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sábado, 16 de noviembre de 2024

Lo valiente se impone a lo cortés entre AMLO y Biden (+ Audio)

Los presidentes de México y de Estados Unidos vuelven a poner el dedo en la llaga de la inmigración, pero sin acuerdos importantes...

Clara Lídice Valenzuela García en Exclusivo 23/07/2022
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Joe Biden-Manuel López Obrador
El presidente estadounidense Joseph Biden mostró su pasividad, que muchos consideran sea causada por sus 80 años, en la reunión sostenida el 12 de este mes con su par mexicano Andrés Manuel López Obrador.

Los presidentes de México, Andrés Manuel López Obrador, y su par de Estados Unidos (EE.UU.) Joseph Biden centraron su segunda reunión en ocho meses en el tema migratorio, en especial, pero sin que hasta ahora se conozca un plan serio de la Casa Blanca para evitar el desplazamiento anual de miles de centroamericanos huyendo del hambre y la muerte hacia tierras norteñas.

Washington insiste en comprometer a las naciones emisoras con la solución de esta situación angustiosa, de la cual el gigante norteño es el principal responsable. Hasta ahora, nunca ha presentado soluciones concretas para que las personas encuentren condiciones de vida favorables en sus países.

EE.UU. está consciente de la necesidad de la emigración, en la que deposita la carga más pesada de su economía. Pero quiere que todo suceda, como siempre, a su manera y en el momento deseado.

México, con su histórica rebelión ante los desafueros y robos territoriales de sus vecinos, es el punto final de las caravanas o personas que en solitario, atraviesan miles de kilómetros para cruzar la frontera común e ingresar en la tierra de la supuesta democracia, empleo seguro y desarrollo personal.

La emigración desde países pobres de la región latinoamericana y caribeña tiende a crecer, en la medida que las economías empobrecen mas como resultado del neoliberalismo y ahora de la postura guerrerista de EE.UU. –véase su actuación injerencista e irresponsable en el conflicto bélico entre Rusia y Ucrania-,  y la presencia de la pandemia de la COVID-19 en un subcontinente que –salvo excepciones- carece de sistema de salud pública.

De ahí que analistas le concedieron a la conversación de media hora de los mandatarios en el despacho Oval una mínima importancia sobre el tema principal.  Destacaron, en cambio, la honestidad y dignidad de López Obrador, conocido como AMLO por el acrónimo de su nombre, cuando decidió no asistir a la fracasada IX Cumbre de las Américas, en Los Ángeles, por la actitud hostil de la Casa Blanca hacia Cuba, Venezuela y Nicaragua, naciones soberanas, a las que no invitó a la cita continental.

El presidente oriundo de Tabasco fue muy claro entonces: o iban todos los países sin excepción a la cita de jefes de estado y/o de gobierno a la ciudad meca del cine norteamericano y los casinos, o él no iba.

A pesar de las insinuaciones –que algunos consideraron órdenes, si se hubiese tratado de otro dignatario- de Biden, y su interés declarado por la presencia de AMLO – y lo que representa su palabra como líder latinoamericano- este envió una delegación presidida por su ministro de Relaciones Exteriores, Marcelo Ebrard.

Con su postura, el jefe de gobierno mexicano dio otra muestra de la soberanía de su país y de su valentía personal, pues este año recibió con honores máximos al presidente cubano, Miguel Díaz-Canel Bermúdez, y pidió el cese del bloqueo económico, financiero y comercial que EE.UU. mantiene contra la isla desde hace seis décadas. En 2019 le abrió las puertas a su homólogo boliviano Evo Morales, derrocado por un golpe de estado cívico-militar y obligado a renunciar y abandonar su país.

La actitud del anciano mandatario norteamericano, fue de conciliación y cinismo, pues, por supuesto, y conociendo la autoridad soberana de AMLO y la facilidad con que dice las verdades a sus interlocutores, si algo de lo sucedido antes y durante la Cumbre, en la que México reiteró su posición en defensa de la soberanía de la región, al menos públicamente no trascendió.

No fue la primera vez que el tema de la migración centroamericana hacia EE.UU. ocupó la agenda de los dos países.

Incluso antes de reunirse con Biden, el dignatario conversó con la vicepresidenta Kamala Harris, encargada por su gobierno de encontrar una solución –ni siquiera vista a años luz- a la huida de quienes buscan supervivencia en tierra ajena.

El tratamiento dado a la diversa situación regional demostró que los momentos políticos de los mandatarios no podían ser más distintos, en cuanto a política interior y exterior. Y que también sus relaciones pasan por un momento poco habitual, pues México no retrocede en sus requerimientos y Biden parece resignado a los cambios operados en su vecino.

México siempre fue considerado su patio trasero por la Casa Blanca, pero AMLO cambió la situación y recuperó un liderazgo perdido en Latinoamérica, ya que sus antecesores demostraron una sumisión a la Casa Blanca bajo el disfraz de la llamada buena vecindad.

La ausencia del líder mexicano, fundador del partido Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) en la IX Cumbre, quien dio la campanada, y de otros mandatarios de la región, hizo que fuera catalogada de fracaso, desastre y otros adjetivos, pero en especial porque el anfitrión recibió varios golpetazos, ante la condena masiva del bloqueo a Cuba y el veto a los tres Estados soberanos.

Era necesario que los presidentes se encontraran. El desaire a Biden por la parte latinoamericana, y la ausencia de AMLO en California no apareció en agenda. El bochorno de Biden al casi rogarle su asistencia pasó por alto.

Aunque media hora es un suspiro para un encuentro de esa categoría, la lentitud y parsimonia de los 80 años de Biden fue notable, ya que se limitó a repetir promesas incumplidas a Centroamérica para fomento de educación y empleo para tratar de evitar el éxodo, cuando en realidad los motivos de las estampidas también están relacionadas con la actuación de grupos paramilitares al servicio del capital y el narcotráfico.

Biden sabe que va en picada y le interesa contar con México que no se deja engañar por cantos de sirena, pero tampoco le declara una confrontación abierta, sino que lo deja en ridículo y demuestra que los ambiciosos planes de EE.UU. no cumplidos van más dirigidos a evitar la presencia de Rusia y China en el subcontinente que aliviar las miserias de los centroamericanos.

Una encuesta de la Universidad de Harvard demostró que el 61% de los entrevistados desaprobaron la gestión de Biden y siete de cada 10 estadounidenses no desean que busque la reelección en 2024.

La tragedia de los 53 migrantes encontrados asfixiados, entre ellos niños, en un camión de traslado en Texas, donde fallaron varias autoridades estadounidenses, dejó mas vulnerable aun a Biden.

AMLO, en cambio, mantiene una popularidad superior al 60% y nunca ha descendido de ese rango en sus cuatro años de administración, mientras sube el reconocimiento a su lealtad a los principios de soberanía nacional y a los de América Latina y El Caribe.

La iniciativa siempre partió del dignatario mexicano. Nadie imaginó, dos décadas atrás, que México ayudaría a una administración estadounidense a salir de un apuro al venderle combustible para evitar apagones en al menos cinco estados de la Unión, lo que ocurrió en la cita de este mes.

López Obrador planteó también ordenar el flujo migratorio y permitir la llegada a EE.UU. de obreros, técnicos y profesionales mexicanos y centroamericanos con visas temporales de trabajo. ¨Este es un tema que no se puede seguir evadiendo o sólo atendiendo desde una perspectiva punitiva. Debe hacerse teniendo como prioridad, precisó, el respeto irrestricto a los derechos humanos de las personas migrantes¨.

Respuesta de su par octagenario: con su parquedad conocida, le pidió a su invitado tener paciencia, y le ofreció duplicar las visas de trabajo y llegar a 600 000 en los próximos años, lo cual, opinan observadores, sería mal recibido por sus votantes, quienes creen que los extranjeros ocuparán sus empleos.

No mencionó que al menos 11 millones de inmigrantes están indocumentados en el gigante norteño y las llamadas de justicia para ellos siempre caen en saco roto. A tal situación se refirió AMLO, en lo que se considera un momento humillante para su anfitrión. El mandatario mexicano le espetó que ¨es indispensable regularizar ya la certidumbre a los migrantes que, desde hace varios años, trabajan honradamente y contribuyen al desarrollo de esa gran nación¨.

Y enfatizó: ¨Sé que sus adversarios, los conservadores, van a pegar el grito en el cielo, pero sin un programa agresivo no será posible resolver los problemas ni conseguir el apoyo del pueblo. Frente a la crisis, la salida no está en el conservadurismo, sino en la transformación, actuar con arrojo, transformar, no mantener el statu quo¨. Biden, impasible.

En el comunicado final, quedaron escritas las promesas de EE.U que nunca son cumplidas con un dudoso ¨el tema será analizado¨. El documento, que poco aporta, fue redactado de manera menos violenta que los tonos usados por el exmandatario republicano Donald Trump.

México predica con el ejemplo en Centroamérica, al brindar su cooperación en la eliminación de la pobreza con programas de desarrollo instaurado para sus nacionales con éxitos territoriales.

EE.UU., en cambio, solo ofreció bajas cantidades de dinero a esa región.

AMLO demostró, gentilmente, que hay que contar con México si de petróleo y de migración se trata, sin caras largas ni hostilidades.

Verdades que Biden escuchó sin pestañear, pues el máximo responsable de la emigración del subcontinente es EE.UU. y sus políticas antisociales generadas por el sistema económico neoliberal que los gobiernos de su país obligaron a aplicar en el Sur del continente.


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Clara Lídice Valenzuela García

Periodista


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