martes, 24 de septiembre de 2024

Con la soga al cuello

Obama podría dejar un panorama desfavorable para los demócratas a escala del legislativo...

Néstor Pedro Nuñez Dorta en Exclusivo 03/11/2014
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A pesar de que a Barack Obama -aunque no se hable mucho de ello- ya le ha tocado el triste mérito de ver a los Estados Unidos perder su reinado económico global a cuenta de la trepidante expansión de China, parecería que al primer presidente norteamericano de raza negra todavía le están reservadas otras amarguras en este, su segundo y último mandato.

Y el nuevo golpetazo podría producirse en pocas horas, justo este martes cuatro de noviembre, en las elecciones parciales o de segundo término en que quedarán definidos los tintes políticos prevalecientes en el Congreso y en un elevado número de gobernaciones estaduales.

El asunto se resume en que Obama no las tiene todas consigo.

De hecho, a estos comicios habitualmente no suelen asistir de forma masiva los sectores electorales que podrían decidir una victoria demócrata, léanse votantes negros e hispanos, entre otros grupos denominados “mayoritariamente liberales” que, dicho sea de paso, golpeados severamente por la aún en boga crisis económica que estalló en el país en 2008 y ha devenido pandemia occidental, no se muestran muy entusiasmados con inscribirse en la contienda, ni mucho menos en dar su apoyo al partido oficial en semejante contexto.

Una coyuntura, desde luego, que esperan aprovechar los republicanos, cuyos simpatizantes resultan tradicionalmente más fieles en estos lances comiciales y que desean, con fuerza, pasarle la cuenta definitivamente a la administración en funciones, como si la debacle norteamericana  no fuera “obra conjunta” de dos grupos políticos cuyas diferencias, en realidad, solo rondan las netas apariencias.

Lo cierto es que las encuestas y análisis se muestran favorables, en su mayoría, a otorgar la victoria al titulado Old Party, mientras hacen especial referencia a que la administración de Obama apenas cuenta con cuarenta por ciento de aceptación nacional, aunque una entidad como la denominada Pew Research llegó a afirmar en un muy reciente estudio que “el 65 por ciento de los ciudadanos están descontentos sobre cómo marcha el país, siendo la política exterior y de seguridad uno de los puntos de mayor desagrado.

“El 47 por ciento de los estadounidenses, continúa el citado estudio, cree que los republicanos harían mejor trabajo en la lucha antiterrorista, lo que supone diecisiete puntos por delante de los demócratas.”

A ello se suman la ya citada y recurrente ojeriza a cuenta de una recuperación económica en extremo demorada, junto al cúmulo de criterios desfavorables sobre el desempeño oficial en torno a la amenaza de una epidemia mundial de ébola.

Y como cuando el barco hace agua los ratones saltan, dentro de las propias filas demócratas no escasean  las figuras en activo y los aspirantes a cargos que intentan marcar distancia de la Oficina Oval, al punto que el propio presidente debió recordar públicamente –sin poder controlar su enfado- que “toda esa gente ha votado siempre conmigo”.

De manera que en esta historia el mandatario ha debido digerir más de una taza amarga, como el hecho de que en un reciente acto de propaganda electoral en Maryland, la gente comenzara a abandonar la sala mucho antes de que terminara su discurso.

En este contexto, medios internacionales de prensa, como el diario español ABC, se aventuran a asegurar que más que acudir a elegir diputados y gobernadores, son muchos los votantes estadounidenses que utilizarán las urnas este cuatro de noviembre para mandar un claro mensaje al presidente.

La propia fuente precisa que el cincuenta y dos por ciento de los que han manifestado su intención de votar se inclina únicamente por expresar su criterio sobre el desempeño de la Casa Blanca; de ellos, el treinta y dos por ciento en contra y el veinte por ciento, para apoyarla.

En consecuencia, y teniendo en cuenta todos estos elementos, vale el pronóstico de que los republicanos tienen este martes una buena oportunidad de hacerse del control legislativo para dejar a Obama con una mano detrás y otra delante en materia de futura gobernabilidad.

De todas formas, para amplios sectores internacionales, lo que pueda suceder este cuatro de noviembre no dejará huellas trascendentales en una historia electoral que sigue estando marcada, al igual que en otras variantes en el mundo, por el hermético y controlado juego que imponen los grupos políticos entronizados en el poder.

Porque en los Estados Unidos, como en otros patios, más allá de los collares el perro sigue siendo el mismo.


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Néstor Pedro Nuñez Dorta

Periodista

Se han publicado 1 comentarios


Demos
 3/11/14 15:00

Para mi todos son iguales republicanos o democratas, el que sea siempre va a seguir la misma linea capitalista y hegemonica de USA

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