martes, 24 de septiembre de 2024

La batalla por Brasil

A pocos días de la celebración de elecciones presidenciales, la presidenta Dilma Rousseff aparece como favorita en la primera vuelta...

Clara Lídice Valenzuela García en Exclusivo 23/09/2014
0 comentarios

El próximo día 5, Brasil realizará elecciones presidenciales, en las que Dilma Rousseff, candidata por el Partido de los Trabajadores (PT), aspira a la reelección en la Primera Magistratura, mientras continúa una dura batalla electoral para desbancar a la evangélica y medioambientalista Marina Silva, del Partido Socialista (PSB), y Aécio Neves, de la Social Democracia (PSDB).

Silva, quien recuerda en su campaña su procedencia humilde, fue postulada a la presidencia luego del accidente de aviación en que murió Eduardo Campos, quien ocupaba ese lugar y contaba con un 10 % de las intenciones de voto. El fallecimiento de Campos hizo que esta mujer —una de las “niñas bonitas” del PT— pasara de su intento de ocupar la vicepresidencia en la chapa del PSB al primer cargo nacional.

Rousseff se mantiene en torno al 37-38 % de la preferencia en la votación, lo cual augura una segunda vuelta, pues para ganar en primera debía tener el 50 % más uno. Sin embargo, la entrada de la expetista —incluso, fue ministra de Medio Ambiente del gobierno de Luiz Inacio Lula da Silva— en la contienda cambió los índices. Y Áecio Neves, considerado el rival más poderoso de la presidenta, pasó a un tercer lugar, mientras Silva se disparaba hasta un empate técnico con la mandataria.

Sin embargo, con el paso de los días, los debates públicos y sus cambiantes programas, la socialista, que es favorecida por la derecha, va en retroceso hasta situarse siete puntos por debajo de la mandataria, y la posibilidad de ampliación de la brecha entre ambas se va concretando.

El andamiaje electoral de esta política del PSB, donde se inscribió a última hora, se basa en esquemas rechazados por la mayoría de la población. Sus pronunciamientos contra el matrimonio igualitario, el homosexualismo y el aborto —tres temas muy sensibles en Brasil— hicieron que muchos comenzaran a rechazarla por el retroceso que ello significaría en la sociedad.

Hizo su programa económico basado en el neoliberalismo, favorecedor de los grandes capitales y cuya estructura va siendo demolida desde el primer gobierno de Lula hace más de una década, sin mostrar mayor entusiasmo por los programas sociales, lo cual, entre otros elementos, le impide crecer en el favor popular, con indicios de que seguirá descendiendo.

Con continuos ataques a la que fuera su compañera del PT, Silva carece de un proyecto atrayente para un pueblo que aún sufre el auge del neoliberalismo durante el gobierno del socialdemócrata Fernando Henrique Cardoso. Aunque ella nació en la pobreza pudo estudiar después, pero no parece poseer la fuerza política ni la inteligencia suficiente para lidiar con los múltiples problemas de más de 200 millones de habitantes del gigante suramericano. Se convertiría, según especulan expertos, en una marioneta del capital financiero.

Mujer delgada, de rostro austero, cabello recogido, y vestidos sobrios: como corresponde a su religión, carece del carisma personal para lidiar con oligarcas y sindicatos, estudiantes y parlamentarios y mucho menos mantener en el rango internacional la soberana posición en que Lula y Rousseff colocaron a Brasil, la sexta economía mundial, y miembro del grupo de los BRICS (naciones de fuertes economías emergentes).

Aunque Silva prometió volver a revisar su programa —lo hace cada vez que recibe una crítica— si ganara los comicios, el resultado de la última encuesta de Datafolha preocupa a quienes apadrinan a la socialista, entre ellos los medios de comunicación masiva contrarios al gobierno de la petista y sus planes de desarrollo económico vinculados al área social, con notable crecimiento, dijo, si es reelecta.

Ya ha tenido que dar marcha atrás en varios de sus pronunciamientos. Por ejemplo, en la propuesta de la actualización de la legislación laboral, que establece derechos y beneficios a los trabajadores brasileños, rebatida por el máximo líder de la Central Única de Trabajadores (CUT), quien advirtió que la legislación laboral es histórica e intocable.

Una posible flexibilización de la ley laboral, alertó la CUT, supone un beneficio para los empresarios y una posible ampliación de sus lucros. De inmediato Silva dijo que no tocaría el documento, por lo cual brinda la impresión de ser una improvisada en temas domésticos.

Incluso, Neves, quien se suponía sería el rival de Rousseff en segundo turno, acusó a Silva de plagiar partes del programa gubernamental de la Social Democracia e incorporarlas como propias a la campaña del PSB.

Según la encuestadora, la candidata socialista no solo bajó en las intenciones de voto, sino que el rechazo a su candidatura aumentó de 18 a 22 %, con lo que, más que contra la presidenta, debe redireccionar su campaña para eliminar a Neves —21 %— y tratar de mantenerse en el lugar número dos para la prevista segunda vuelta.

Los especialistas indican que en un escenario de segundo turno, Dilma tiene ahora una ventaja de cuatro puntos sobre la socialista, con tendencia al crecimiento.

Para la presidenta está fuera de discusión su permanencia hasta el 2019 en el Palacio de Planalto. En una reciente intervención advirtió que, si pierde los próximos comicios, la nación dará una vuelta al pasado. En el 2002, expresó, el 54 % de los brasileños vivía en la miseria, mientras que ahora, de cada cuatro habitantes, tres son de la clase media, debido al crecimiento económico, la baja del desempleo y los programas sociales.

Reunida con artistas e intelectuales de Sao Paulo, la candidata a la reelección indicó que la propuesta del PSB de otorgar plena autonomía al Banco Central ofrecerá más poder el sistema financiero y entidades privadas del sector, lo cual perjudicará el empleo y el salario de los trabajadores.

En una cita similar en Río de Janeiro, otro de los bastiones del PT, más de 7 000 representantes de la cultura de Brasil firmaron un manifiesto de apoyo que le fue entregado.

“Los brasileños ya pagaron un precio alto para beneficiar a los especuladores y avariciosos. No se puede admitir volver atrás y eliminar los programas sociales, quitarle al Estado su responsabilidad básica y fundamental”, indica el documento firmado, entre otros, por el compositor y cantante Chico Buarque, los escritores Fernando Morais y Luis Fernando Veríssimo.

Leonardo Boff, uno de los intelectuales más prestigiosos de Brasil, es uno de los sobresalientes defensores del gobierno petista, y tildó en una entrevista de prensa a Silva de neoliberal y de estar apoyada por la derecha del país.

Boff, representante de la Teología de la Liberación, refirió que está involucrado de lleno en la campaña por la reelección de Rousseff porque considera que “están en riesgo las conquistas políticas, económicas y sociales que se han implementado desde el histórico triunfo de Lula a fines de 2002”.

Conocedor del ideario de la candidata socialista, ya que ambos son ambientalistas, piensa que “se siente investida de una misión casi religiosa”, cuyo fin es sacar al PT del poder, en tanto criticó el proyecto que ella llama de “nueva política”, cuando en realidad retoma el viejo esquema neoliberal de Cardoso para beneficiar al gran capital.

Silva, puntualizó, no representa una alternativa verdadera, una “tercera vía”, como ella llama a su proyecto. Toda la derecha de Brasil, las clases pudientes que nunca han aceptado a un obrero como presidente, la apoyan. Pero, advirtió Boff, “Marina no tiene una base social popular, ni movimientos sociales afines, ni sindicatos que la apoyan. Creo que ya llegó a su punto máximo de crecimiento, y que la tendencia es de regresión”.


Compartir

Clara Lídice Valenzuela García

Periodista


Deja tu comentario

Condición de protección de datos