//

sábado, 28 de diciembre de 2024

Leinier Domínguez: bienvenido a la súper elite mundial

El Gran Maestro cubano ganó el Grand Prix, desarrollado en Salónica y ascendió hasta el onceno puesto del ranking mundial en vivo...

Miguel Ernesto Gómez Masjuán en Exclusivo 03/06/2013
0 comentarios
Leinier gana GP de Salónica 000
Leinier mostró en Salónica un altísimo nivel.

El Gran Maestro Leinier Domínguez arriesgó cuando tuvo que hacerlo, defendió posiciones complicadas, mostró una excelente técnica para afrontar los finales y la combinación de estas características produjo el resultado más espectacular para el ajedrez cubano en el siglo XXI: el primer lugar en la cuarta parada de la serie Grand Prix, un torneo con un ELO promedio de 2753 puntos, desarrollado en Salónica, Grecia.

Después de la primera ronda, probablemente nadie imaginó que, casi dos semanas más tarde, el cubano terminaría en el sitial de honor. En el debut enfrentó, con negras, al estadounidense Gata Kamsky (2741), el único jugador al que  había podido derrotar en las 22 partidas efectuadas en el Grand Prix (Londres y Taskent). Ese día, el cubano estuvo impreciso y el norteño aprovechó los deslices para ganar en el final de torres y alfiles.

El comienzo fue el peor posible. Luego vino la rápida división del punto ante Ruslan Ponomariov (2742) y la escena quedó lista para el duelo que cambió por completo el destino de Leinier en Salónica. En la tercera ronda chocó contra un “viejo conocido”, el ucraniano Vassily Ivanchuk (2755). Domínguez volvió a lucir mal y faltó poco para que inclinara su rey; sin embargo, el europeo entró en problemas con el control del tiempo y esto lo llevó a dejar una pieza indefensa.

Quizás cualquier otro ajedrecista hubiera tomado, sin pensarlo dos veces, al caballo abandonado a su suerte, en la casilla e8; pero entre ellos existía una historia de “juego limpio” que se remonta al torneo de Linares, en 2009. En esa partida, en otro apuro de tiempo, “Chucky” tumbó varias piezas. El cubano, con su reloj en movimiento, las arregló y no protestó ante el árbitro. Una vez que arribaron al control, Leinier estaba perdido; pero Ivanchuk decidió ofrecerle tablas. Ahora llegó el momento de devolver el favor: Domínguez trató de repetir las jugadas, para forzar el empate; sin embargo, cayó antes la bandera en el reloj del ucraniano.

En esa partida Leinier escapó con suerte. Era su primera victoria; aunque, tal vez, no haya sido muy disfrutada. “Algo” cambió a partir de esa fecha. La confianza del cubano creció notablemente y uno tras otro fueron cayendo los rivales. En la cuarta ronda su dama y la torre se unieron para poner en red de jaque mate al ruso Peter Svidler (2769); luego, en la quinta jornada, el uzbeco Rustam Kasimdzhanov (2699) —el único con menor coeficiente que Leinier—entregó su rey, porque consideró que el final de torres, con peón de menos, estaba perdido.

Leinier siguió inspirado y quedó muy cerca de extender su racha ganadora en la sexta fecha, cuando tuvo tablero por medio al estadounidense Hikaru Nakamura (2775). Con blancas, el cubano alcanzó una posición ganadora; sin embargo, el tiempo no estuvo a su favor y dejó pasar varias jugadas claves. De cualquier forma, llegó al final de damas con un peón de ventaja; pero el norteño se defendió bien. Tras más de cinco horas de juego y 80 movimientos, optaron por estrechar sus manos, como señal de empate.

La preparación física y mental de Leinier volvió a ponerse a prueba durante la séptima ronda. Su duelo, con negras, ante el francés Etienne Bacrot resultó durísimo, tal vez el más complicado después de la partida frente a Ivanchuk. Domínguez cayó en un final de caballos, con un peón de menos; pero encontró el plan defensivo que le posibilitó igualar un cotejo que, nuevamente, se extendió a 80 jugadas.

Las dos  partidas consecutivas de 80 movidas, sin dudas, agotaron a Leinier quien cumplirá en septiembre 30 años; aunque su mente respondió bien, porque en la octava ronda brilló en su triunfo, con blancas, sobre el ruso Alexander Morozevich (2760). Esa fue su cuarta victoria del evento y lo mantuvo en la cima de la tabla, igualado con Kamsky.

En las últimas tres rondas, Leinier mostró sobre el tablero, quizás, el mejor ajedrez en su ya extensa carrera. Su rival de la novena fecha fue el italiano—nacido en Estados Unidos— Fabiano Caruana (2774). Este ha sido, junto a Magnus Carlsen, el adversario más difícil para Domínguez. En sus ocho duelos previos, el europeo había ganado cinco de ellos y los otros tres concluyeron en tablas. La historia cambió en Salónica.

Leinier condujo las negras y utilizó la fuerza de sus peones por las columnas “e” y “d”—más los errores de Caruana—para obtener, hasta ese momento, su victoria más importante del certamen. Un día después, Domínguez nunca estuvo cómodo en la posición frente al ruso Alexander Grishuk (2779); sin embargo, elaboró una atractiva combinación, a partir de la entrega primero de la torre y luego del caballo, en el punto c3, para forzar las tablas por jaque perpetuo.

Antes de la ronda del adiós, Kamsky lideraba en solitario el evento, con 7,5 puntos, por 7 de Leinier. El contrario del cubano en la despedida era, al menos por el ELO, el más fuerte de todos: el búlgaro Veselin Topalov (2793). La partida llegó a un final de torres, con cuatro peones para cada jugador; pero el cubano tenía un elemento muy favorable: el peón por la columna “b” estaba solo.

Para convertir en triunfo esa posición era imprescindible mostrar una técnica perfecta. Poco a poco, Leinier avanzó su rey; además, la torre controló la séptima fila y el único peón que quedó sobre el tablero, el de la columna “f”, fue el que decidió la partida. Antes, Kamsky había perdido contra Caruana, así que el triunfo—el sexto de Leinier—lo convirtió en el único ganador del Grand Prix, al totalizar 8 puntos de 11 posibles.

La actuación de Leinier significó un aumento de ¡30 unidades! en su coeficiente, por lo que su ELO en vivo actualmente es de 2757 puntos y con esto aparece en la posición 11 del ranking mundial. Desde los tiempos en que José Raúl Capablanca maravillaba a todos con sus genialidades en el tablero, nunca otro ajedrecista cubano había brillado tanto. Hoy, finalmente, Leinier Domínguez Pérez ha entrado en la reducidísima lista de la súper elite del juego ciencia. Queda ahora mantenerse y, ¿por qué no? mejorar.


Compartir

Miguel Ernesto Gómez Masjuán


Deja tu comentario

Condición de protección de datos