Por: Miguel Ángel Castiñeira García
Cada vez que escucho el disco no dejo de imaginar cómo será el concierto de presentación en Santa Clara. Frente al Centro Cultural El Mejunje imagino que a las nueve de la noche nos impiden el paso mientras la lluvia nos bendice con una debilidad que no atenúa la impaciencia de los potenciales espectadores.
De repente, silencio. Por la puerta aparece uno de los artífices del milagro. Dicen —a mí no me crean— que Diego Gutiérrez vino por el placer de regresar al centro de la Tierra. Dicen que en el concierto lo acompañarán Merlin Lorenzo, Rolando Morales, Armando Osuna y Raulito Prieto, además de miembros de La Trovuntivitis y algunos de los autores de los poemas musicalizados en el disco.
Casi a las diez de la noche entramos a la Sala Margarita Casallas. La lluvia amenaza con volver, pero ahora tenemos un techo para protegernos. En asientos frente al escenario se ubican Edelmis Anoceto, Alexis Castañeda, Ricardo Riverón, Yamil Díaz y Arístides Vega Chapú. Por algún lugar del público vemos a Alain Garrido, Yaima Orozco, Roly Berrío y Leonardo García.
Los poetas, que ya no son los veinteañeros o treintañeros de cuando Diego erraba elegantemente por Santa Clara mientras mataba el tiempo y componía algunas de las canciones más eminentes de su generación; los poetas, que ya no son los de entonces, comienzan a manifestar la incomodidad y el cansancio de quien hace tiempo desacostumbró su cuerpo a estos lances. Por aquí y por allá se mueven los encargados de ajustar los recién trasladados equipos de audio. Y justo cuando parece que el concierto va a terminar sin haber empezado, aparecen Diego Gutiérrez (nariz de águila, pelo largo recogido en un moño) y su banda.
Para presentar el acto surge entre la multitud nada menos que Samuel Feijóo, quien vino “de un país lejano […] / con bellas noches / y árboles […] / amigos, / voces”.
Así comienza, al menos en mi imaginación, lo que será la presentación del disco Viaje al centro de la Tierra, musicalización de textos de poetas villaclareños que tiene como antecedente el concierto Comité Central, realizado en junio de 2008 en el Centro Cultural Pablo de la Torriente Brau.
Avanza la noche y Diego invita al escenario a Arístides Vega Chapú, quien lee un poema desgarrador, de ritmo diluviano, que pone a todos a sufrir el gran dolor que últimamente nos visita con la insistencia de los malos presentimientos. Acto seguido Diego canta “Definición del cariño”: “La suerte de tus manos / me está cubriendo el pecho de vicarias, / me está cubriendo el pecho de vicarias”.
Así va recorriendo autores, desde Yamil Díaz hasta Pedro Llanes, desde Alexis Castañeda hasta Ricardo Riverón, desde Carlos Galindo hasta Edelmis Anoceto. Entonces los poetas por fin entienden, o vuelven a entender, que un día, “sin sospecharlo siquiera”, escribieron la melodía misteriosa que jamás planificaron para acompañar sus versos.
Al mismo tiempo Diego evoca un Ulises que ya no es el de Homero ni el de Dante, porque es el de Edelmis y viene desde la mirada aleccionadora de Penélope. Asegura que “nadie te mata, sino la propia gloria”.
“Tu risa de entonces era / casi anuncio de un convite”, canta Diego, y enseguida pienso en ti, “mi novia primera / —casi alondra, casi beso—”. Y también pienso en “el amigo sincero / que me da su mano franca”.
Luego “pasa flotando en las aguas la casa de la muerte”, e imagino que junto a Feijóo (arrinconado en una de las gradas de la sala) se sientan Carlos Galindo, Sigfredo Ariel y Frank Abel Dopico. Este último un poco más cerca de Roly.
En mi imaginación la incomodidad inicial se transmuta en calma. La voz de Merlin es un embrujo que de a poco se apodera del ambiente. Armando Osuna marca el ritmo con una precisión carente de estridencias. Raulito Prieto se muestra seguro tras el bajo a la par que se deleita con cada verso de los poetas homenajeados. Mención aparte merecen los riffs de Rolando Morales, sobre todo cuando interpreta “A many splendored thing”, de Sigfredo Ariel. Quiero decir, cuando Diego canta:
Que has sido o eres el amor
el gran amor de dos o tres personas
te lo han dicho en momentos
suficientemente graves
esas dos o tres personas.Entonces despierto. Entonces descubro que en realidad viajo al centro de la Tierra en el ómnibus que me conduce a Santa Clara. Miro por la ventana. Los campos de mango, las lomas del camino y las pequeñas casitas aisladas se transmutan en el escenario donde imagino que ocurrirá la presentación del más reciente álbum del autor de “Sabor salado”.
Así lo imagino todo mientras escucho Viaje al centro de la Tierra. Así lo imagino mientras los acordes se apoderan, se van apoderando, de esta voluntad de imaginarlo todo. Así lo imagino mientras deseo secretamente que algún día Diego vuelva a presentarlo en Santa Clara. Quiero decir, que vaya a presentarlo a ese lugar que lo vio nacer por segunda vez. Ese lugar que nos une a todos en procesión milagrosa, en un viaje que va desde la raíz hasta el mismísimo centro de la Tierra.
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