sábado, 27 de julio de 2024

¿Degüello en la Unión Europea?

De cumplirse la salida de Grecia de la Unión Europea supondría el principio del fin de esa entidad económica

Néstor Pedro Nuñez Dorta en Exclusivo 23/05/2012
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euro
La posible salida de Grecia de la Zona Euro pone en peligro la moneda única de la región.

Hace años era para algunos estudiosos el “modelo ideal” de integración regional, tan adelantada y segura ella, que estableció todo un imponente y ampliado aparato de dirección y hasta una moneda única como señal de que las cosas iban viento en popa.

Eran otros tiempos, y todavía en la vieja y conspicua Europa sonaban bien alto los criterios de un puñado de dirigentes que batallaban por mantener las glorias pasadas frente un peligroso matrimonio con los Estados Unidos. “Nación bastarda”, decían algunos, demasiado ambiciosa como para tenerla como estrecha compañera de juego.

Sin embargo, la pujanza de la potencia del Norte de América, junto al surgimiento al otro lado del océano de administraciones cada vez menos interesadas en entronizar posiciones propias, llevó a los mecanismos del Viejo Continente por el cauce de la dependencia y la obediencia hasta estos, nuestros días, en que Europa es apenas el anuente socio de segunda clase de un imperio que aspira a establecer su hegemonismo global.

Y las recetas han llovido cual torrente imparable. Desde la conversión de la OTAN en fiel instrumento de las políticas de Washington, hasta la imposición en el teatro europeo de las prácticas neoliberales en el terreno económico, que justamente han hecho agua de forma estruendosa desde el pasado 2008, en que la crisis “viajó” sin pausas desde el palacio del ogro hasta los aposentos de sus aparentemente rígidos comparsas.

De hecho, la Unión Europea ha devenido en una suerte de nido de cucarachas, donde la ilusoria seriedad de las tratativas y el esplendor de los modelos de acción han pasado a mejor vida.

El divino enunciado de “estado de bienestar general” es apenas un recuerdo entre los europeos, sepultado por las debacles financiera, productiva, inmobiliaria y laboral, mientras los gobiernos rasgan las agotadas arcas luego de haber sido contumaces violadores de los principios elementales que se supone regían la vida y desempeño de la UE, como aquel de no permitir a sus miembros déficit mayores al tres por ciento de los respectivos Productos Internos Brutos nacionales.

Y si los pecados han golpeado primero y de forma devastadora a los llamados por algunos “socios periféricos” de la UE, entre ellos Grecia, España y Portugal, también han tocado la puerta de las añejas “locomotoras” del conjunto, como Alemania y Francia.

Por lo demás, y como era lógico, las recetas para intentar paliar el mal traer de la crisis no podían tener otro cuño que el neoliberal.

Así, a los acogotados se les han otorgado ayudas, hasta ahora inútiles, a cuenta de reducir gastos a todo costo y a toda costa, lo que ha convertido a los “salvados” en teatro de masivas manifestaciones populares de rechazo, recambios de gobiernos, represión extrema, y nacimiento de grupos alternativos como los titulados Indignados, de amplia extensión global.

Y como buenos cancerberos, los “salvadores” demandan, exigen y amenazan, tal como viene ocurriendo de manera acentuada con Grecia, sobre la que pesa el dilema de salirse definitivamente de los mecanismos de la UE ante la imposibilidad de sacar el gaznate a flote.

Desde luego, sería una decisión complicada en muchos sentidos, porque si se va a ser tajantes, habría que pensar en que existen otros muchos candidatos a la expulsión.

Eso por una parte. Por la otra, se revelería el fracaso de un “modelo integrador” enfermo desde la propia cuna por sus bases carentes de toda solidez y solidaridad, al tiempo que la actual moneda única, el tan difundido euro, estaría con el cuello en la guillotina ante la total falta de confianza del mundo de las finanzas en su solidez y solvencia.

Tal vez por ello, hasta el instante en que se escriben estas líneas, el destino de Grecia sigue sobre la cuerda floja, entre el corre ve y dile, las consultas, las declaraciones, y los tratos a lo cortico entre quienes piden la cabeza de Atenas, y aquellos que piensan más a lo grande y temen que la UE se coloque al borde de un abismo sin fondo que se traduzca en otro rudísimo golpe a la ya escasísima credibilidad del sistema capitalista global.


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Néstor Pedro Nuñez Dorta

Periodista


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