Cuando años atrás alguien teorizaba sobre un imaginario proceso de diáspora al interior de los Estados Unidos, lo hacía sobre bases muy diferentes a las que hoy se manifiestan.
Se pensaba, por ejemplo, en una hipotética reclamación de los indígenas autóctonos con respecto a una unidad geográfica y étnica propia, a la demanda de la esclavizada y discriminada población negra de un espacio independiente, o a algo similar a cuenta de los ciudadanos de origen mexicano desgajados de su tierra madre en el siglo diecinueve por las guerras de conquista del naciente imperio contra su más inmediato vecino sureño.
En fin, un movimiento protagonizado por los excluidos en la sociedad explotadora de mayoritario signo anglosajón, que negase precisamente ese dominio totalizador.
Sin embargo, lo cierto es que dentro de los Estados Unidos las fuerzas de corte ultra reaccionario no son ajenas a las ideas del divorcio nacional, en la misma medida en que asumen que la sociedad está contaminada, que el poder central asfixia la “independencia” y el “progreso” de la gente, y que bien vale intentarlo solo que mal acompañado.
De hecho, la reiterada victoria electoral de Barack Obama este noviembre, y los efectos nocivos de una paralizante crisis económica sin soluciones a la vista (aún cuando haya tenido su origen en medio del conservador gobierno de George W. Bush), están moviendo a sectores derechistas que empiezan a plantearse la secesión nacional como una ruta aceptable e impulsora de las soluciones que sus parciales intereses demandan.
Y aunque la prensa occidental no habla mucho sobre el asunto, lo cierto es que el citado movimiento no es débil, De hecho, según recientes datos del sitio digital Rebelión: “Desde los cincuenta estados que integran los Estados Unidos de América se han recibido en la Casa Blanca cientos de miles de peticiones en las que, a título individual, se reclama la secesión pacífica de la Unión de sus respectivos estados y que se reconozca la independencia de éstos.
“La Casa Blanca —añade la citada fuente— responderá aquellas peticiones que reúnan más de 25 000 firmas, una cifra que hasta noviembre 26 ya había sobrepasado Texas, con unas 170 000…”
A Texas se unen Florida, Carolina del Norte, Tennessee, Georgia y Luisiana, con más de 30 000 rúbricas cada uno.
Vale recordar en este escenario que ya en el año 2009 el entonces Gobernador tejano Rick Perry indicó que “el Gobierno federal está estrangulando a los estadounidenses con los impuestos, el gasto y la deuda”, y ante semejante cuadro Texas podría “cansarse tanto” que optaría por separarse de la Unión.
“Somos un lugar muy especial y somos lo bastante independientes como para poder arrancar nosotros solos”, sentenció además el político.
Mientras, del otro lado, quienes creen en que el desmembramiento nacional sería fatal para todos, han pedido a la Casa Blanca que le retire la nacionalidad a aquellos que induzcan al separatismo, y que las regiones que lo impulsen, de lograrlo, abonen su parte proporcional de la cuantiosísima deuda federal antes de materializar su propósito.
En el fondo, explican entendidos, en esta nueva ola de diáspora nacional sigue subyaciendo una mezcla de factores de corte sectario muy propios de la sociedad capitalista.
Se trata del clásico e individualista “sálvese quien pueda”, que inclina a algunos a pensar que solos podrán enfrentar la actual debacle sin cargar con pretendidos “problemas ajenos”, todo asociado a las hurañas tendencias que ven en los poderes centrales una tiranía que coarta su derecho de hacer, en su reducido espacio local, lo que les venga en ganas.
Tide
7/12/12 10:25
Nos debe preocupar que esa desmembración de los EEUU ocurra. Pudiera ser que después de eso, sean aún más las naciones que nos tratarían de estrangular, con bloqueo y en los organismos internacionales, porque estos sirven nada más que para dar validez a todas las agresiones que se dan en el mundo contra los países débiles.
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