Cada 20 de mayo se intenta magnificar la fecha del nacimiento de la República, cual si hubiera sido el inicio de un período de esplendor y bonanza para el pueblo cubano, ya sin el tutelaje colonial de España.
La frase célebre atribuida a Máximo Gómez, «al fin hemos llegado», pretende convertirse en la justificación histórica para enaltecer ese momento confuso de la Patria, en el que la bandera norteamericana es arriada en el Morro de La Habana y en su lugar se pone a ondear la cubana.
Sin embargo, nada era más ficticio. Realmente lo ocurrido ese día, tan esperado, como malgastado, fue el advenimiento de un nuevo modelo de dominación neocolonial. Una fórmula de mando vestida con el ropaje de una ficticia república soberana e independiente, que no podía serlo, pues nacía lastrada con el apéndice constitucional de la Enmienda Platt, que ataba a Cuba de manera inexorable al voraz imperialismo norteamericano.
La fecha del 20 de mayo de 1902 fue premeditadamente escogida: un día después de la luctuosa del 19 de mayo, caída en combate de José Martí, siete años atrás en Dos Ríos. Era un hacer ver a los cubanos que a partir de entonces el sueño inconcluso del Apóstol se convertiría en tangible realidad y que su desaparición física no había sido en vano.
Pero lo que en realidad sobrevendría tras ese aparente ropaje de libertad fueron 56 años de desgobierno de una República que agravó a extremos todos los males de la sociedad y dio la espalda al ideal emancipador de José Martí y de tantos otros próceres.
Entonces, aquellos mambises que habían luchado durante 30 años contra España, vieron frustradas sus aspiraciones libertarias. No solo el general Calixto García no entró a Santiago de Cuba, sino que generaciones enteras de cubanos tuvieron que esperar para ver realizadas sus esperanzas, que solo se harían realidad con el triunfo revolucionario del 1ro de enero de 1959.
Aquel propio 20 de mayo de 1902, Juan Gualberto Gómez hizo una alerta que lamentablemente caería en saco roto. Escribió el patriota habanero, amigo de José Martí: « (…) más que nunca hay que persistir en la reclamación de nuestra soberanía mutilada; y para alcanzarla, es fuerza adoptar de nuevo en las evoluciones de nuestra vida pública las ideas directoras y los métodos que preconizara Martí, cuando su genio previsor dio forma al sublime pensamiento de la revolución».
Medio siglo después, la memoria mancillada del Apóstol sería reivindicada en el año de su Centenario. Sería Martí, el autor intelectual de los sucesos heroicos del 26 de julio de 1953.
Dijo Fidel: "Parecía que el Apóstol iba a morir en el año de su centenario, que su memoria se extinguiría para siempre, ¡tanta era la afrenta! Pero vive, no ha muerto, su pueblo es rebelde, su pueblo es digno, su pueblo es fiel a su recuerdo; hay cubanos que han caído defendiendo sus doctrinas, hay jóvenes que en magnífico desagravio vinieron a morir junto a su tumba, a darle su sangre y su vida para que él siga viviendo en el alma de la patria. ¡Cuba, qué sería de ti si hubieras dejado morir a tu Apóstol!".
La verdadera república vino con el triunfo del enero luminoso de 1959. Un momento de inflexión en nuestra historia patria, que nos llevó a convertirnos en el primer país socialista del hemisferio occidental, en faro y guía de los pueblos de Latinoamérica y el mundo.
De aquel 20 de mayo de 1902, han pasado 117 años, pero pareciera que la alerta de José Martí sobre los Estados Unidos en su carta inconclusa a Manuel Mercado fuera escrita para los días actuales. Lamentablemente no solo se hizo triste realidad con el nacimiento de aquella caricatura de República, sino que aún amenaza a nuestros pueblos de América.
Hoy, la prepotencia imperial tiene los ojos puestos en la hermana Venezuela, en Nicaragua y en Cuba, como sus principales enemigos a eliminar.
Corren tiempos de Fronda, como en los días oscuros de la reacción francesa, tiempos de hacer revivir al difunto Monroe y su famosa Doctrina.
Desde el infierno, Teddy Roosevelt alza el garrote, y Truman, revivido en Donald Trump, amenaza con la guerra nuclear. También los espectros de los senadores Richard Helms y Dan Burton se erigen en amenaza reactivada con la puesta en vigor del título III de la Ley que lleva sus detestables apellidos.
Pero aquí está Cuba dispuesta a continuar la obra de José Martí, de Fidel, de Raúl, de los miles de próceres que han muerto por nuestra independencia.
Los días de la neocolonia, nacida el 20 de mayo de 1902, no volverán jamás. No será de nuevo la República de “Generales y Doctores”, sino seguirá siendo la martiana de “con todos y para el bien de todos”.
Narciso
20/5/19 15:44
Gracias por comentar. Realmente Estrada Palma tuvo siempre un pensamiento anexionista y desconfianza en que los cubanos pudiéramos gobernarnos por sí solos. Inauguró una República mediatizada por la existencia de la Enmienda Platt y cuado quiso reelegirse en 1906 y el pueblo no quiso, solicitó la II Intervención Militar Norteamericana en la Isla. Son pecados imperdonables a Don Tomás.
Carlos de New York City
20/5/19 13:56
ES Triste y lamentable , que el Primer Presidente de Cuba ESTRADA PALMA , de nuestra Cuba , de nuestra PATRIA alla Vendido en BANDEJAS de PLATAS a los Estados Unidos Nuestra isla de Cuba. Aquel presidente No tenia Ningun sentimiento Por CUBA , Pero Bien, la Historia no le perdono.
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