Era necesaria la unidad para resistir los embates de la ofensiva colonialista. Se imponía, por motivos obvios, una reunión de los principales dirigentes insurrectos para constituir el gobierno de la república en armas, capaz de dirigir el movimiento independentista y darle representatividad en el extranjero.
Se escogió un lugar accesible y equidistante entre las regiones sublevadas. La asamblea se inició el 10 de abril de 1869. "Estaba Guáimaro más que nunca hermosa", escribiría Martí años después. "Era el pueblo señorial como familia en fiesta. Venían el Oriente, el Centro y Las Villas al abrazo de los fundadores".
Nadie ignoraba que en este encuentro debían salvarse serios escollos pues había discrepancias sobre problemas cardinales, como la esclavitud y la organización que debía dársele a la guerra en lo político y lo militar.
Hasta la bandera que debía enarbolar la insurrección era motivo de controversia, pues los orientales abogaban por el estandarte de Yara mientras los camagüeyanos y villareños hacían ondear la actual enseña nacional.
CRITERIOS OPUESTOS
La gran mayoría de los participantes en la Asamblea de Guáimaro pertenecían a la clase señorial, es decir, a los grandes terratenientes y hacendados medios. Solo dos delegados hubieran podido clasificarse como miembros de la pequeña burguesía o capas medias de la sociedad. Ninguno era campesino. Ni negro. Ni mulato.
Al debatirse los artículos que debían engrosar la Constitución mambisa, afloraron dos tendencias: los "institucionalistas", con Ignacio Agramonte y los camagüeyanos al frente, abogaban por la subordinación del Ejecutivo y el Ejército a la Cámara, esta última como poder civil supremo; los partidarios del "centralismo", encabezados por Carlos Manuel de Céspedes y los orientales, propugnaban que el Ejecutivo y el Ejército estuvieran investidos de la autoridad necesaria para enfrentar la realidad cambiante de la contienda, sobre todo en cuanto al movimiento de tropas y la planificación militar.
En aras de la unidad revolucionaria, ambos bandos hicieron concesiones. Céspedes cedió a la traba de la Cámara, la cual limitaba las prerrogativas del Ejecutivo y el Ejército; Agramonte y los jóvenes hicieron aprobar en la constitución una edad mínima para la presidencia que los alejaba a ellos de ese cargo por años.
Los orientales aceptaron como enseña nacional la bandera diseñada por Teurbe Tolón y que Joaquín de Agüero enarboló en el Camagüey en 1851; los camagüeyanos impusieron al estandarte del 10 de Octubre como tesoro de la República y, que al sesionar el parlamento cubano, esta se conservara en el salón de sesiones.
LA ESCLAVITUD Y LA MUJER
En el artículo 24 de la primera Constitución mambisa, al plantear: "Todos los habitantes de la República son enteramente libres", se declaraba explícitamente la abolición de la esclavitud, una de las dos consignas enarboladas por Céspedes en el ingenio Demajagua para iniciar la gesta.
En la práctica, tal artículo tuvo un carácter formal, faltaba la ley complementaria que permitiera hacer realidad ese precepto. En cambio, el Reglamento de libertos, aprobado por la Cámara meses después de Guáimaro, respaldaba legalmente el trabajo forzado de los exesclavos.
De esta forma, la abolición de la esclavitud pasó a ser un eufemismo dentro del campo mambí. Fue necesario que el jacobino Céspedes enmendara ese dislate al promulgar la circular del 25 de diciembre de 1870, la cual hizo efectiva la emancipación plena en los territorios liberados por los mambises.
Otro tema candente en la Asamblea de Guáimaro fue la igualdad de la mujer. A pesar de que Ignacio Agramonte, a nombre de Ana Betancourt, presentara una petición a la Cámara de que se les concediese a las mujeres los derechos a que por justicia son acreedoras, hubo consenso en rechazar la propuesta.
Salvo Céspedes y Cisneros Betancourt, entre otras excepciones, la gran mayoría de los constituyentes, incluso algunos camagüeyanos, estimaron que la mujer cubana “aún no estaba preparada” para ejercer deberes y derechos reservados hasta entonces únicamente para los varones.
Incluso en la Constituyente de 1901, poco más de tres décadas después, un coterráneo de Agramonte y Ana Betancourt se atrevió a reiterar ese falso argumento al debatirse en el cónclave ese punto. No sería hasta la Revolución de 1933 que las féminas lograran el derecho a elegir y ser elegidas.
RETROSPECTIVA DESDE EL TERCER MILENIO
La Asamblea de Guáimaro significa un importante momento de unidad en la historia de Cuba. Los delegados insurrectos relegaron sus discrepancias y criterios divergentes en aras de la unión del movimiento independentista.
Al promulgarse la Constitución mambisa, la nación cubana en formación salió elevada a la estatura de Estado independiente y se sustituyó el despotismo colonial por un sistema basado en principios republicanos y democráticos.
La composición clasista de los convencionales los llevó, una vez finalizado el cónclave, a veleidades como el Reglamento de libertos, ya mencionado, o la moción de algunos diputados sobre la solicitud de la anexión de Cuba a los Estados Unidos.
El sector más radical, liderado por Eduardo Machado, se opuso a esto último y reivindicó el derecho de Cuba a alcanzar la independencia absoluta.
A pesar de esas limitaciones, en Guáimaro el movimiento revolucionario cubano dio un decisivo paso de avance en la formación nacional y en el desarrollo de la conciencia patriótica. No por gusto Martí escogió el día de su conmemoración, 23 años después, para la proclamación del Partido Revolucionario Cubano.
El abrazo de los fundadores
La Asamblea de Guáimaro, a pesar de las limitaciones ideológicas de sus convencionales, resultó ser un relevante momento de unidad en la Revolución del 68...
2 comentarios
572 votos
Jose Ramon Portales Arce desde FB
10/4/14 16:28
CARLOS MANUEL DE CESPEDES EL PADRE DE LA PATRIA QUIEN LE DIO LA LIBERTA A SUS NEGROS ESCLAVOS
César
10/4/14 16:20
Honrosa página de nuestra historia.
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