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lunes, 11 de noviembre de 2024

Energía vs. Dólar

El consorcio ruso Gazprom propina otro golpe a la preponderancia del dólar norteamericano en el mercado energético...

Néstor Pedro Nuñez Dorta en Exclusivo 12/04/2014
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Los ingresos de Gazprom aportan a Rusia al menos diez por ciento de su Producto Interno Bruto, PIB.

Septiembre de 2012 no fue una fecha cualquiera para el patrón monetario estadounidense, aun cuando, inmersos en la campaña electoral del momento, políticos y empresas mediáticas hayan preferido pasar por lo bajo todo lo acontecido.

El sexto día de ese mes, China anunció que su banca estaba totalmente preparada para  asumir la compraventa de petróleo y otros energéticos en su moneda local, el yuan, dejando atrás el monopolio que hasta entonces ostentaba el dólar en el trasiego global de tan estratégicas mercancías.

Era un fuerte estacazo al leonino acuerdo suscrito en 1970 por el entonces secretario de estado Henry Kissinger y por la monarquía de Arabia Saudita, en el que ambos –grandes socios en muchísimos aspectos- privilegiaban al patrón monetario gringo con la corona de “medio exclusivo de cambio” en el mercado petrolero.

Y si la prensa, el Capitolio y la Casa Blanca no dieron aires al asunto, no fueron pocos los expertos en materia energética los que no tardaron en suscribir que el mundo estaba en presencia “del acontecimiento más significativo para el dólar  desde su creación como moneda.”

Por ejemplo, Lindsey Williams, exrepresentante de las compañías petroleras durante la construcción del oleoducto de Alaska, expresó ese día de septiembre, “ocurrió algo que nos va a afectar más de lo que imaginamos”.

Los analistas no pasaban por alto, además, que horas después del anuncio de Beijing, había ofrecido Rusia suministrar a China todo el petróleo que el gigante asiático requiriese para su dinámico avance económico, y que un mes después, en Moscú, el consorcio estatal Rosneff adquiriría los derechos en territorio ruso de la empresa NTK-British Petroleum, lo que colocó a la resultante de esa fusión por delante del monopolio norteamericano Exxon Mobil como “la primera entidad mundial en la producción de crudo”.

En pocas palabras, y al decir de la publicación Le Hayne, China, junto con Rusia, tienen ahora el objetivo de convertirse en los controladores de la energía, y por lo tanto, los controladores de una nueva petromoneda.”

Pero al asunto no quedó constreñido a aquel  significativo mes de 2012, al que podrían sumarse, también en desmedro de la valía del patrón monetario norteamericano, los repetidos pronunciamientos favorables al uso en el mercado mundial de otras monedas más consistentes, realizados por entidades de tanta fuerza económica como el BRICS, el grupo integrado por Brasil, India, China, Rusia y Sudáfrica, o los esfuerzos latinoamericanos por establecer su propia divisa regional, en este caso, el SUCRE.

Y justo en esa cuerda, e incentivado por la injerencia occidental en Ucrania y  el programa de pretendidas sanciones a Moscú por la reincorporación de Crimea y Sebastopol a la originaria madre patria, el consorcio ruso del gas, Gazprom, anunció hace apenas unos días  estar dispuesto a realizar su operaciones comerciales en euros y eventualmente en rublos, desterrando definitivamente al dólar norteamericano  como medio de cambio.

En efecto, según explicó Alexander Dyukov, director de esa corporación estatal, una de los cuatro mayores de Rusia, “tras hablar con nuestros clientes, hemos acordado la posibilidad de transferir los contratos a euros. Casi la totalidad de los clientes -el noventa y cinco por ciento- ha confirmado su disposición a comerciar en euros”, sentenció el ejecutivo.

Dyukov precisó que “ante la incertidumbre de las sanciones, se presenta ante nosotros una variedad de escenarios, para los cuales tenemos planes alternativos. Esto significa que, en principio, nada es imposible, y se puede abandonar el dólar por euros, y el euro, teóricamente, por rublos".

En consecuencia, manifiestan analistas como Jim Sinclair, experto en el mercado de oro, “si Rusia desafía a los petrodólares y comienza a vender energía en otras monedas, el dólar caería sensiblemente, lo que se convertiría en una catástrofe para la moneda estadounidense.”   

Vale añadir que Gazprom no es, por cierto, un meñique económico. De hecho, clasifica entre las tres mayores corporaciones energéticas del mundo, y tiene bajo su control el quince por ciento de las reservas planetarias de gas y considerables yacimientos de crudo.

Es también responsable de la inmensa mayoría del gas que consume Europa Occidental, con cifras que alcanzan el sesenta por ciento de los suministros en el caso de Austria; más del treinta y cinco por ciento, en el de Alemania; supera el veinte por ciento en el de Francia, y cubre la totalidad de las necesidades de Estonia, Finlandia y Letonia, entre otros clientes con alta dependencia energética externa. Los ingresos de Gazprom aportan a Rusia al menos diez por ciento de su Producto Interno Bruto, PIB.

Todo esto explica que para Washington no es poco lo que se pone en juego frente a las potencias y economías emergentes de nuestros días, cuando es evidente que las banderas tradicionales del expansionismo ya no pueden flotar a todo trapo como solía acontecer decenios atrás.

Por suerte, y cada vez más, asistimos a una nueva vuelta en la espiral de la historia donde los sempiternos y casi impunes victimarios pueden salir seriamente amputados.


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Néstor Pedro Nuñez Dorta

Periodista


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