlleva que los decisores se pongan del lado de quienes dedican su vida a la concreción de ideas...

Mauricio Escuela Orozco en Exclusivo 06/03/2023
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Celebra UNEAC
La UNEAC cuenta con los recursos para el reto ideológico y cultural que implica este cambio, pues dispone de una cantera de personas que se dedican sólidamente a la creación de sentido.

¿Cómo hacer que la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC) siga en la vanguardia de la creatividad y logre actualizar su discurso como organización que nuclea a lo mejor de la cultura? En décadas de historia hubo momentos de especial tensión y protagonismo de los miembros, no solo porque las obras eran trascendentes, sino porque los tiempos demandaron esa firmeza en el pensar y la acción. Hemos llegado al siglo XXI y el país está conectado al ciberespacio, lo cual constituye una variación de las condiciones de los artistas. No solo porque la globalización es un suceso real y que nos impacta e impone sus lógicas, sino por la erosión que esas influencias externas tienen hacia lo interno y la articulación de la sociedad civil cubana y el gremio de los creadores. Ya no basta con publicar, sino que se requiere de un mercado editorial que piense en el libro digital y sus derivaciones. Pero es que el uso de las redes sociales transforma las maneras de leer y acercarnos al fenómeno del consumo cultural. Cuestiones que no se han estudiado quizás lo suficiente.

 

La UNEAC cuenta con los recursos para el reto ideológico y cultural que implica este cambio, pues dispone de una cantera de personas que se dedican sólidamente a la creación de sentido. No solo en cuanto a las bellas artes, sino en el pensamiento mismo, el cual posee un peso fundamental en la concreción de políticas públicas protectoras del sentimiento nacional y de sus concreciones patrimoniales y hechológicas más sólidas. En tal sentido, la UNEAC funciona como organismo gestante de los contenidos y de los espacios en los cuales se producen los debates en torno a estas cuestiones. Pero este organismo requiere enfrentarse el reto de no banalizarse y a la vez asumir que está en un entorno otro. El cambio cultural del nuevo siglo le imprime a la creación el sesgo de lo multimedial y de la relación con los públicos más diversos. En esa dinámica ya no basta con exponer o con una presentación, sino que el impacto del trabajo de la UNEAC tiene que asumirse desde el respeto y el compromiso con la transformación de las formas de comunicar. La empatía con los jóvenes se logra a partir de la relación con sus códigos generacionales y ello determina qué alcance se puede tener, qué inmersión poseen las acciones y los procederes. También resulta crucial dilucidar, entre la UNEAC y los organismos de cultura, las vías para la legitimación y que las jerarquías creativas no queden lastradas por la banalidad del like y de la selfie.

 

La UNEAC se creó cuando Cuba comenzó a necesitar una articulación de ideas desde la intelectualidad que le hicieran frente a las componendas contra la soberanía nacional. De ahí surge la iniciativa de que los creadores se unieran para la concreción de espacios de vanguardia que tuviesen un valor estético y ético desde lo pedagógico, desde lo más hondo de la vida intelectual. Y es que, si importante es la presentación de una política pública real, no lo resulta menos la representación en el plano de las ideas. El debate en aquella dimensión simbólica resulta crucial para entender el mundo y comprendernos nosotros dentro de ese marasmo. Ello no se logra sin que exista una articulación ciudadana de los letrados y artistas que poseen una visión profunda y filosa. Ahora bien, en el nuevo siglo y con el cambio cultural imperante, las formas de abordar estas cuestiones deben ir a la par con los contenidos. Ya no solo basta con que se posea una obra potente, sino que debe conectar con los consumidores. La UNEAC está creciendo en membresía e intenta ir con estas promociones y sucesos en los espacios de reciente data. En su dirección hay una unidad entre la más larga hornada y la novísima que nos hacen esperanzarnos en cuanto a la renovación de prácticas y pensamientos. Mas allí es donde muchas veces falta mucho por comprender.

 

En la reciente feria del libro de La Habana se habló sobre el soporte digital como referente ante la carestía de papel, pero los creadores saben que en Cuba no contamos con la infraestructura para asumir una producción masiva de ebooks. Esto es tarea de la UNEAC, hacer conciencia en cuanto a la realidad de nuestro consumo cultural y sus falencias. Y es que no basta a estas alturas solo con la articulación de los artistas, sino que se requiere una incidencia mayor de estos en la toma decisiones. ¿Acaso los valores no son entidades concretas que determinan la existencia de fenómenos sociales a los cuales tenemos que enfrentarnos? En los creadores va la dimensión axiológica de la patria. Y eso está en un plano de indiscutible vivencia práctica. Los artistas poseen la capacidad de convocatoria y el poder de la convicción. Se ve a diario en las redes sociales, que se han convertido en el escenario per se de los debates, al cual por cierto no hemos accedido en la mejor forma como país del tercer mundo periférico que no tiene la infraestructura ni muchas veces el conocimiento de cómo funcionan las dinámicas de posicionamiento.

 

Entender que solo con la UNEAC y la unión de la vanguardia se va a lograr una conciencia de los valores defendibles, conlleva que los decisores se pongan del lado de quienes dedican su vida a la concreción de ideas. No bastan los congresos o las declaraciones formales, sino que la cultura requiere de apoyo logístico y con eso nos referimos a la necesidad de que los centros creadores de sentido no caigan en el absoluto silencio, sino que posean la capacidad material de subsistir y seguir llegando a los públicos. Una casa de la cultura, una sede local de la UNEAC son tesoros que vale la pena conservar en medio de cualquier comunidad por muy alejada que se halle en la geografía nacional y por ínfimo que parezca el patrimonio. En ese sentido es donde debemos trabajar y no solo en lo macrosocial, en las capitales, en lo visible. En las zonas más aisladas es donde muchas veces se está decidiendo lo nacional. En las esquinas de un barrio se hace el debate que aborda la cuestión definitoria de nuestra cultura. Y la UNEAC surge para llegar hasta esas personas, incorporarlas, hacerlas protagonistas de un imaginario que trasciende la creatividad y que incide en las construcciones de lo real dentro de la Historia.

 

Hace unas semanas, mi amiga Silvia Rodríguez Rivero, artista de la plástica, colocaba en su muro de Facebook un suceso extraordinario: en una peluquería de La Habana escuchaban la Misa Cubana de José María Vitier, pieza imprescindible. Por muy excelsa que fuese la música, ello no impedía que trabajadores manuales disfrutaran de sus acordes. Silvia dijo que ello indicaba que el mundo tiene salvación y lleva razones de peso para aseverarlo. Hay en el pueblo esa alma incólume del arte que toca llevar a buen recaudo. Ojalá y las articulaciones históricas cubanas, UNEAC incluida, logren captar y potenciar la fuerza oculta de nuestro pueblo. Esos valores, esa luz, nos dieron una nación que aun brilla en medio de los problemas cotidianos. Esa y no otra es la tarea de los artistas, la de ayudar al parto de la razón colectiva.


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Mauricio Escuela Orozco

Periodista de profesión, escritor por instinto, defensor de la cultura por vocación


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