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domingo, 24 de noviembre de 2024

Cuba: tres pilares del pensamiento nacionalista

El pueblo cubano posee una larga tradición de pensamiento independista y emancipador…

Luis Fidel Acosta Machado en Exclusivo 24/02/2021
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Preparativos para inaugurar la embajada de Estados Unidos en Cuba 01
Si históricamente la unión del pueblo cubano ha devenido factor imprescindible para el logro de sus metas e ideales, ningún tiempo presente o futuro, puede constituir la excepción. (Fernando Medina Fernández / Cubahora)

El pensamiento nacionalista cubano resulta una construcción ideológica, política, cultural, y espiritual que fue perfilándose paulatinamente, y que con el paso del tiempo se despejó de otras líneas o corrientes que en algún momento devinieron cimientos constitutivos, como el reformismo o el anexionismo, hasta tomar la identidad plenamente definida que se manifiesta en la actualidad.

Muchos son los pilares sobre los que este ideario se alza, las diversas contribuciones de procesos y hechos históricos por los que atravesó la nación en su desarrollo y formación histórica. Sin embargo, hay algunos que destacan entre los demás, deviniendo no solo parte integrante, sino fuerza imprescindible del ideal nacionalista en Cuba.

En este sentido, uno de los bastiones fundamentales del mismo lo constituye el pensamiento independentista, el sueño siempre perseguido; y una vez alcanzado, defendido; de soberanía. Quizás no exista bien más preciado para el cubano: “Cuba se salva o se hunde, pero la salvamos o la hundimos los cubanos” escuché decir un día. En torno a esta búsqueda de la independencia se forjó la identidad nacional en el país, y giraron las demás tendencias ideopolíticas que le eran concomitantes.

El pueblo cubano posee una larga tradición de pensamiento independista y emancipador. Este comenzó a formarse desde los inicios del siglo XIX cuando, gradualmente, la sociedad criolla dieciochesca tomó conciencia de sí como unidad sociocultural, económica y política, independiente de su Metrópoli; sentimiento representado en los versos de José María Heredia, escritos en 1825, que dicen:

que no en vano entre Cuba y España

tiende inmenso sus olas el mar.

Así pues, los términos “Cuba”, “Patria”, “libertad” e “intendencia” tomaron una significación diferente, que llegarían a su máxima expresión durante las guerras de liberación nacional decimonónicas, y el ideal de José Martí. Las frases mambisas de “Patria y Libertad” y “Libertad o Muerte”, representaron el gran anhelo de un pueblo que luchó por ser libre, y al que no le importaba pagar el precio máximo, la muerte, con tal de conseguirlo.

Muchos años después, alcanzado el ideal, otra frase sería acuñada: “Patria o Muerte”, que refrendaba el mismo sentido de lucha y patriotismo, aunque bajo circunstancias diferentes. Así se combatió por ser libres del yugo español, se peleó contra la tiranía política, y la dominación norteamericana, y se continúa luchando hoy por preservar esa costosa conquista que es la libertad.

Ahora bien, ese ideal de soberanía posee una profunda relación con otros elementos integrantes del pensamiento nacionalista cubano, entre los que destacan el antianexionismo y la unidad nacional.

En cuanto al primero, Cuba posee una extensa herencia de pensamiento anexionista, la cercanía con los Estados Unidos, más otras condicionantes de igual peso hicieron que no pocos cubanos ilustres del siglo antes pasado vieran en la unión de del país a la República del Norte, la felicidad de la misma. La misma idea estuvo reflejada en la mente de aquellos que en Guáimaro elevaron a la Cámara de Representantes, la petición de anexión a la nación norteña.

Así también lo pensaron aquellos a los que tuvo que combatir y convencer Martí mientras preparaba la nueva etapa revolucionaria. Y esos otros que, estando la Cuba bajo el dominio extraño norteamericano, clamaron por su consumación definitiva. Ya lo dijo el Maestro: “La idea de la anexión, (…), es un factor grave y continuo de la política cubana”.

Sin embargo, muy rápidamente, junto con el pensamiento anexionista surgió su contrario, el antianexionismo, y el principal vocero a inicios del diecinueve fue José Antonio Saco; en la segunda mitad de la centuria, la propia realidad de la guerra le dio el mentís a la tendencia; y en los comienzos del siglo veinte lo hizo el país entero, mientras se intentaba alcanzar el ideal republicano en medio de la Ocupación Militar norteña, o se defendía el mismo una vez alcanzado el 20 de mayo de 1902, limitado por una Enmienda de nombre foráneo, pero republicano al fin.

Así pues, como antes, en los tiempos que corren y frente a los argumentos anexionistas o neoanexionistas que defienden no pocos que carecen de fe en las capacidades del pueblo cubano para el autogobierno, y para la construcción de una sociedad mejor signada por el desarrollo y la prosperidad, se deben levantar las voces de aquellos que, mediante argumentos sólidos e incuestionables, decidan defender la bandera del antianexionismo, manteniendo siempre la divisa de Cuba independiente.

Para ello existe una extensísima tradición de pensamiento que tiene a sus mejores sostenedores en las generaciones de cubanos que realizaron las guerras de independencia, en la hermosísima hornada de los años veinte, encabezada por Mella, Villena y Guiteras; y por supuesto, en aquella de los años cincuenta, hacedora de la Revolución del ‘59.

Respecto a la unidad nacional, siempre ha sido componente imprescindible para la consecución de todos los objetivos económicos, políticos y sociales del pueblo cubano. Cada gran empresa a la que Cuba se ha visto abocada ha necesitado de la unidad de sus componentes humanos, o al menos, de aquellos afines a la idea o el propósito a conseguir.

Durante las guerras de liberación nacional su búsqueda fue una constante en el pensamiento y la actuación de sus principales líderes, como quedó establecido en Guáimaro, Jimaguayú, La Yaya, y, por supuesto, en esa genial organización concebida por Martí que fue el Partido Revolucionario Cubano. La ausencia de unidad ideológica y política fue uno de las causas que provocara que el proceso revolucionario de los años treinta “se fuera a bolina”, según frase de Raúl Roa. Y en los años de lucha contra la dictadura batistiana, Fidel se convirtió, como él mismo refirió tiempo después, en un “bordador de la unidad”.

Así pues, si históricamente la unión del pueblo cubano ha devenido factor imprescindible para el logro de sus metas e ideales, ningún tiempo presente o futuro, puede constituir la excepción. En la construcción de una nación floreciente, noble y próspera, es y será necesario el esfuerzo de todos los cubanos, donde quiera que estén, los de adentro y los de afuera, pero verdaderamente dignos, defensores de la independencia absoluta de su patria, y dispuestos hasta el máximo sacrificio por esa tierra que identifican solo cuatro letras: Cuba.


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Luis Fidel Acosta Machado

Máster en Ciencias Históricas. Profesor de Historia de Cuba de la Facultad de Filosofía, Historia y Sociología de la Universidad de La Habana.


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