El humor en Cuba, más allá de ser una simple manifestación artística, es un termómetro social que ha sabido adaptarse y transformarse a lo largo de los años. Desde la picaresca colonial hasta la sátira más contemporánea, la risa ha sido una válvula de escape y un mecanismo de crítica. La singularidad del humor cubano reside en su capacidad para abordar temas de la cotidianidad, políticos y sociales con una agudeza y una ironía que lo hacen único.
El consumo de este tipo de humor ha variado significativamente, pasando de transmisiones radiales y televisivas a una mayor presencia en plataformas digitales y redes sociales, democratizando su alcance y permitiendo nuevas formas de expresión y difusión.
Uno de los eventos más emblemáticos que celebra y promueve el humor en Cuba es el Festival Nacional del Humor Aquelarre que realiza el Centro Promotor del Humor. Este festival, que se celebra anualmente, se ha convertido en una cita ineludible para humoristas y amantes de la risa. Aquelarre es un espacio donde confluyen diversas expresiones del humor, desde el stand-up comedy hasta el teatro satírico y la sitcom o también conocida como comedia de situación. Su importancia radica no solo en ser una plataforma para nuevos talentos, sino también en mantener viva la tradición humorística cubana, adaptándola a los nuevos contextos y sensibilidades. A lo largo de la historia, Cuba ha sido cuna de diversos festivales y encuentros humorísticos que han marcado pautas en el desarrollo del género.
Si bien el Aquelarre es el más conocido actualmente, han existido otros eventos que contribuyeron a forjar la rica tradición humorística de la isla. Estos espacios han servido como crisol para la experimentación y la consolidación de figuras icónicas del humor cubano, quienes a través de sus actuaciones han logrado conectar con el público y reflejar las realidades del país de una manera jocosa y a menudo, crítica.
La proliferación de estos eventos demuestra la vitalidad y la necesidad constante de la risa en la sociedad cubana. El consumo del humor cubano ha experimentado una transformación radical con el avance de las tecnologías. En el pasado, la radio y la televisión eran los principales medios por los cuales el público accedía a los programas humorísticos y las actuaciones de los comediantes. Con la llegada de internet y la masificación de los dispositivos móviles, el panorama cambió drásticamente.
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Plataformas como YouTube, Facebook e Instagram se han convertido en escenarios alternativos donde los humoristas pueden difundir su trabajo de manera independiente, llegando a audiencias tanto dentro como fuera de Cuba. Un ejemplo fresco es el espacio La risa por delante, donde humoristas de diferentes regiones del país se suman en una escena organizada por el proyecto Nave Oficio de Isla. Estas peñas son encuentros donde se fomenta el intercambio y la presentación de nuevas propuestas humorísticas en un ambiente más cercano y experimental. Son espacios vitales para el desarrollo de nuevos talentos y para el testeo de material fresco, ofreciendo una plataforma alternativa a los grandes festivales y medios masivos.
La existencia de estas iniciativas demuestra que, más allá de los circuitos tradicionales, el humor cubano sigue buscando y encontrando su lugar en la escena cultural demostrando la capacidad del humor cubano para adaptarse a los cambios sociales y tecnológicos.
La edición número 29 del Festival Aquelarre está dedicada en esta ocasión al centenario de Juana Bacallao y a la relación del humor cubano contemporáneo con el movimiento artístico universitario, tendrá como sede varios teatros habaneros. Este evento del humor no solo es un espacio de fiesta, sino que también se convierte en un espacio de retroalimentación entre los humoristas de diferentes provincias del país.
Este festival tiene además como objetivo la representación de la sociedad como bien expresó Kike Quiñones en una entrevista realizada por nuestra revista, “El humor que los públicos necesitan es aquel que logre reflejar su realidad. Cuando la gente se ve representada, se siente entonces defendida, protegida; no siente que las cosas de la vida pasaron sin que a nadie le importara; no siente que fue olvidada. “Claro, los humoristas no están para resolver los problemas, pero sí para decirlos con sagacidad, con audacia, con respeto, y de forma que hagan reír, y reír mucho.”
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