Para profundizar en el estudio de la personalidad de Frank Isaac País García es imprescindible volcarse a su infancia y adolescencia que estuvieron marcadas por experiencias educativas determinantes. Hijo del Pastor de la Primera Iglesia Bautista de Santiago de Cuba, Frank contó con una formación cristiana desde la cuna, pero el normal desarrollo psicológico de aquel niño, estuvo marcado por la muerte de su padre Francisco País. Lo que condicionó una precoz madurez y responsabilidad en él.
Según Renaldo Infante Urivazo en su obra: “Frank País, Leyenda sin mitos”, tras el fallecimiento, la Primera Iglesia Bautista de Santiago de Cuba, les había garantizado educación gratuita a sus hijos Frank, Agustín y Josué, en el Instituto Martí. Institución educativa de probado prestigio en la ciudad, fundada en 1900 en la propia Iglesia, que no se limitaba a impartir conocimientos académicos, sino que buscaba formar individuos íntegros, conscientes de su identidad nacional y comprometidos con el bienestar colectivo.
La institución promovía un modelo humanista inspirado en José Martí, cuya obra y pensamiento eran considerados pilares de la educación cubana. El instituto se distinguía por integrar la Historia de Cuba y los valores patrióticos en todas las asignaturas, promover la investigación científica, el estudio del inglés como segunda lengua, la observación de la naturaleza, fomentar la creatividad y la sensibilidad a través del arte e incluir la formación física como componente esencial de la educación integral.
En el Instituto, recibió la influencia del prestigioso maestro Manuel Díaz Piferrer. Figura de elevado prestigio en el Instituto, los Colegios Internacionales del Cristo y la pedagogía santiaguera en general, aunque había nacido en Gibara (Holguín) así lo afirman Abdiel Jover Capote y otros autores en el artículo: “Ficoteca cubana y antillanas de la Universidad de Oriente: origen estado actual y perspectivas”. Piferrer combinaba la enseñanza de valores cívicos, el desarrollo intelectual, la apreciación artística, la formación científica y la preparación física. Esto proporcionó a Frank un conjunto de herramientas primordiales para consolidar su capacidad de liderazgo como futuro líder clandestino.
Manuel Díaz Piferrer quien fuera director de la escuela a partir del año 1944 se distinguió por su capacidad de integrar los valores martianos en la vida diaria del aula y en las actividades extracurriculares, convirtiéndose en un referente para los estudiantes, especialmente para Frank País. Desde su ingreso al instituto, El mayor de los País García se distinguió por su inteligencia, curiosidad, sensibilidad artística y liderazgo natural. Piferrer reconoció estas cualidades y decidió orientarlas mediante la lectura de obras fundamentales de José Martí: Los Versos Sencillos, La Edad de Oro y El Presidio Político en Cuba. Así lo asegura Renaldo Infante Urivazo en su libro: “Frank País, Leyenda sin mitos”
Estas lecturas no solo proporcionaban conocimiento literario e histórico, sino que transmitían valores de justicia, solidaridad y patriotismo. En la mente del niño Frank, se sembraron las primeras semillas de una ética comprometida con la patria y con la sociedad, principios que más tarde guiarían sus acciones revolucionarias. La educación martiana de aquel maestro no se limitaba a memorizar contenidos; consistía en interiorizar valores y aplicarlos en la vida cotidiana.
Su enseñanza se caracterizaba por su integralidad, combinando ética, estética, ciencia y formación física. Cada dimensión interactuaba con las demás, formando un carácter equilibrado y un sentido profundo de responsabilidad. La ética constituía el eje central de su pedagogía, basada en la importancia de la responsabilidad social, la justicia y el sacrificio personal.
Para Frank, estas lecciones se tradujeron en un compromiso moral con sus compañeros y la sociedad, y se convirtieron en uno de los pilares fundamentales de su liderazgo. Asimismo, Piferrer promovía la música, la pintura y la literatura como medios para cultivar sensibilidad y creatividad. La educación artística equilibraba la formación intelectual y fortalecía la capacidad de comunicación y expresión emocional de los estudiantes. En Frank, estas competencias se manifestaron como una habilidad para inspirar y guiar a otros, componente esencial de su posterior liderazgo.
El maestro también dirigía un club de taxidermia y promovía la recolección de especies naturales para el museo del instituto. Estas actividades desarrollaban la observación, la disciplina y el método científico, habilidades que Frank aplicaría más adelante en la planificación y organización de operaciones clandestinas. La preparación física, a través de la natación y el tiro (necesario para capturar los animales que serán procesados mediante la taxidermia), fortalecía el cuerpo y cultivaba disciplina, autocontrol y resiliencia. Estas competencias físicas, integradas con la formación intelectual y ética, contribuyeron a la construcción de un liderazgo equilibrado y efectivo.
Un rasgo distintivo de la pedagogía de Piferrer era el aprendizaje activo mediante excursiones. Frank País participó en visitas a La Socapa, el Morro, Mar Verde, Aguadores, San Juan, El Viso y Arroyo de la Costa, integradas a la tropa de “Boy Scouts” asociada a la Primera Iglesia Bautista. Durante estas excursiones, los estudiantes recibían explicaciones sobre los hechos históricos relacionados con cada lugar y recolectaban especies naturales para el museo escolar. Las actividades grupales fomentaban liderazgo, cooperación y resolución de problemas, competencias que Frank aplicaría en la organización de células clandestinas y en la planificación estratégica de operaciones. Estas experiencias combinaban historia, naturaleza y formación cívica, consolidando la educación integral promovida por Piferrer.
Las visitas sistemáticas a la tumba de José Martí en Santa Ifigenia constituían momentos formativos esenciales. Piferrer promovía discusiones sobre la vida y obra del Apóstol, generando espacios de reflexión ética y cívica. Para Frank País, estas experiencias transformaron a Martí en un referente ético concreto, inspirando sus acciones con un compromiso firme hacia la justicia social y el bienestar colectivo.
La combinación de ética, sensibilidad estética, rigor científico y preparación física conformó un liderazgo integral en Frank País. Su capacidad para organizar, liderar y coordinar operaciones clandestinas se basaba tanto en la eficiencia estratégica como en la autoridad moral y la empatía con sus compañeros. La pedagogía de Piferrer proporcionó a Frank hábitos, habilidades y principios éticos que se reflejaron en su conducta revolucionaria. También los reflejo cuando graduado de la escuela normal de Oriente se desempeñó como maestro en el colegio “El Salvador”
Manuel Díaz Piferrer fue mucho más que un maestro: fue un formador integral y guía moral que, mediante la educación martiana, preparó a Frank País para su futuro como líder clandestino. Su pedagogía, que abarcaba ética, estética, ciencia y formación física, junto con experiencias vivenciales y reflexión sobre la obra de Martí, proporcionó a Frank las herramientas necesarias para ejercer un liderazgo responsable, consciente y éticamente sólido. El reconocimiento de Piferrer como “el Maestro Martiano de Frank País” es histórico, no simbólico: su influencia se proyectó directamente en la formación de uno de los jóvenes héroes de la lucha clandestina contra la dictadura batistiana.
Una vez más la historia demuestra que detrás de un gran hombre hay un gran maestro, basta recordar a Simón Bolívar formado por Simón Rodríguez sobre los mismos principios de Rousseau en el “Emilio”, o que mejor ejemplo que el de Martí en el discipulado de Mendive. Al igual que los anteriores Piferrer formó un hombre de su tiempo comprometido con su sociedad y su patria, también inspiró la vocación del futuro Frank maestro, que como el rompió estereotipos educativos y siguió educando bajo los principios del Apóstol de la independencia de Cuba.

Frank País como maestro

Maricelys
6/12/25 14:18
Excelente artículo
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