domingo, 8 de septiembre de 2024

Un frente multilateralista

China y Rusia comparten algo más que una extensa frontera, son dos huesos incómodos para la cada vez más desgastada dentadura imperialista...

Néstor Pedro Nuñez Dorta en Exclusivo 27/03/2013
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Xi Jinping con Vladimir Putin
Xi Jinping se reunió con Vladimir Putin en Moscú.

Que el recién designado presidente chino, Xi Jinping, abriera su agenda de viajes internacionales con una visita oficial a Moscú es algo más que una tradición que, por lo general, cumplen los nuevos estadistas de ambas naciones vecinas.

Con más razón cuando, para el más simple de los mortales, se hace evidente que son Rusia y China los grandes blancos de toda la hostilidad militarista de Washington y sus aliados, particularmente con su despliegue en Europa y el Lejano Oriente del sistema antimisiles, y la agresividad interventora en Asia Central y el universo árabe.

Una lesiva política que por estos días se acrecienta, tomando como pretexto el programa nuclear de Corea del Norte, para ubicar en Alaska nuevos sistemas de destrucción de cohetes “enemigos”, junto a radares y otros sofisticados medios de detección y seguimiento en suelo japonés, amén de armas atómicas a bordo de buques de guerra que patrullan los mares cercanos al gigante asiático.

De hecho, Beijing fue directo y claro al criticar de inmediato el establecimiento de las tituladas defensas antimisiles norteamericanas apuntadas contra la costa este de Asia, y precisó que ese paso calienta aún más el panorama y altera peligrosamente el equilibrio militar en la zona.

Como se sabe, la sombrilla atómica Made in USA, que se intenta desperdigar por todo el planeta, pretende otorgar a Washington la posibilidad de propinar un primer golpe nuclear a sus presuntos “contrarios”, anulando de antemano una respuesta similar de los agredidos. En pocas palabras, el salto al trono global sobre las temibles ojivas radiactivas.

Por demás, al repudio chino se unió al malestar de Rusia, que por intermedio de su cancillería había manifestado poco antes que no existen razones para corregir su rechazo ni sus respuestas militares ante el desaforado sistema antimisiles norteamericano, que suma la instalación de cohetes interceptores pesados en Alaska y California, junto a la ubicación de otras armas de similar porte en naves marítimas y en vehículos terrestres, lo que les otorga un importante grado de movilidad.

“Todos los aspectos de la indeterminación estratégica, referentes a la creación del sistema de defensa antimisiles estadounidense y de la Alianza Noratlántica, siguen vigentes. En vista de ello están también en vigor nuestras objeciones”, reiteró el ministerio ruso de exteriores.

Pero no es solo la compartida amenaza contra su integridad lo que acerca a Moscú y Beijing.

Luego de la amarga experiencia en Libia, ambas capitales han hecho causa común en el seno del privilegiado Consejo de Seguridad de la ONU, en defensa del derecho del pueblo sirio a la autodeterminación, y para evitar nuevos episodios injerencistas imperiales al estilo del ejecutado contra Trípoli, al tiempo que reclaman negociaciones equilibradas con Irán ante la perrera occidental por el programa de uso pacífico del átomo que ejecuta la nación persa.

Por añadidura, China y Rusia comparten importantes lazos económicos bilaterales, al punto que solo el comercio bilateral creció el pasado año en 11,2 % para sumar más de 88 000 millones de dólares.

Ambos integran además la aventajada asociación estratégica denominada BRICS (Brasil, Rusia, India, Rusia y Sudáfrica) que señala el establecimiento de un planeta multipolar en términos políticos, y que en materia económica podría, a la vuelta de apenas un quinquenio, acaparar más de 40 % de la producción mundial de bienes y su comercialización, dejando atrás a las tradicionales agrupaciones de potencias capitalistas hoy vigentes.

No puede pasarse por alto en ese sentido que, para 2016, se estima que China desplazará a los Estados Unidos como la principal economía del orbe, una contribución sin dudas medular al salto que se espera en BRICS.

De manera que hablamos, en el caso ruso y chino, de dos huesos incómodos para la cada vez más desgastada dentadura imperialista, por la simple razón que han decido no marchar al ritmo que dictan Washington y sus aliados, conscientes de que con sus potencialidades tienen abierto el camino para frenar las ínfulas de poder absolutista que soplan desde las orillas del Potomac.

Un devenir que, vale decirlo, haría un servicio extraordinario al resto de la humanidad.


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Néstor Pedro Nuñez Dorta

Periodista


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