El 10 de octubre de 1868 Cuba amanecía con un nuevo Sol, el de la libertad, por fin la patria huérfana por siglos encontraba a su padre en Carlos Manuel de Céspedes. Que estaba decidido como lo estuvo Bolívar en el Monte Sacro, a romper las cadenas que ataban su Patria por voluntad del Imperio Español.
Aunque, el día antes su hermano Pedro María de Céspedes y del Castillo se había levantado en armas bajo sus órdenes en Caridad de Macaca. Así lo asegura Adolfina Cossío Esturo, una de las descendientes de la familia Céspedes y del Castillo, en su libro El Alzamiento del 9 de Octubre en Macaca. Lo que de ninguna manera niega que el hecho histórico que marca el inicio oficial de las gestas por la independencia en Cuba sea el alzamiento en Demajagua por Carlos Manuel de Céspedes, que entre dilataciones e incomprensiones fue el primer cubano que así se sintió.
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Mucho se ha especulado sobre lo que condicionó que Céspedes adelantara la fecha del alzamiento. Algunos historiadores afirman la captura de un telegrama que fue informado a Céspedes por mediación de su sobrino, en el que se aseguraba la delación de la conspiración. Lo que propició que Céspedes se apresurara.
Sin embargo el historiador holguinero José Abreu Cardet asegura haber revisado en el Archivo Central Militar de Segovia, España, “todos los telegramas que le cruzó el Capitán General al Gobernador de Bayamo entre los días 10 y 20 de octubre. Asegurando no haber encontrado nada de la delación, lo que a su criterio no es más que un mito, que no desmerita en lo más mínimo al Padre de la Patria. (Manuel Fernández Carcassés: Antonio Maceo Ensayo biográfico sucinto)
Aquel 10 de octubre no solo iniciaba una guerra por la independencia de un país, sino que también lo sería por la de los hombres. Céspedes predicaba con el ejemplo y tan gigante fue su valor al levantarse en armas, como lo fue al declarar la libertad de sus esclavos. Declaración que no se quedó en el hecho de liberar una fuerza de trabajo en decadencia debido al apresurado avance científico técnico que traía consigo la industrialización, en la que ya el esclavo sería un estorbo. Este además los reconoció como seres humanos dignos y los invitó a formar parte del Ejército Libertador para independizar la que también era la Patria de estos.
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Así iniciaba la gloriosa trayectoria política y militar del primer presidente de la República en Armas. Que no escatimó sacrificar su criterio en Guáimaro o preferir Cuba antes que la vida de su amado hijo Oscar.
Pero hay genios con una visión futurista que son incomprendidos por los seres normales. De ahí que el 27 de octubre de 1873 la Patria sufría el duro golpe de ver destituir su padre. El Presidente era blanco de la intriga, la envidia y el celo, fundamentado con acusaciones falsas, exageradas y otras ciertas, pero que en ninguna manera desmeritan al hombre que decidió romper las cadenas que ataban Cuba al colonialismo español. Aunque esto acarreara la pérdida de su comodidad económica y hasta de algunos de sus seres queridos.
La noticia de la destitución, no fue espada que hiriera su patriotismo, todo lo contrario, en conversación con Fernando Figueredo Socarrás, a pocos minutos de recibir la noticia, sentenció; “Ahora soy libre, decía, ahora si trabajaré fácilmente por mi patria y ustedes todos, todos mis amigos, cooperarán conmigo a prestarle ayuda al nuevo Presidente de la República”. (Fernando Figueredo Socarrás: La Revolución de Yara 1868-1878, p. 19)
No era el Héroe de Yara ser de rencores, su lealtad a la Patria estaba probada, y si en Guáimaro había dejado a un lado el orgullo personal poniendo a Cuba por encima de todo, el nuevo acontecimiento no sería la excepción. Ante la proximidad a su residencia en Cambute, de los que en Bijagual lo depusieron, se adelantó a su recibimiento y cordialmente sombrero en mano saludó a nuevo inquilino y demás miembros del Ejecutivo y la Cámara. (Fernando Figueredo Socarrás: La Revolución de Yara 1868-1878)
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Sin mostrar desacuerdo alguno su primer paso será dirigir un Manifiesto al Pueblo y al Ejército aceptando su deposición y pidiendo fuera acatada por todos. El Precursor de la independencia de Cuba, culminaba así una de las facetas de su vida, pero de ninguna manera renunciaba al sueño de libertad ni a luchar por esta, solo que a partir de este momento sería de otra manera.
Su nuevo destino será la Sierra Maestra y específicamente San Lorenzo, pasando a un exilio político dentro de la propia nación, ante la negativa por parte de la dirección de la República en Armas de permitirle la salida del país. Además de que a partir de este momento prescindirá de su escolta.
Allí no perdió el amor por la Patria y el mejoramiento humano y se entregó a la pasión de ver a los niños aprender a leer y escribir. Pero además comenzó a prever en su diario la actitud de rapiña de diferentes jefes militares que herían profundamente a la Patria.
Así vio pasar día a día hasta que el 27 de febrero 1874 calló en combate desigual frente a una tropa española que aprovechaba el desamparo militar de Céspedes para arrebatarle a la patria no un hijo sino a su propio Padre.
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