Tantas personas no podían estar equivocadas. La obra me resultaba esquiva. Pero pensaba: No importa. Leí sobre el éxito en Santa Clara, Ciego de Ávila y en la Casa del Alba capitalina. Sobre la sala repleta del Café Teatro Bertolch Brecht el primer fin de semana. Y María Luisa, que está buenísima, que lloré mucho. Y yo, caramba que no me empato con ella, pero No importa…
Y así fue que decidí no posponer más el gustazo de ir a ver, precisamente, No Importa, de la Compañía Teatral Mejunje, basada en el libro ¿Quién le pone el cascabel al látigo? I parte, del periodista Rodolfo Romero Reyes. La beca de creación El reino de este mundo de la Asociación Hermanos Saíz, y tantos elogios la avalaban. Cuando el río suena…
Era el último fin de semana en el Brecht, y había que saldar la deuda. Ojalá regrese a la capital cubana, y se lleve a todo el país. No importa eres tú, yo, ellos, los de aquí, los de allá… Los actores Lizandra Martín, Leisy Domínguez, Adrián Hernández y Yuniesky Bermúdez hacen que la obra importe, y mucho.
Y allá fuimos bien temprano a descubrir los secretos de cuatro amigos que después de mucho tiempo se reencuentran. Uno que permanece en Cuba y tres, como tantos, que se fueron. Otra vez la emigración como ruptura y unión. No importa somos casi todos.
¿Quién no hizo a varias de sus mejores amistades en el preuniversitario? ¿Qué varón no recuerda su paso por el servicio militar? ¿Y las vicisitudes económicas en la Universidad, pero a su vez la etapa donde se comparte hasta la miseria? Sí, porque más allá de la tortica, todo es de todos. Desde las chancletas, la cama, las tostadas, el ventilador, la adrenalina.
¿Quién no tiene a sus mejores amistades, y hasta ex amigos desperdigados por el mundo?
(Cortesía de Mejunje)
No importa te zarandea. Coño ¿por qué se fueron tus hermanos del pre y la universidad? ¿Eres feliz aquí? ¿Por qué tanta nostalgia en el reencuentro? Hace falta un palo de ron Havana Club como el que le brindan al público, (y lo dice un abstemio) para que el nudo que tienes en la garganta baje un poco.
Tus amigos se fueron por disímiles causas. Y tú te identificas con los actores. Y piensas en los hermanos de la vocacional o hasta en los de la universidad que rompieron contigo por posiciones extremas. Y tú que no bebes, te metes el trago de ron. Y piensas, No importa, pero no puedes llorar. Y te contienes…
No te queda más que aplaudir con furia y pasión una obra que te estremece. Y agradecer a los actores por tanta entrega después de un azaroso viaje desde Santa Clara, pero No importa. Ellos, tú, yo y la obra somos Cuba. Sin cortapisas ni edulcoramientos. Y sencillamente eso hace que importe, y mucho.
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