Quizás a usted le pasó lo mismo. La magia de la televisión nos trajo hace unas semanas sus contundentes opiniones. Los judocas cubanos Andy Granda e Iván Silva, estando de vacaciones por fin de año en Matanzas, su provincia natal, hablaron esperanzados sobre los Juegos Olímpicos de Los Ángeles 2028. No se olvida que los sueños de ambos no cuajaron en París 2024: Ni tampoco antes…
Es verdad que todavía falta muchísimo pan por rebanar. Y que, más de una vez, a ellos las cosas no le han salido a tono con lo deseado en Juegos Olímpicos. También es cierto que los deportistas suelen proyectarse en positivo. Pero no menos cierto es que ambos por su calidad demostrada tantas veces, y su perseverancia, se merecen nuestro apoyo, respeto y confianza.
Y aunque, vamos a repetirlo, queda mucho pan por rebanar, disparan la alegría recientes medallas de bronce alcanzadas por ambos en fortísimas competencias: Silva y Granda las consiguieron este fin de semana en el Grand Slam de Taskent, e Iván Silva ya había subido al podio días antes en el Grand Slam de París.
El de Ciudad Luz, por su altísimo nivel, ha sido bautizado tradicionalmente como un “mundialito”, y, salvando las grandísimas distancias, para Silva debe haber sido un impulso psicológico adicional haber conseguido ese podio en la misma plaza donde tuvo su más reciente traspiés olímpico.
Un camino con espinas
El sueño olímpico no es nuevo para ellos.Andy Granda, 33 años de edad, campeón mundial en Taskent 2022, quien había sido eliminado en Tokio 2020, sintió la dureza de la máxima cita en París 2024, donde la suerte y los detalles le jugaron en contra: le quedó el consuelo de que llegó a estar cerca de una medalla de bronce (terminó quinto). Y, claro, ello le valió diploma olímpico.

Iván Silva, 29 años, había quedado en el puesto 17 en los de Río 2016. En Tokio 2020, a pesar de haber llegado con la etiqueta de subcampeón mundial de Bakú 2018, perdió incluso en su primer combate. Entonces dijo que esperaría por desquite en los de París 2024. Y espero, aunque otra vez sin éxito: volvió a caer en su debut. Hubo algo como para olvidar: ese día ni siquiera pudo mostrar su arsenal.
“La estrategia no salió, no logré ponerla en práctica, sobre todo en llevar la iniciativa y conseguir mejores agarres. Mi rival fue superior, atacó más, y por eso la derrota”.
Son batallas perdidas, pero no la guerra. En el judo, como en la vida, hay que aprender a caer y a levantarse con más fuerza. Ambos lo han hecho. Saben que en Los Ángeles 2028 no habrá espacio para titubeos y que el tiempo, aunque largo, también apremia.
El hambre de victoria
Estas recientes tres medallas de bronce, ganadas en torneos con lo mejor del ranking mundial, son señales claras de que siguen en la pelea. El tatami es un escenario implacable: no perdona distracciones ni premia la historia. Solo sobrevive quien llega con más hambre, con más convicción, con más ansias de victoria.
Y es ahí donde radica la esperanza. En la voluntad de seguir empujando de Andy Granda (división de +100 kilogramos) e Iván Silva (acaba de pasar de 90 a 100). En su terquedad por convertir cada derrota en un aprendizaje, cada caída en un nuevo impulso.
- Consulte además: Todos los caminos… no conducen a Roma (+Video)
Los sueños no se alcanzan con palabras, sino con sudor y sacrificio. Pero si hay algo que el judo cubano ha demostrado una y otra vez, es que sus guerreros saben luchar hasta el final.
Los Ángeles 2028 está lejos en el calendario, pero el camino ya empezó. Y cada medalla que cuelgan en su cuello no es solo un triunfo personal: es un recordatorio de que los sueños, cuando se persiguen con fiereza, pueden hacerse realidad.
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