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jueves, 31 de octubre de 2024

España 1939: la guerra no terminó en abril

Le proponemos un recuento de la participación cubana en la Guerra Civil Española…

Pedro Antonio García Fernández en Exclusivo 07/04/2014
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Guerra Civil Española
Los cubanos también se sumaron a las Brigadas Internacionales.

De acuerdo con los libros de historia, la Guerra Civil Española terminó en la madrugada del 1º de abril de 1939, cuando las tropas fascistas liquidaron la última resistencia de las fuerzas republicanas en los muelles de Alicante.

Ese mismo día, horas después, el futuro sátrapa  Francisco Franco anunciaba que "no ha llegado la paz, sino la victoria". Iniciaba así otra guerra, sucia y despiadada, contra el pueblo español.

Según los historiadores Gabriel Jackson y Ramón Tamames, las represalias fascistas cobraron más de 400 mil vidas, muchas de ellas ejecutadas sumariamente y en juicios amañados. Más de la mitad de esas muertes acaecieron con posterioridad a su ascenso al poder en abril de 1939.

A pesar de los crímenes y constantes violaciones a los derechos humanos, Estados Unidos, Inglaterra y Francia reconocieron en los primeros días de ese mes al régimen dictatorial de Francisco Franco. Washington gestionaría, en los años 50, el ingreso a la ONU de la España fascista.
 
SOLIDARIDAD CUBANA

El 18 de julio de 1936, los militares fascistas se habían sublevado contra el gobierno de la república, elegido democráticamente por el pueblo. En defensa de la democracia acudieron todos los cubanos que vivían entonces en Madrid.

Los facciosos se refugiaron en el llamado Cuartel de la Montaña. El 20 de julio, el ejército republicano inició el ataque a dicha fortaleza. Junto al pueblo español varios cubanos participaron en el combate, entre ellos Policarpo Candón y Alberto Sánchez.

Considerado el más bravo de los internacionalistas cubanos, Candón en realidad había nacido en Cádiz, pero a los tres años su familia lo llevó a Cuba. A puro coraje, desde soldado ascendió hasta comandante de brigada. Cayó en combate el 26 de enero de 1938.

A Alberto Sánchez le llamaban los españoles “el comandante cubano”. Militante de Joven Cuba junto a Antonio Guiteras, estaba exiliado en España cuando ocurrió la asonada fascista. Murió en la batalla de Brunete, el 25 de julio de 1937.

Cuando los militares fascistas se vieron en aprietos ante la acción del pueblo, la Alemania hitleriana y la Italia de Mussolini les enviaron aviones, tanques y armas de todo tipo, además de 100 mil soldados de este último país y 50 mil teutones.

Todo esto sin contar los 90 mil mercenarios marroquíes, pagados por el oro de Berlín y Roma, y los 20 mil efectivos portugueses enviados por el tirano Oliveira Salazar.

Ante la injerencia de estos regímenes totalitarios en España, se convocó a todos los hombres y mujeres del planeta a formar las Brigadas Internacionales, voluntarios “para combatir por la libertad de sus países sobre el suelo de España”.

Los revolucionarios cubanos respondieron a este llamado. Los exiliados en Estados Unidos formaron un grupo de 125 compatriotas, integrados en la Centuria Guiteras, bajo las órdenes de Rodolfo de Armas, también militante de Joven Cuba.

Organizado por el combatiente comunista Ramón Nicolau, otro contingente internacionalista, de unos 850 cubanos, partió de la Isla hacia España el 15 de abril de 1937.

Figuras de la cultura y el deporte nacionales marcharon a la península, como el pelotero Basilio Cueiras, los músicos Julio Cuevas y Ernesto Grenet y el escritor y periodista Pablo de la Torriente Brau.

Este último redactó las más hermosas crónicas que se publicaron sobre la lucha antifascista en el país ibérico. Además, dentro de la tropa de Policarpo Candón fungió como comisario político hasta su caída en Majadahonda, el 19 de diciembre de 1936.

La solidaridad del pueblo cubano no se limitó al concurso de los combatientes internacionalistas. A través de la Asociación Nacional de Ayuda al Pueblo Español (ANAPE) se enviaron hacia la península cargamentos de azúcar, tabaco, cigarrillos, leche condensada y jabón.

EPÍLOGO

A fines de septiembre de 1938, el gobierno republicano español decidió la retirada de las Brigadas Internacionales. La mayor parte de los cubanos fueron concentrados en Barcelona y la provincia aledaña de Gerona.

Cuando inició la batalla de Cataluña (diciembre de 1938) muchos compatriotas se reincorporaron al ejército republicano, pero era imposible toda resistencia ante la superioridad de los fascistas (30-1, en aviones; 20-1 en artillería; 10-1 en fusiles).

Junto con el medio millón de españoles que huyó de las represalia fascistas, los antillanos marcharon a territorio francés. Internados en campos de concentración, la “democrática” Francia los trató como peligrosos criminales.

En Cuba, la movilización popular obligó al gobierno de turno a organizar la repatriación de los internacionalistas. Fueron recibidos como héroes por el pueblo.

Igualmente Cuba acogió a muchos exiliados españoles, quienes dejaron su impronta en la cultura y magisterio cubanos.

La profecía del tirano Francisco Franco también se hizo realidad en el resto del mundo. Cinco días después de la caída de Alicante, Italia invadió Albania. Casi al término de abril, Hitler derogaba el tratado da amistad con Polonia y comenzaba los preparativos de la agresión a ese país, que ejecutaría meses más tarde.

Vientos de guerra soplaban en Europa. Se avecinaba la segunda conflagración mundial que costó al mundo la vida de unos 60 millones de seres humanos.


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Pedro Antonio García Fernández

Periodista apasionado por la investigación histórica, abierto al debate de los comentaristas.


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