domingo, 28 de abril de 2024

Realizadores noveles muestran credenciales

En el apartado Ópera Prima, Melaza (Cuba) y Joven y alocada (Chile) convencen por su factura...

Pedro Antonio García Fernández en Exclusivo 13/12/2012
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Película Melaza
"Melaza", de Carlos Lechuga: su primera experiencia en largometrajes.

Ya es tradicional que en los festivales del Nuevo Cine Latinoamericano se den a conocer mediante sus óperas primas futuros directores de primer orden, quienes a la vuelta de los años, muy pocos a veces, se agencian el primer coral entre los largometrajes de ficción.

Ejemplos de ello son los casos del dueto Juan Pablo Rebella-Pablo Stoll, coral de Ópera prima con 25 Watts en 2001, y luego, en 2004, coral en ficción con Whisky; y Carlos Reygadas, con Japón (2002) y La luz silenciosa (2007).

En la actual edición, Cuba presenta dos candidatos de fuerza en este apartado: Penumbras, de Charlie Medina, realizador muy conocido por sus seriales televisivos, y Melaza, de Carlos Lechuga, con experiencia en cortometraje.

Como el primer filme (Misterios entre penumbras y amores) ya se abordó anteriormente en esta página, nos centraremos en el segundo, estreno mundial durante esta cita fílmica de diciembre.

Melaza es un central azucarero desactivado, ubicado en un punto perdido de la geografía nacional. Aldo y Mónica son un joven matrimonio, él profesor en una primaria; ella, de empleada de la fábrica de azúcar, devino una especie de mezcla entre conservadora y custodio de su antiguo centro laboral.

Como subterránea fuente de ingreso, ellos alquilan (sin licencia) su cuarto para que “el maceta” (potentado) del pueblo tenga sexo con una casquivana vecina del batey.

El negocio del alquiler termina abruptamente al ser detectado por la policía. Y al matrimonio le queda una terrible disyuntiva: ¿Cómo pagar la alta multa que le han impuesto las autoridades?

Lechuga maneja el reparto de actores y el tiempo del filme con una profesionalidad poco común para un debutante en la dirección fílmica. Aplausos para la banda sonora, a cargo de Jesús Cruz, y para Yuliet Cruz, magnífica en su protagónico.

Joven y alocada (Marialy Rivas, Chile, 2012) se me antoja un filme tan subversivo como lo fue y es La sagrada familia, de Sebastián Lelio, exhibida aquí en La Habana hace unos años. No me extraña que haya recibido fuertes críticas en su tierra natal, ni que se clasificara prohibido para adolescentes.

Antes de la larga noche del pinochetismo, Chile era un país supuestamente católico con taras de puritanismo. La represión fascista contra el comunismo y cualquier corriente ideológica progresista no solo dejó una estela de muertos y desaparecidos; atentó también contra la familia como célula social.

La iglesia católica, lejos de afianzarse con la dictadura militar, perdió terreno ante las iglesias evangélicas, menos vinculadas con la cúpula castrense que desangraba al país. Las jóvenes generaciones comenzaron a profesar el ateísmo y un culto fanático al sexo, como forma de autoafirmación.

De eso trata Joven y alocada: la historia de una adolescente obsesionada por el sexo, criada en una familia evangélica que raya en el fundamentalismo. Expulsada del colegio de su denominación por su conducta, descubrirá a la larga que la religión de sus mayores es incompatible con su visión de la vida.

Marialy Rivas parte de hechos reales, los ficciona y recrea con su óptica generacional, hasta conformar una historia convincente que agarra al espectador de principio a fin.

Para ello, contó con un excelente reparto encabezado por Alicia Luz Rodríguez (Navidad), como Daniela, la adolescente; Aline Kuppenheim, (Machuca, La buena vida) en el papel de la madre fundamentalista; y María Gracia Omegna (La vida de los peces, Carne de perro), como Antonia, una amiga de Daniela.

Joven y alocadano es un filme perfecto. Hay en él reiteraciones, guiños a la taquilla, extensas secuencias de sexo no justificadas dramatúrgicamente. Pero también las hay en las cintas de Pedro Almodóvar y los críticos le otorgan al español las cuatro estrellas que en algunos medios simbolizan la excelencia.

Marialy Rivas se apunta un buen tanto con esta cinta. Y a la vez reafirma la creencia de que la chilena sigue siendo una cinematografía en ascenso, de la que puede esperarse mucho más en un futuro cercano.


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Pedro Antonio García Fernández

Periodista apasionado por la investigación histórica, abierto al debate de los comentaristas.


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